Alejandro Guzmán, facetas de un jurista de talla mundial
El 13 de agosto, a los 76 años, falleció quien fuera profesor, director y decano de la Escuela y Facultad de Derecho de la PUCV, considerado uno de los mejores y más reconocidos romanistas e historiadores del derecho privado del mundo. Colegas y exalumnos lo recuerdan.
"Recuerdo claramente sus clases, su presencia en el aula era impactante. Se paseaba con las manos atrás, con un discurso consistente repleto de énfasis que lograban capturar la atención hasta del alumno más distraído. No llevaba material de apoyo, llegaba a la clase con las manos vacías. Ni siquiera se acercaba a su silla. Era impresionante".
Así describe el civilista y académico Álvaro Vidal la solvencia en aula del desaparecido doctor Alejandro Guzmán Brito, una de las glorias -si no la máxima- de la Escuela y Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, de las que fue director y decano, así como director del programa de Doctorado de Derecho, y fundador y director tanto de la Revista de Estudios Histórico-Jurídicos como de la Revista de Derecho de esa casa de estudios.
Considerado uno de los mejores y más reconocidos romanistas e historiadores del derecho privado del mundo, y uno de los juristas chilenos más importantes a nivel mundial, estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Chile y Derecho en su alma mater, y se doctoró en la Universidad de Navarra.
Miembro de número de la Academia Chilena de la Historia, miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Historia y académico honorario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, su ayudante y luego colega por más de 40 años, Francisco Bartolucci, dice que "tenía una formación enciclopédica, sabía de todo". Hablaba francés, inglés, alemán, italiano, sabía latín y griego, y leyó a los autores más importantes de las disciplinas jurídicas en sus respectivos idiomas. "Si uno lo comparara con Andrés Bello, no se estaría excediendo", declara.
Autor de más de 30 libros, entre ellos su obra cumbre, Manual de Derecho Privado Romano, que consta de dos tomos de 700 páginas y que es el más extenso en cualquier lengua, publicó también 221 artículos en las más importantes revistas jurídicas, y recibió innumerables distinciones académicas en Chile y el extranjero.
La generosidad de un erudito
Álvaro Vidal, doctor en Derecho, quien además de sus atributos intelectuales lo recuerda como un hombre sencillo y generoso en el más amplio sentido, dice que inspiraba respeto y admiración. "Cuando alguno le hacía una pregunta, el profesor Guzmán prestaba toda su atención e interés y al responderla la sensación era que bajaba de lo más alto para situarse frente al alumno interesado. ¿Cómo examinador? Bueno, las cosas no eran de otra manera. Sus preguntas era certeras y lo que había que evitar era el detalle, la particularidad. Si caías en ese espacio nada podía salir muy bien".
Tanía un peculiar sentido del humor, agudo y reflexivo. Se acuerda de la vez en que fue propuesto para dirigir el primer programa de Magíster en Derecho y un profesor se opuso indicando que ese cargo debía ocuparlo un académico de más altura. "Se produce un silencio incómodo y aparece la voz de Alejandro Guzmán que dice: 'Pero hombre, si el profesor Vidal tiene la altura' y me pregunta: 'Álvaro ¿cuánto mides?'. Esa intervención fue suficiente para relajar el ambiente y, desde luego, para que mi designación se concretara".
El doctor Guzmán impartía Derecho Romano y su ayudante era Francisco Bartolucci. En 1993 el primer año se dividió en dos cursos y necesitaron apoyo en Romano. Así fue como entró el actual delegado presidencial, Jorge Martínez, recomendado por el exdiputado, con quien había trabajado en otra universidad. Alejandro Guzmán lo citó a una entrevista y le encargó que dictara Historia Externa de Roma, por cuanto él debía viajar a impartir una conferencia en Europa. "Después de que pase esa unidad vamos a conversar y veremos si se queda o no", le indicó.
Pero luego le encomendó dos más sin mediar conversación, de modo que le pidió una reunión. "Don Alejandro, he pasado estas tres unidades y quería saber qué opinión tiene de mí', le digo. Él, muy serio, muy compuesto, con su oratoria perfecta, se echa para atrás en el sillón y me responde: 'Mire, yo creo que usted tiene muy claro que si no lo hubiese hecho bien, ya no estaría acá'. Desde ese minuto cambió mi relación con él. Le pedí que me enseñara un poco más de lo que se aprende en los libros. 'Vaya a mi casa el próximo lunes entre las 4 y las 6', me dijo".
Fue el comienzo de las reuniones semanales que se extendieron por los más de 10 años que trabajaron juntos, y que se hacían en la enorme biblioteca del segundo piso de la casa del académico en Viña del Mar. El exintendente tenía que formularle preguntas precisas acerca del asunto que requería profundizar y él las respondía con prodigiosa solvencia, referencias a códigos, citas de autores, comentarios de libros. "Los domingos a las 5 de la tarde yo me encerraba a preparar las preguntas que le iba a hacer a don Alejandro, porque tenían que ser inteligentes, no le podía preguntar cualquier tontera".
el profesor guzmán durante su discurso en la ceremonia en que fue investido como profesor emérito de la pucv por sus sobresalientes condiciones de académico, investigador y maestro.
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl