Un engaño que afecta a la Convención
El constituyente Rodrigo Rojas Vade puso en una difícil situación a la mesa de la instancia, que encabezan Elisa Loncon y Jaime Bassa. Más allá de los efectos prácticos referentes al constituyente cuestionado, el hecho muestra la necesidad de reflexionar sobre la acción política y cómo puede afectar el trabajo de la Convención, que es redactar una nueva Constitución.
La mesa directiva de la Convención Constitucional envió ayer un oficio a la Fiscalía Norte Metropolitana, en el cual pide investigar si el constituyente Rodrigo Rojas Vade cometió algún delito al poner en su declaración de intereses y patrimonio una deuda bancaria para el pago de un tratamiento quimioterapéutico contra el cáncer, una enfermedad que Rojas Vade nunca padeció, como es ahora de público conocimiento. El oficio se sumó a la declaración pública hecha por la mesa que lideran Elisa Loncon y Jaime Bassa y, con certeza, tendrá repercusiones más allá de la controversia instalada debido al engaño perpetrado por el exintegrante de la Lista del Pueblo. El rápido movimiento de la directiva constituyente muestra la preocupación que existe sobre cómo esta mentira podría repercutir en la legitimidad que requiere la instancia para avanzar en su trabajo primordial, que es redactar la nueva Constitución. De ahí el énfasis que puso Jaime Bassa en que no iba a existir una "defensa corporativa" de Rodrigo Rojas, un mensaje claro que debería entenderse respecto de cualquier caso parecido que aparezca en el futuro.
Con todo, queda aún un tema complejo por resolver: ¿es posible destituir al convencional que ha incurrido en una falta de este calibre? La renuncia no está contemplada en la reforma que abrió el camino constituyente; por tanto, cualquier vía de solución pasa por las interpretaciones que puedan dar los especialistas y la propia mesa directiva de la Convención. El problema en este punto surge porque conviven en la instancia aquellas visiones que prefieren plantearse como un poder constituyente autónomo, capaz de entregarse sus propias reglas, incluso a costa de impugnar las que están vigentes, con aquellas ideas de que el organismo tiene una misión acotada, cuyos límites están ya previstos en los cuerpos legales publicados. La discusión sobre los dos tercios es un ejemplo claro de esta tensión subyacente en la CC y con seguridad permeará las discusiones que existan en el caso de Rodrigo Rojas Vade. Junto a estos efectos legales, hay algunos debates que comienzan a tener mayor visibilidad a partir de esta controversia. Uno es, como lo expresan algunos comentaristas de la plaza, el derrumbe de las posturas moralizantes como herramientas de acción política. En otras palabras, aquellos que hicieron campañas con la estrategia de apuntar con el dedo tampoco pasaron la "prueba de la blancura", algo de lo cual deberían tomar nota los candidatos que competirán en noviembre. Otra discusión en auge es aquella que reflexiona sobre la tendencia de los actores políticos a abrazar causas específicas y/o atrincherarse en posturas de reivindicación identitaria, sin mucho ánimo de hacer aquello que es propio de la política: construir un espacio común para encontrarnos y dialogar sobre el futuro de nuestro país, más allá de todas nuestras legítimas diferencias e identidades.