Vecinos de Viña en busca de seguridad
Residentes del barrio poniente de la Población Vergara denuncian una serie hechos que afectan su calidad de vida. La presidenta de la Junta de Vecinos Casino acusa un deterioro del sector con "repercusiones catastróficas" y la inexistencia de "voluntad política para la calidad de vida física y mental de las vecinas y vecinos".
La reactivación de las actividades nocturnas y la mayor movilidad general de la población en busca de esparcimiento ha significado un problema para los residentes permanentes del barrio poniente de la Población Vergara de Viña del Mar.
Los vecinos, sus dirigentes, denuncian contaminación acústica, desórdenes, inseguridad y desperdicios en las calles.
María Adela Baeza, presidenta de la Junta de Vecinos Casino, acusa un deterioro del sector con "repercusiones catastróficas" y la inexistencia de "voluntad política para la calidad de vida física y mental de las vecinas y vecinos". Todo eso pese a que en 2019 fue acogido un recurso de protección de los residentes para terminar con esas incivilidades. Sin embargo, el término de las restricciones y la reapertura de los locales están generando, afirman, graves problemas.
No se puede olvidar que ese sector es uno de los de más alto valor de la comuna, con alta plusvalía y elevadas tasas de contribuciones de bienes raíces.
Pablo Pizarro, vecino del lugar, se queja de la instalación de terrazas en espacios públicos hasta con toldos y afirma que "algunos locales, directamente, se tomaron la calle".
A todo lo anterior se suma un problema general de la ciudad, exceso de patentes de alcoholes, que también preocupa a los residentes.
Los dirigentes de la Junta de Vecinos Casino esperan encontrar una solución en la "alcaldía de cuidados"-que reemplaza a la "ciudad bella"- reuniéndose con la nueva jefa comunal.
Desde la otra acera, Javier Álvarez, presidente de la Asociación de Locatarios del Barrio Poniente, sostiene que tienen buena disposición para resolver los problemas y que no han logrado reunirse con los vecinos. "Necesitamos que ellos se abran a conversar con nosotros", dice.
El problema no es nuevo y constituye una de las externalidades no deseadas de los lugares que se convierten en punto de atracción para visitantes o residentes. Ocurre en Valparaíso en los cerros Alegre y Concepción, donde proliferan ofertas gastronómicas y hoteleras que significan movimiento de personas y vehículos, lo cual afecta la tranquilidad y seguridad del sector.
La queja del barrio poniente es justificada y oportuna; tras una solución hay tres frentes que conciliar: los vecinos, los comerciantes y la autoridad. Esta última debe cautelar aspectos como seguridad -derecho humano olvidado-, iluminación, aseo y estado de calles y aceras. También se debe controlar al muchas veces agresivo grupo de "cuidadores de autos". El comercio, que sin duda ha sufrido mucho, debe hacer una autocrítica de sus actuaciones, de conductas concretas que afectan a los vecinos, quienes, a su vez, tienen que estar abiertos a mantener una comunicación permanente y propositiva con actividades que son parte la ciudad y, en buena medida, de sus atractivos.