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"El Partido Comunista ha estado dedicado a la obstrucción y al desprestigio de la instancia desde el comienzo. Se opuso al acuerdo de noviembre y su táctica ha sido usar el caos y el desorden como escalera hacia el poder. Con la Lista del Pueblo también entró un lote de personajes delirantes. Y ya la excusa indígena, la retórica ancestral, la están comenzando a usar para relativizar cualquier cosa que no les parece". Esa es la fuerte crítica que hace el antropólogo social, columnista e investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Pablo Ortúzar, respecto de la semana de la Convención Constitucional.
En una línea similar, apunta a la debacle de LDP como un punto de encuentro entre sectores moderados para llegar a acuerdos y afirma que con las polémicas que han envuelto al grupo "queda claro que el país no se divide realmente entre élites abusadoras y populares angelitos: chantas y abusadores hay en todos lados. Y hay otra lección muy importante: al votante, incluso al que se cree muy crítico, se le puede engañar, sólo que no para siempre".
Respecto del escenario presidencial, donde Gabriel Boric y Sebastián Sichel siguen bien posicionados en las encuestas, sostiene que Yasna Provoste podría dar la sorpresa, aunque advierte que "se supone que ofrecería una agenda de reforma profunda pero moderada, pero se movió hacia un perfil izquierdista que la vuelve una mala réplica de Boric. No defiende, además, la obra de la Concertación. Así, su capital en juego se va reduciendo a ser mujer con ascendencia indígena y venir de un sector social que nunca ha llegado a la presidencia de la república".
Sobre el proyecto de voto obligatorio, asevera que "es una declaración de principios. Traduce el hecho de que somos una república sostenida en derechos que nos proveemos y aseguramos mutuamente como ciudadanos a través del cumplimiento de deberes cívicos". Y si bien asume la obligatoriedad "por defecto", se muestra favorable "en que si alguien considera que la ciudadanía plena es una carga demasiado fuerte pueda retirarse de los registros electorales mediante algún procedimiento".
Aislar extremitas de lado y lado
- En la votación del martes se vio al menos un adelanto respecto de si se respetará o no el quorum de 2/3, sin lo cual, según Agustín Squella, "se acaba la Convención", cosa que el PC Marco Barraza atribuye a su "incomodidad" con la "soberanía popular". ¿Cómo ve el panorama?
- El Partido Comunista ha estado dedicado a la obstrucción y al desprestigio de la instancia desde el comienzo. Se opuso al acuerdo de noviembre y su táctica ha sido usar el caos y el desorden como escalera hacia el poder. Con la Lista del Pueblo también entró un lote de personajes delirantes. Y ya la excusa indígena, la retórica ancestral, la están comenzando a usar para relativizar cualquier cosa que no les parece, sin argumentar. No sé de dónde salieron estas personas, pero sin duda no son representativas de la mayoría del país y sus valores e intereses, que hasta donde puede verse más o menos se identifican con la tradición occidental.
- En momentos en que la confianza en la CC cayó a su nivel más bajo (43% según Cadem), ¿qué camino debiera tomar el organismo para reponerse y volver a ganarse la confianza de la ciudadanía?
- Creo que el derrumbe de la LDP y la revelación de su farsa abrieron una puerta para que los distintos sectores moderados, demócratas y republicanos busquen acuerdos sustantivos orientados al bienestar de la mayoría y aíslen a los extremistas de lado y lado.
Farsa extremista
- El caso del engaño de Rodrigo Rojas Vade sobre su cáncer, ¿es un golpe del cual ni Pueblo Constituyente, sucesor de la Lista del Pueblo, ni la Convención se podrán reponer en el corto plazo?
- Rojas Vade representa una farsa extremista, un victimismo gritón y abusivo orientado a ganar a mentiras y a golpes lo que no podían obtener con argumentos. Si "Pueblo Constituyente" mantiene esa forma de hacer política, no serían algo distinto, más allá de un retoque de marketing. Estarán en la mira de la opinión pública.
- En la Cadem del lunes, LDP se desplomó del 66% al 39% en la evaluación ciudadana. ¿Se condice eso con su opinión de que "las mentiras van quedando expuestas, y con ellas cae el mito de la política sin instituciones ni partidos"?
- Así es. Queda claro, además, que el país no se divide realmente entre élites abusadoras y populares angelitos: chantas y abusadores hay en todos lados. Y hay otra lección muy importante: al votante, incluso al que se cree muy crítico, se le puede engañar, sólo que no para siempre. Esto debería llevar a una reflexión que genere más humildad en los ciudadanos: han sido víctimas de aduladores y farsantes. Por eso es que se necesitan partidos e instituciones regidas por normas que reduzcan, en lo posible, la posibilidad de embuste. Son las leyes, las reglas y las organizaciones nuestra mayor garantía, no el voluntarismo sostenido en "gente buena".
Reivindicar el pluralismo
- De acuerdo a la misma encuesta, las preferencias en torno a la carrera presidencial siguen lideradas por Gabriel Boric (22%) y Sebastián Sichel (19%). ¿Hay posibilidades de una sorpresa o debieran ser los nombres que estén en la segunda vuelta?
- Provoste podría dar la sorpresa, pero se le ve con muy poco espacio. Boric ha logrado bien hacer que la gente se olvide que tiene al PC encima, como una gran rémora. En el debate sobre los retiros tuvo que darse vuelta la chaqueta de manera algo indigna, presionado por sus parlamentarios más mediocres y por el Partido Comunista, pero no parece haber pagado costos electorales por ello.
- ¿Cuán cuesta arriba tiene la pista la senadora Yasna Provoste? ¿Tiene posibilidades de remontar la carrera presidencial o la tardía definición de su candidatura le seguirá pesando hasta noviembre?
- Ella es una política hábil, pero políticamente poco sustantiva. Se supone que ofrecería una agenda de reforma profunda pero moderada, pero se movió hacia un perfil izquierdista que la vuelve una mala réplica de Boric. No defiende, además, la obra de la Concertación. Así, su capital en juego se va reduciendo a ser mujer con ascendencia indígena y venir de un sector social que nunca ha llegado a la presidencia de la república. Todos esos indicadores identitarios son valiosos, pero no creo que le alcancen. El mundo de la vieja Concertación todavía no se da cuenta de que su única opción de sobrevivir es no adular, sino enfrentar a la dirigencia woke de la nueva izquierda, reivindicando el pluralismo, la república, la tolerancia y las libertades públicas, contra una izquierda joven que no cree en nada de eso. Mientras sigan presos de la efebofilia, en cambio, estarán a la deriva.
Partidos en "estado calamitoso"
- En el caso de Sichel, ¿cuánto le pueden afectar el desorden que ha habido, principalmente en Renovación Nacional, a propósito de posiciones que el candidato rechaza, y los apoyos que puedan surgir desde el oficialismo hacia José Antonio Kast?
- Sichel tiene un desafío titánico encima y tiene que demostrar que está a la altura de él. Debe impulsar la renovación de la centroderecha al mismo tiempo que competir por el sillón presidencial. No le sirve de nada ganar y tener que gobernar con los partidos en el estado calamitoso en que se encuentran. Por eso es tan importante el debate sobre el cuarto retiro: es un test de fuerza sobre los políticos del sector. Muestra quiénes están ahí por convicciones y principios, dispuestos incluso a ser impopulares antes que a mentir, y quiénes no. Si vamos a rescatar la república de Chile necesitamos representantes que lo sean por convicción, y no oportunistas incapaces de ganar los niveles de plata que obtienen en el Congreso fuera de él, y dispuestos a cualquier cosa para mantenerlos.
- Ante los dichos de la vocera de Sichel, de que "hay que tener menos diagnóstico, menos escritorio y mucha más calle", usted la invitó a "abandonar el desprecio por las ideas" porque "si algo necesita la centroderecha es un diagnóstico contundente". ¿A estas alturas todavía no lo tiene?
- La centroderecha está despertando de un sueño dogmático, lentamente. El Chicago-Gremialismo, congelado en 1989, está en la bancarrota. La única defensa que le queda es alegar que discutir ideas es perder el tiempo, para que sigamos con la misma cantinela, pero eso ya no se lo traga nadie. Hay efectivamente una derecha nueva gestándose, que tiene un mayor compromiso democrático, republicano y pluralista que la nueva izquierda, y que será capaz de ofrecerle al país un camino de reforma social responsable, gradualista y respetuoso de la diversidad institucional y social. Y si ese camino no logra triunfar hoy, lo hará mañana, porque la confianza ciudadana no es algo que se obtenga de un día para otro. (…) El impulso por una renovación seria, más allá de eslóganes baratos y maquillajes, seguirá avanzando, le pese a quien le pese.
Arrastrado al matadero
- Las posturas erráticas de Boric frente a temas sensibles para la ciudadanía como el cuarto retiro, ¿lo complicarán en las próximas semanas, sobre todo cuando tenga que defender su posición ante sus contrincantes?
- Yo tengo mucho respeto y admiración por Gabriel Boric. Pero creo que no está capitaneando su barco. Que termina siempre silenciado o haciendo piruetas retóricas porque no tiene suficiente apoyo interno. Y me preocupa que termine como Allende, pero sin la espectacularidad martirizante del golpe. Es decir, aislado y abusado por su propio sector, desbordado por los extremistas, con un Partido Comunista que lo presiona y desafía constantemente. El debate sobre el cuarto retiro abre un muy mal pronóstico sobre lo que podría ser un eventual gobierno suyo. Un líder que le agacha el moño a los que le exigen mentir, que después tendrá que comerse la crisis económica cubierta por su mentira, es alguien que está siendo arrastrado al matadero, y que no tiene fuerzas para proteger a quienes representa de la deriva populista.
- En una entrevista con radio Biobío, el candidato de Unión Patriótica, Eduardo Artés, cargó contra el diputado por Magallanes, asegurando que "no es de izquierda, solo propone modificaciones parciales, el para nosotros es un burgués liberal". ¿Es tan así?
- Desde la perspectiva del señor Artés, que es un estalinista en sentido estricto, prácticamente nadie es de izquierda más allá del pequeño núcleo de su pequeño partido. Y quizás Aleksandr Lukashenko, el tirano de Bielorrusia. Aunque puede que lo encuentre "amarillo", habría que preguntarle. Hablando en serio, Boric, burgués y todo, sí es de izquierda. Es todo lo de izquierda que puede ser alguien que se enteró que la Unión Soviética dejó de existir hace 30 años. Pero tiene en su interior algo así como un diálogo infinito entre personajes, facetas de él, que podrían ser Miguel Enríquez y Albert Camus. Yo asumo que por eso tiene ganas de escribir una novela: para sacarse ese diálogo de adentro y plasmarlo en algún lado. El problema, claro, es que alguien atrapado en esas dudas llegue a la presidencia sin resolverlas.
Una declaración de principios
- Ahora bien, en la mencionada Cadem un 29% de los consultados no respondió o derechamente dijo que "no votaría". ¿El proyecto de voto obligatorio bastaría para reducir el porcentaje de indecisos para futuras elecciones?
- No. El proyecto de voto obligatorio tiene por objetivo otra cosa: es una declaración de principios. Traduce el hecho de que somos una república sostenida en derechos que nos proveemos y aseguramos mutuamente como ciudadanos a través del cumplimiento de deberes cívicos. Y que la república no es un mall, una feria, un mercado de votos, ni nada por el estilo. No somos consumidores de nuestra democracia, sino sus agentes y custodios. Por eso el voto debe ser obligatorio por defecto, aunque yo estoy de acuerdo en que si alguien considera que la ciudadanía plena es una carga demasiado fuerte pueda retirarse de los registros electorales mediante algún procedimiento. Pero que al menos deba tomarle el peso a lo que está haciendo.
- Respecto de esta iniciativa, el director de Tú Influyes, Axel Callís, sostuvo en CNN que "pueden legislar el voto obligatorio, pero dejarlo a la chilena: trucho, sin sanción y, por lo tanto, no aplicable". ¿Comparte esta visión?
- Lo que me parece muy "a la chilena" es la idea de que las leyes sólo tienen sentido si se imponen a palos. El tema con el voto obligatorio no es llevar a la gente a votar arrastrada por carabineros, sino, como dije, traducir institucionalmente el hecho y naturaleza de nuestra ciudadanía. Es una declaración de principios que no puede imponerse a palos, pero que aumenta la sanción moral al que no cumple su deber cívico. Eso también es pedagógico. 2
Esperaría ver a los políticos explicándoles a sus votantes que, aunque nadie pone en cuestión que sus ahorros sean de ellos, si siguen sacando plata a raudales mientras los bienes disponibles en el mercado para comprar se mantienen iguales, lo único que lograrán será que todo suba de precio".
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