Ted Lasso
Entre las múltiples cosas a las que nos ha forzado la pandemia, está la necesidad de vaciar los catálogos de series y películas de distintas plataformas en línea para matar el encierro. Como la necesidad tiene cara de hereje, he abierto el espectro hacia programas respecto de las cuales, en circunstancias normales, ni siquiera hubiera aceptado ver el tráiler. El encierro, junto a 20 nominaciones a los premios Emmy 2021 y el triunfo en la categoría de mejor serie cómica, fueron los argumentos que me llevaron a dar a Ted Lasso, por lo menos, una oportunidad.
Sin embargo, las altas expectativas puestas en este galardón chocaron rápidamente con la realidad cuando vi que es la historia de un entrenador de fútbol americano que, luego de obtener un título juvenil en la competencia local, es contratado por la dueña de un equipo de la famosa y competitiva Premier League inglesa, el ficticio AFC Richmond.
La idea no solo es ridícula, sino que además resulta ofensiva para todos los amantes del fútbol sin apellido. La rabia va in crecendo cuando observamos que el entrenador ni siquiera se avergüenza de no conocer sobre nuestro amado deporte, sino que además se jacta de ello, lo que no es impedimento para que pueda seguir ejerciendo su labor.
Seamos serios ¿Qué posibilidades hay en el mundo real de que algo así suceda? Que un entrenador de la NFL pueda hacerse cargo de un equipo de la liga más competitiva de fútbol del mundo. Quizás, las mismas de que Godzilla se pelee con King Kong, de que Winston revele su verdadero nombre o de que Wanderers se salve de caer a la B esta temporada.
Por todas estas razones, no es extraño que la llegada de Ted Lasso cause un profundo rechazo en los furibundos hinchas del Richmond, el mismo que provoca en los televidentes futboleros que soportamos esta comedia.
Sin embargo, detrás del bigote ochentero, acento sureño y humor burdo, hay un imán que atrae y que nos obliga a seguir la historia: la humanidad de un personaje. Al principio, pareciera no tener sentido, pero Lasso confiesa, sin tapujos, que no le importa ganar o perder, que lo que le interesa es sacar el máximo potencial de sus jugadores, no como futbolistas, sino hacer de ellos mejores personas.
La filosofía de Lasso es que nadie está antes que el grupo y que cualquier sistema táctico o práctica de fútbol puede ser relegada a un segundo plano si hay un problema personal entre dos jugadores, un cumpleaños o alguien necesita ayuda.
Siguiendo esta lógica, poco a poco, pareciera que nos vamos sintiendo hipnotizados por esta serie, porque nos damos cuenta de que el entrenador es cualquier cosa menos un personaje burdo o tonto, como los seguidores del Richmond y televidentes suponíamos al principio.
La genialidad de la serie consiste en que el mismo fenómeno que viven los hinchas del ficticio A.C. Richmond, de despreciar al nuevo entrenador para terminar entendiendo su filosofía, es el que vivimos los televidentes, porque capítulo a capítulo vamos descubriendo la grandeza del personaje. Por esta misma razón, no es casual una cita del poeta Walt Whitman que pronuncia Lasso finalizando la primera temporada: "Sé curioso, no juicioso". Un tiro directo para todos quienes despreciábamos continuar con esta serie, antes siquiera de conocerla bien, pero también, una enseñanza de vida que nos puede servir, como a los jugadores del Richmond, a ser mejores personas.
por winston