"Con Piñera me animé a teorizar sobre el concepto de mala praxis comunicativa en contexto de crisis"
Mario Riorda ha formado parte, en su rol de consultor político, en más de 120 procesos electorales en toda América Latina. Y en la reciente elección primaria de la Argentina, se vio en la vorágine de asesorar, a la vez, a seis proyectos políticos provinciales, en su mayoría oficialistas. De lo que ocurre en nuestro país cuenta que no está al tanto de lo más reciente acerca de la Convención; sin embargo, es capaz de desarrollar sus ideas más reconocidas -sobre el consenso, la crisis y las dinámicas sociales- en el contexto chileno y todo lo que viene pasando, desde el estallido social hasta el momento constituyente.
-Uno de los conceptos que utiliza con frecuencia es el de crisis. ¿Cómo se puede entender Chile, actualmente, desde ahí?
- Creo que cuando uno mira la reacción popular en Chile, literalmente, se trata de una crisis puesto que se rompió todo tipo de chances para poder gobernar, a tal punto que la única salida como una especie de catarsis social/institucional fue, precisamente, la Convención. Pero por si fuera poco, esa crisis muchas veces adquiere situaciones del contexto y estoy pensando en los liderazgos que la agravan mucho más. A mí me sorprendió la actuación de Sebastián Piñera, diría que tengo una suerte de fijación con lo que hizo, porque tanto él como Lenin Moreno, en Ecuador, fueron dos de las experiencias más negligentes en términos del manejo de la crisis y de la comunicación de la crisis en particular. A través de estos liderazgos, de Piñera y Moreno, me animé a empezar a teorizar con el concepto de mala praxis comunicativa en contexto de crisis, y lo que significó aquella respuesta política que en vez de ayudar a mitigar, frenar o clausurar un proceso crítico, no solamente no lo hace sino que, además, lo exagera y genera más y más reacción que aumenta la crisis. Creo que Piñera fue el acelerador del proceso constituyente, desde todo punto de vista, porque intentó reforzar la idea de un poder que él mismo ya venía perdiendo y que no había modo de poder ser recuperado.
-Si fuera el consultor comunicacional/estratégico de Sebastián Piñera, ¿qué consejos le daría o qué camino le recomendaría seguir?
-Mi único consejo, si es que vale y lo digo con toda humildad, es que independiente de sus capacidades, estos líderes deben rodearse de personas que estudien la dinámica de los procesos sociales, provengan de la comunicación, la sociología, o de la ciencia política preferentemente. Esto porque, mayoritariamente, estos poderes se convirtieron en herméticos, introvertidos, cerrados y acostumbrados al conservadurismo. Tanto por izquierda y por derecha he tenido la oportunidad de dialogar con muchos liderazgos en América Latina y, casi siempre y a posteriori de que pasen estos hechos críticos, empiezan a reconocer muchísimo de lo que debieron haber hecho antes.
- Y ahora, ¿cómo ve la reestructuración de las fuerzas políticas en este momento constituyente?
-Me parece seductor cómo es que una explosión social puede llegar a ser tan significativa y otorgar tanta voz a las personas desplazadas. También es cierto que habrá que rever ciertos equilibrios, porque de alguna manera ha sido tan fuerte el castigo, particularmente en los sectores conservadores, que estos empezaron, de uno u otro modo, a ser excluidos en este nuevo debate, especialmente en su capacidad de negociar o de que su voz también sea oída, independiente de lo que puedan representar ideológicamente en la Convención. Entonces, creo que fue fabuloso el proceso, pero también me deja mucha intriga y me preocupa que, así como todo un sector fue desplazado mucho tiempo, gran parte del nuevo debate desplace a otros sectores para lo que viene y de manera muy asimétrica. Ahí pongo el foco a futuro, porque cuando los desplazamientos silencian las voces por completo de ciertos sectores, ante cualquier traspié o tensión afloran estos sectores desplazados a modo de expresiones de rencor social.
- ¿Cómo llegar a consensos en este clima de voces que entran a la política y otras que son desplazadas?
-Una de las grandes dificultades de lo nuevo es que todo consenso es un consenso precario y esto debería hacer que la política comience a respetar mucho más las dinámicas sociales, que nunca se terminan de conocer. Creo, además, que la articulación de este consenso precario, por lo menos en su diferencia con otra época, tiene algunas particularidades. La primera es que se trata de consensos movimientísticos y esto porque involucran causas e intereses con demandas concretas. Lo que diferencia a esta estructura movimientística de los propios partidos políticos, es que antes estos últimos dotaban de identidad y que, independiente de su peso específico, esa identidad era más o menos estable. Hoy en cambio esa identidad se referencia en demandas concretas, por lo tanto, siempre hay una expectativa asociada a su consecución y entonces, si eso no se logra, estos movimientos tienden a romperse o, como son amorfos, a tomar otra forma y estructura de representación. Lo que quiero decir es que esta voluntad movimientística depende de respuestas concretas, cosa que no siempre se le exigía a los partidos y, si éstas no se logran, van generando dinámicas novedosas en el corto plazo. La estructura de un sistema de partidos dota de estabilidad a los sistemas políticos y sociales, mientras que la estructura de los países sostenida nada más que por dinámicas movimientísticas, le da un vértigo al cual no solamente no estamos acostumbrados, sino que nadie puede ni podrá pronosticar escenarios hacia adelante.
-Desde dentro de la Convención, hay quienes creen que no debería mirarse el proceso con los lentes del realismo político de toda la vida. ¿Qué forma pueden llegar a tomar este tipo de procesos novedosos?
-Es cierto que el momento nos obliga a dejar atrás viejas etiquetas o estructuras analíticas para pensar estos fenómenos novedosos. Ahora bien, si esa articulación no se sostiene por demandas concretas casi siempre adquiere la forma de una contraidentidad, es decir que, para mantener su consenso precario terminan oponiéndose a algo. Es su modo de perdurar dentro de su heterogeneidad interna, que es mucho más dinámica, cambiante, que tiene fronteras difusas, pero que no dejan de ser nunca heterogeneidades. Así que, casi siempre, terminan adquiriendo la forma de clivajes - que son posturas dicotómicas en torno a temas- que a la larga generan simplicidades muy peligrosas para los sistemas democráticos.
"Creo que Piñera fue el acelerador del proceso constituyente desde todo punto de vista. Porque intentó reforzar la idea de un poder que él mismo ya venía perdiendo y que no había modo de poder ser recuperado".
"La estructura de un sistema de partidos dota de estabilidad a los sistemas políticos y sociales, mientras que la estructura de los países sostenida nada más que por dinámicas movimientísticas, le da un vértigo al cual no solamente no estamos acostumbrados, sino que nadie puede ni podrá pronosticar escenarios hacia adelante".
"Cuando los desplazamientos silencian las voces por completo de ciertos sectores, ante cualquier traspié o tensión afloran estos sectores desplazados a modo expresiones de rencor social".