"Britney vs Spears": la princesa encerrada
El estreno esta semana del documental sobre los últimos dolorosos años de la cantante coincidió estratégicamente con el juicio en contra de su padre, Jamie.
El estreno esta semana en Netflix del documental "Britney vs Spears" ¬-en medio del juicio de la cantante contra su padre- gatilla dos reflexiones inmediatas. La primera es que el streaming se ha transformado en una herramienta judicial que podría tener influencia en los fallos de tribunales (por ejemplo, el caso que muestra "Carmel", centrado en el asesinato de la argentina María Marta García Belsunce, sigue abierto). En segundo lugar, nos lleva a pensar en el desarrollo del cine documental desde sus orígenes -cuando la pantalla funcionaba como promoción para vender discos- hasta las miradas más descomprometidas de los últimos años.
Si tuviésemos que situarla en algún contexto, "Britney vs Spears" ocuparía un nuevo territorio, más cercano a los entusiasmos de las redes sociales que a las dinámicas del cine. Podríamos decir que es una investigación periodística que, a pesar de su supuesta objetividad, funciona como una película de fan. Jenny Eliscu, periodista de la revista Rolling Stone que codirige el filme, no tiene pudor en reconocerlo frente a la cámara: cuando entrevistó a Britney no tenía vínculo alguno con su trabajo ni con la música pop pero salió de ese encuentro amándola. La directora Erin Lee Carr, por su parte, es una admiradora de la cantante que consiguió material suficiente como para defenderla a través de un documental, siguiendo la ya célebre consigna de "Free Britney".
"Britney vs Spears" aborda 13 años de penurias, desde que la rubia que brilló a finales de los 90 fue sometida a una "tutela" por parte de su padre hasta la actualidad. La historia ya la conocemos gracias a los cuentos infantiles y las películas. Es la tragedia de la princesa encerrada en un castillo de oro. La chica buena sometida a las ambiciones y perversiones de un ogro que lleva años controlando todo lo que hace. Cuando decimos todo nos referimos a todo: sus finanzas, sus anhelos, su vida sentimental (no puede casarse sin permiso) o su cabeza (ha sido obligada a tomar litio). El villano se llama Jamie y en el documental lo vemos en situaciones poco amistosas. Britney, en cambio, resulta adorable con su dulzura y sus debilidades. Otra víctima de una industria desalmada.
Erin Lee Carr y Jenny Eliscu entregan pruebas para combatir los informes psiquiátricos hechos para tumbar a la estrella, muestran que la "tutela" fue realizada irregularmente, apuntan a una red de manipulaciones orquestada por su familia y exploran el silencio de una celebridad cuya última declaración, frente a una jueza en junio, fue: "No soy feliz, no puedo dormir. Estoy deprimida, lloro todos los días. Mi padre y todos los involucrados en esto deberían ir a la cárcel". Pobre Britney.
Esta semana Britney Spears ganó el juicio contra su padre, quien la mantuvo bajo su tutela durante 13 años.
Por Andrés Nazarala R.
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