Max Stirner: ¿revolución o insurrección?
Pocos pensadores han sido tan anatematizados, ignorados y admirados (todo al mismo tiempo) como Johann Kaspar Schmidt, mejor conocido en el mundo por su seudónimo Max Stirner (1806-1856). Schmidt fue atacado sin piedad, aunque con secreta admiración, por Marx y Engels en La ideología alemana, y por Kuno Fischer, quien junto con calificarlo como un sofista moderno y expulsarlo de la Academia, desprecia al sujeto atomístico stirneriano como "negatividad pura", agregando que su movimiento anarquista (si es que alguno hay) solo puede legar un ejército intelectual con punto de apoyo en la nada sobre la nada. ¿Por qué este desprecio y, al mismo tiempo, extraña fascinación por la obra y figura de un filósofo relativamente desconocido? Y, quizá la pregunta más importante: ¿qué vigencia posee el pensamiento de Stirner en nuestros días? ¿Está íntimamente ligado al de Nietzsche como se ha sospechado siempre?
Es curioso que un filósofo que publicó en vida una sola obra (El único y su propiedad, 1844, el mismo año de nacimiento de Nietzsche) haya causado tanto revuelo entre los acólitos del marxismo clásico, quienes enfrentados a este Leviatán contemporáneo optaron masivamente por una falsa indiferencia, como quien anhela enviar al Tártaro a este monstruo bello, pero indócil e inclasificable, capaz de soportar el peso del mundo como de transformarlo, que es precisamente la exhortación de Marx en la última de sus Tesis sobre Feuerbach (1845).
Puede que la causa de la resistencia a Stirner, guardando las proporciones, sea la misma que han enfrentado otros grandes hombres como Mahavira, Krishna o Jesucristo. Dice Stirner, provocativamente: "Yo he fundado mi causa sobre la nada", en una sutil evocación del mensaje cristiano "mi reino no es de este mundo". Pero Stirner, extraña y solitaria criatura, sí pertenece a este mundo sensible y su pensamiento transgresor conserva vigencia a partir de la distinción entre dos categorías políticas importantes: revolución e insurrección.
La gran teórica de las revoluciones, Hannah Arendt, asocia la idea de revolución con la de libertad: el deseo de reconocimiento en el caso de la revolución americana, y el de estar libres de la necesidad en el caso de la francesa. Pero en Stirner se incorpora la insurrección como categoría ética. En una lectura desde Stirner la revolución es una estrategia fallida de emancipación, por cuanto no libera al individuo de las formas de subjetividad que lo mantienen sujetado al poder (por eso es sujeto). Es como el ateo que necesita a Dios para negarlo.
La importancia de Stirner reside en que detrás del lenguaje secular de derechos, garantías, libertades e igualdades (vacío desde la perspectiva stirneriana) se esconden formas sutiles de control -de biopolítica-. Solo la insurrección, en tanto rechazo de roles de identidades, estaría más allá del bien y del mal.
por fernán rioseco
académico filosofía uv