Nuevo problema para los cruceros
Dos naves suspendieron su paso por Valparaíso, un tropezón al inicio de una temporada cuyo objetivo es lograr el repunte de la actividad. La obligación de cuarentena para los turistas extranjeros es el último obstáculo puesto a una industria turística que solía tener un futuro promisorio. Cada vez hay más dudas de que esa promesa se cumpla en esta ciudad.
Hubo una buena época en que los cruceros de lujo eran una esperanza para la el turismo en Valparaíso. Su arribo era un espectáculo en sí mismo, capaz de romper el trajín habitual de los sitios portuarios, y el desembarco de sus pasajeros, la mayoría de ellos europeos o norteamericanos, alimentaba un rico circuito de rutas que sacaba brillo al casco histórico declarado Sitio del Patrimonio Mundial. En interacción con Casablanca, que ofrece viñedos, y Viña del Mar, que tiene el atractivo del Casino, Valparaíso pudo construir un incipiente polo de desarrollo turístico, tan competitivo como los mares nórdicos y el caribe, y la ciudad comenzó a aparecer en la portada de los folletos que las empresas especializadas exponían en las ferias mundiales del rubro.
Pero algo pasa en Valparaíso que este tipo de iniciativas nunca terminan de cuajar. Después de cinco años de tramitación, en 2016 fue inaugurado el edificio del Valparaíso Terminal de Pasajeros (VTP), pensado justamente para recibir de forma adecuada a los miles de turistas que cada año elegían este destino, pero las sonrisas de la apertura duraron poco. El año 2017, un conflicto portuario obligó al desvío del 67% de los cruceros que tenían previsto anclar en Valparaíso y abrió la oportunidad a los terminales en San Antonio, que pronto aprovecharon la contingencia instalando tarifas más competitivas. Luego, la Empresa Portuaria Valparaíso (EPV) desestimó un proyecto para construir un muelle exclusivo para naves de lujo, debido a que los estudios técnicos demostraron que no tenía viabilidad económica. Eso fue en septiembre de 2019. Seis meses después, la pandemia obligó a cerrar los viajes por más de un año, infligiendo a la industria un golpe del que aún no se repone.
Hay otros conflictos que también afectan a la actividad, como la pugna que enfrenta judicialmente a EPV y Agunsa por el terminal de pasajeros, la falta de apoyo decidido del Estado para dar las facilidades que permitirían el despegue del turismo de cruceros, o la presencia de un alcalde que plantea más incertidumbres que certezas a los proyectos de inversión en Valparaíso.
Esta semana, dos buques expedicionarios de la línea Hurtigruten, "Fram" y "Roald Amundsen", cuya llegada estaba prevista para los días 15 y 23 de octubre, respectivamente, anunciaron que suspendían su paso por Valparaíso. La exigencia de una cuarentena de cinco días para los turistas extranjeros que lleguen al país surge como la razón aparente de esta nueva debacle que empaña la nueva temporada de arribos.
Pero no hay que engañarse. Una cuarentena no es el único problema que tiene, hoy por hoy, la industria de cruceros en Valparaíso.