Puertos y las nuevas amenazas oceánicas
El cambio climático ha tenido efectos en las condiciones del mar que obligan a cerrar terminales marítimos. Para Patricio Winckler, académico de la UV, el mayor nivel del mar hará que los daños en la infraestructura portuaria, la inundación de paseos costeros y la erosión de las playas sean cada vez más intensos.
En dos frentes el cambio climático está atacando al país. El más conocido es el relativo a la sequía y los amenazantes problemas de falta de agua para el consumo humano y también para la agricultura y otras actividades productivas. Pero otro flanco que se manifiesta en los últimos tiempos es el referido al borde costero y los embates del Océano que afectan la actividad marítima y las defensas portuarias, obligando al cierre de los terminales del país. Esta situación es especialmente grave si se tiene en cuenta que casi el cien por ciento de nuestro comercio exterior se realiza por la vía marítima.
Una reunión del Sistema de Empresa Pública (SEP), titular de los puertos estatales del país, y la Armada, analizó esta situación considerando los días de cierre de los terminales.
En los últimos doce meses, sumando los diversos puertos, los cierres por condiciones climáticas llegaron a 585 días. Precisando, Quintero acumuló 132 paralizaciones, Ventanas 120, San Antonio 80 y Valparaíso solo 5. La menor afectación de Valparaíso está condicionada por su ubicación natural y por la seguridad lograda por el molo de abrigo.
Para Patricio Winckler, académico e investigador de la Escuela de Ingeniería Oceánica de la Universidad de Valparaíso, el mayor nivel del mar hará que los daños en la infraestructura portuaria, la inundación de paseos costeros y la erosión de las playas sean cada vez más intensos. En entrevista con este Diario, el experto afirma que "durante los últimos diez años las marejadas han generado un total de 18 mil horas de cierres en los principales puertos chilenos con aguas abiertas al Pacífico". Ante este problema creciente, indica Winckler que "el uso de sistemas de alerta temprana de marejadas en combinación con el monitoreo en tiempo real de las variables ambientales, permite planificar la operación de una instalación portuaria con días de anticipación". Eso en lo inmediato que exige afinar los sistemas de información sobre las condiciones climáticas oceánicas en coordinación con los terminales y sus operadores. Así es posible evitar pérdidas con naves a la espera y, lo más importante, daños y accidentes en los puertos mismos.
Pero mirando en perspectiva, el académico advierte sobre la necesidad de establecer "planes de mantenimiento y reparación de obras costeras, de atraque y abrigo que serán dañadas con más frecuencia por las marejadas en la medida que avance el siglo". Esta realidad presente debe confrontarse con proyectos pendientes para la atención de naves de nueva generación, caso del Terminal Dos de Valparaíso y las ampliaciones en el puerto de San Antonio. No se pueden olvidar tampoco, con mirada preventiva, los paseos costeros y playas, parte de nuestro patrimonio turístico, y también expuestos a la furia de las nuevas condiciones del mar.