Hurgando en historias de brujas y fotos antiguas
Irene Solà escribió "Canto yo y la montaña baila" mientras miraba imágenes de niños y rastreando mitos de brujería que pasan de pueblo en pueblo. Su historia ganó el Premio de Literatura de la Unión Europea.
Canto yo y la montaña baila", la novela de la escritora Irene Solà, se ha convertido en una de las últimas revelaciones de la literatura española. Ganadora del Premio Anagrama de novela en catalán y el Premio de Literatura de la Unión Europea en el año 2020, Solà rastrea en su libro los acontecimientos que rondan a un "trocito de mundo", como le gusta llamarlo, cercano a las montañas del Pirineo. Allí habitan brujas, animales y los despojos de la guerra civil, un evento que aún traumatiza a la sociedad española.
"En las montañas aún hay balas, granadas, cantimploras, todo aquello que las personas que huyeron de la España franquista fueron tirando para huir", cuenta Solà.
"Canto yo y la montaña baila" es un ejercicio imaginativo y poético donde lo mágico, lo natural y lo humano confluyen para dar paso a una novela de muchas voces, donde el mito se une con lo actual.
-¿Qué historias de brujas recuerdas de tu infancia?
- Recuerdo la historia de una mujer que estaba casada con un herrero, y que por las noches iba al cuarto donde dormían los aprendices que trabajaban con su marido, y le ponía en la boca a uno de estos chicos jóvenes una brida (correa) de caballo. Este chico se convertía en asno, y ella lo usaba de montura para ir a los aquelarres de brujas. Esta historia termina fatal, pues los hombres jóvenes se dan cuenta de lo que hace la bruja y se vengan de ella. Investigué y descubrí que esta historia se cuenta desde el siglo III antes de Cristo, en Asia, y que luego viajó por toda Europa, y llegó hasta Norteamérica. Me interesa saber por qué viajan estas historias, qué carga con ellas, que moralejas tiene. Esta historia es interesante porque a partir del siglo XVI, en juicios por brujería, una de las acusaciones que los hombres hacen en contra de mujeres -a las que tachan de brujas- es decir que les han puesto bridas en la boca y los han montado como si fueran burros o caballos.
-Aunque parece haber mucho de imaginación tuya en la novela, ¿de qué fuentes te has nutrido?
-Estudié Bellas Artes y mi manera de trabajar tiene mucho que ver con las metodologías del arte contemporáneo. Eso quiere decir que hay detrás mucha investigación y reflexión, así como también querer aprender con el proceso mismo. Cuando yo empiezo una novela no decido cómo va a ser ni qué personajes habrá. Lo que hago es preguntarme qué quiero aprender, qué cosas me interesan, qué ideas quiero estar pensando o qué preguntas quiero hacerme. En "Canto yo y la montaña baila" me interesé mucho en los juicios por brujería en Europa de los siglos XVI y XVII.
-¿Qué otra cosa más pensaste?
-En el antropocentrismo: la idea de que el ser humano es el centro y el motivo de todo. También profundicé en el concepto de naturaleza: donde nos situamos en relación a ella. Me interesaba también el folklore y las narrativas orales que nos contamos.
-Las historias mitológicas, o las leyendas, parecen no estar en la primera línea de interés. ¿Crees que podemos volver a ellas? ¿Qué clase de conocimiento o sabiduría aportan?
-Yo no sé si las historias mitológicas están en la primera línea, pero sí forman parte de mis intereses. A mí me gustan las historias. No sólo contarlas, sino también que me las cuenten, y por otro lado me interesa la narrativa oral, porque creo que ellas han viajado con nosotros y guardan un poco de ADN del pasado, de la manera en cómo hemos mirado alrededor desde antaño. Al mirarlo desde una perspectiva contemporánea, desde una perspectiva crítica, es una herramienta preciosa y divertida para trabajar.
-Europa, y en particular España, ha pasado bastante tiempo sin una guerra cerca. ¿Te costó mucho narrarla? ¿Es difícil imaginarla?
-Esta es una novela que imagina todo lo que ha pasado encima de un mismo territorio: todas las anécdotas, las historias, las vidas, los acontecimientos que han sucedido en mismo trocito de mundo a la vez. ¿Qué rastros o marcas han dejado estos acontecimientos? Esta idea encajaba bien con la retirada republicana en la guerra civil, porque a las montañas del Pirineo aún hoy puedes encontrar restos de la retirada. Escribí esta parte inspirándome en una fotografía en la que se ve a una niña que va con unas muletas, porque le falta una pierna. Va rodeada de adultos y de unos niños. A otro niño también le falta un pie. Me inspiré en esa niña para escribir ese capítulo, y para eso leí uno de los diarios de uno de los hermanos de la chica.
-"Canto yo y la montaña baila", quizás por lo imaginativa y lo exótica, me recordó a ciertos escritores del boom latinoamericano, como Onetti o García Márquez. ¿Crees que hay algo de esa tradición en tu escritura?
-A mí en general me interesa mucho la literatura latinoamericana, como por ejemplo la de García Márquez o la de Juan Rulfo, pero también la que se está haciendo ahora mismo, como Mariana Enríquez o Fernanda Melchor. Te diría que "Canto yo y la montaña baila" no bebe concretamente del boom, pero sí que siente un interés por lo que se ha escrito y se escribe ahora mismo.
-En un momento, un narrador dice: "Qué paisajes y qué montañas tenemos, deberíamos estar muy orgullosos, y a veces se nos olvida, todos apretados en el agujero". ¿Crees que hemos perdido interés en observar la naturaleza, o en pensar en ella?
-Mis opiniones no son la de ninguno de los narradores. Yo uso todas estas voces y narradores para explorar ideas y preguntas. Mi opinión no es la de ninguno de ellos. No sé si hemos perdido interés en observar la naturaleza o en pensar en ella, pero sí que quería preguntarme ¿cómo miramos la naturaleza?, ¿qué es la naturaleza o dónde la situamos? ¿Por qué convertimos a la naturaleza en algo exterior, alejado de nosotros? La convertimos en algo bucólico, casi irreal. Allí quiero ir, en vez de hacerme grandes preguntas.
Irene Solà es Licenciada en Artes y colabora habitualmente en La Vanguardia.
Por Cristóbal Carrasco
"Escribí inspirándome en una fotografía en la que se ve a una niña que va con unas muletas, porque le falta una pierna. (…) A otro niño también le falta un pie."
Oscar Holloway