Generación Z: los "ofendiditos"
La ola de revisionismo histórico -al igual como ocurrió en España y en Estados Unidos- también recorre Chile. Así, las estatuas que en otro tiempo fueron veneradas, acabaron siendo derribadas, o bien objeto del vandalismo, como una especie de versión restaurada de la antigua damnatio memoriae.
Pero esta ola de destrucción de símbolos e iglesias tiene raíces sociológicas y culturales profundas que van mucho más allá de los problemas de equidad o desigualdad económica del país.
Se trata de un cambio generacional con el ascenso a primera línea de una generación más diversa, combativa y susceptible; hornada de guerreros de la justicia social formada en los colegios y las universidades y que empieza a tomar posiciones de responsabilidad en la sociedad.
Hablamos de la que ha sido llamada Generación Z o Zillenials, esto es, los nacidos a partir de 1995, quienes han sido criados en entornos súper protegidos y acuden a universidades tomadas por la extrema corrección política-, factor clave, sin duda, para comprender lo que está pasando.
Esta generación ha sido educada en un contexto tecnológico y social sin precedentes, cuyas consecuencias comienzan a aflorar recién ahora y cuyos primeros síntomas -aparecidos hace algunos años-, tuvieron relación con profesores o catedráticos que en su oportunidad fueron invitados por planteles universitarios a exponer un determinado tema y cuyas conferencias fueron funadas por los alumnos, quienes se arrogaban arbitrariamente el derecho de impedir el ingreso de determinadas personas al plantel.
Ni qué decir lo que ha venido ocurriendo con la literatura, en que los administradores de lo políticamente correcto se arrogan el derecho de prohibir ciertos libros o censurar partes consideradas inconvenientes. De hecho, en 2015, la artista chilena Carla Moreno publicó en su blog una columna titulada "Confieso que he violado", acompañada de una ilustración en la que dibujaba la portada de un pasquín llamado Machista Progre, y en la que aparece Pablo Neruda con fecas en la cabeza.
Los integrantes de esta Generación Z son guerreros de la justicia social armados con toda una terminología nueva como apropiación cultural, interseccionalidad, héteronormatividad, cisgénero, estado violador, transfeminismo y otros conceptos de difícil traducción que se están apoderando a punta de puritanismo y prepotencia de la sociedad, guerreros que además rayan con frecuencia en una actitud catastrofista, tomando conflictos y frustraciones rutinarias como atentados a su integridad personal.
Se trata -como ha dicho un autor- de la generación de los "ofendiditos", quienes a la hora de interactuar con otras personas suponen siempre lo peor, asumiendo que los comentarios torpes o desubicados son microagresiones intencionales, de modo que se trata de jóvenes paranoicos que practican el pensamiento binario y la idea de que el mundo se divide entre buenos y malos, oprimidos y opresores, por lo que si en este mundo idealizado y autorreferente aparece algún factor que lo trastoque, rápidamente aparecerán expresiones de ira y cazas de brujas.
Estos "ofendiditos" son autores de un mundo de persecuciones que se desatan por cosas nimias, como un gesto o una palabra en un mail, y son tan viscerales que los que se oponen a ellos guardan silencio por miedo a ser arrojados también a la hoguera.
Una de las causas pudiera ser la crianza paranoica de los niños en los años noventa, que se ha traducido en el intento de reducir al mínimo la ocurrencia de todo percance o accidente a los hijos, lo que, sin embargo, ha provocado consecuencias perniciosas, dado que la ausencia de libertad y riesgo en nombre de la seguridad debilita a los niños, los vuelve miedosos y dependientes e incrementa a la larga la incidencia de trastornos mentales como la ansiedad y la depresión.
De hecho, la salud mental ha sido un tema de relevancia en Chile en los últimos años, debido a las altas tasas de trastornos mentales y suicidio que experimenta el país (Minsal, 2017). Solo a modo ejemplar, la OMS sitúa a Chile como uno de los países con mayor carga de morbilidad por enfermedades psiquiátricas en el mundo (23,2%). Casi un tercio de la población mayor de 15 años ha sufrido un trastorno psiquiátrico y un 22,2% lo ha tenido el último año, siendo la ansiedad, la depresión y los trastornos por consumo de alcohol los más prevalentes.
El otro factor explicativo de este cuadro puede ser el impacto de las redes sociales. El motivo principal por el cual el año 1995 es clave es el siguiente. Cuando apareció el primer iPhone en 2007, los nacidos en 1995 estaban entrando en la adolescencia. Facebook, Twitter y sus variantes se incorporaron orgánicamente a su desarrollo juvenil, con todas sus ventajas e inconvenientes, incluida la adicción y la sobreexposición constante a los juicios y a las opiniones de los demás. Los escasos momentos de ocio, en vez de emplearse en el encuentro real con otros, se reemplazan por un mundo de likes, perfiles filtrados y la carrera por aparentar una vida más exitosa e interesante que la de los demás.
En síntesis, los Zillenials o Generación Z son la generación globalista, tecnológica, inconformista, egocéntrica, cuyos integrantes poseen hábitos mentales vinculados a la ansiedad y depresión, y experimentan temor o ira ante toda controversia, exageran el peligro, reaccionan emocionalmente, juzgan sin matices y piensan de manera distorsionada, lo cual eleva su probabilidad de volverse frágiles, sufrir ansiedad y sentirse heridos fácilmente y, a su vez, de transformarse en los nuevos inquisidores del tiempo actual.
por rodrigo díaz yubero, abogado