En resumen
"La crónica francesa" es el décimo largometraje del cineasta estadounidense.
"La crónica francesa" es el décimo largometraje del cineasta estadounidense.
Natalia Paz (1987), psicóloga y diplomada en escritura creativa, debuta en la novela con "Esta ciudad no era para nosotras" (Libros del amanecer), que reconstruye fragmentariamente la experiencia del quiebre del amor entre dos mujeres jóvenes mientras recorren distintos países.
No hay término medio con el cine de Wes Anderson. Quienes consideran que es un esteticista desalmado que ha perdido la conexión con los seres humanos no tendrán puntos en común con los admiradores de sus puestas en escenas sofisticadas y su galería de personajes únicos. Más allá de los juicios, muchas veces incentivados por la moda, hay que reconocer que "La crónica francesa" -su última película, desde el jueves pasado en cines chilenos- es una experiencia cinematográfica imaginativa y envolvente.
El director de películas como "Los excéntricos Tenenbaum" y "El Gran Hotel Budapest", inventa ahora un suplemento llamado "The French Dispatch of the Liberty, Kansas Evening Sun" (un medio estadounidense instalado en París cuya inspiración fue el "New Yorker") y, como homenaje a la visión romántica del periodismo escrito, se encarga de narrar el contenido de la publicación. Todo esto con un golpe de nostalgia inmediata: el editor (Bill Murray) ha muerto y todo lo que veremos corresponde al último gran número de la revista.
El contenido incluye el obituario del fallecido, una crónica de viaje firmada por un tal Herbsaint Sazerac (Owen Wilson) y tres historias más extensas. La primera es narrada por la crítica de arte J.K.L. Berensen (Tilda Swinton) y aborda el caso de un artista (Benicio Del Toro), encarcelado por asesinato, que es apoyado por un comerciante de arte (Adrien Brody) que yace en la misma prisión por fraude.
El segundo relato, escrito por una tal Lucinda Krementz (Frances McDormand), mira hacia las revueltas estudiantiles de Mayo de 1968 y tiene como protagonista a un joven activista llamado Zeffirelli B. (Timothée Chalamet).
La última historia presenta a Roebucj Wright (Jeffrey Wright), un escritor homosexual afroamericano que vive en Francia. El relato involucra al comisario de la policía (Mathieu Amalric) y a un conductor de televisión (Liev Schreiber), entre otros personajes.
Lo anterior es, por supuesto, la reducción de relatos imposibles de sintetizar porque están cargados de detalles y esas conexiones omniscientes que a Anderson tanto le gustan. El suyo es un cine total en el que todo pareciera estar enlazado. También una caja de sorpresas que, en este caso en particular, combina los trazos escritos de la revista con dibujos, maquetas, escenas tanto en blanco y negro como en color, referencias estéticas, chistes de humor seco y las múltiples obsesiones visuales de un director que compone películas como si fuesen collages multidisciplinarios, artefactos complejos que despliegan historias que podrían ser infinitas.
Si la contrastamos con las primeras obras del cineasta, "La crónica francesa" luce completamente su distanciamiento de cualquier trazo de realismo para acomodarse definitivamente en el artificio. Wes Anderson filma películas que parecen dibujos animados. O, si se quiere, compone, con imágenes tomadas directamente de la realidad, libros audiovisuales de dibujos y textos que tienen el encanto de los recuerdos de infancia.
El medio de comunicación que wes anderson crea para "la crónica francesa" está inspirado en el new Yorker.
Por Andrés Nazarala R.
fotograma
1- ¿Cómo crees que viviremos la experiencia del viaje, fundamental en tu novela y en toda la literatura, tras la pandemia? - Pienso en esto mientras viajo por la Carretera Austral. He vivido estos días como una especie de ensoñación y, al mismo tiempo, siento incertidumbre. ¿Cuándo nos volverán a encerrar? Observo todo con un poco de nostalgia anticipada, como si la pandemia me hubiera atrofiado los sentidos. Quiero pensar que viviremos los viajes con la misma emoción que sentimos cuando hacemos algo por primera vez, pese a creer que estos no necesitan ser físicos. A veces basta con dejar que las emociones acompañen nuestros recuerdos. La memoria es cuerpo suficiente.
2- Tu libro narra el amor entre dos mujeres. ¿Crees que aún es un tema tabú o ya se puede vivir con libertad?
- Ha habido avances, pero no suficientes. Hay personas que continúan en el clóset por miedo a que los maten al expresar su amor en público. Creo que lo políticamente correcto ha ido cambiando y que hoy, en ciertas ocasiones, se juzga más a los homofóbicos por retrógrados, que a las personas que formamos parte de la comunidad LGBT+. Pero no estoy segura de la profundidad, solidez ni autenticidad de ese cambio. Si bien la visibilidad lésbica ha aumentado, Chile aún no es un país en el que las mujeres podamos amarnos entre nosotras sin sentir miedo.
3- La novela rodea la pérdida del amor. ¿Qué nos permite superar una ruptura amorosa? - No creo que exista una única forma de vivir un duelo, porque no es un proceso lineal, en ningún caso. Está lleno de saltos temporales, pausas y retrocesos. Pienso que respetar la cadencia de las emociones que van apareciendo en él ayuda a sobrellevarlo mejor. No apurarnos, hasta que un día nos crucemos con alguien que nos haga creer de nuevo. Puede que el desamor sea como dice Drexler: "Tu corazón va a sanar/ Y va a volver a quebrarse/ Mientras le toque pulsar". O en periodos de mejor suerte, como lo describe Fito: "El amor, después del amor tal vez/ Se parezca a este rayo de sol".
Natalia Paz cuenta el fracaso de una historia de amor en una crónica de viaje.
3 preguntas
Natalia Paz, novelista:
cedida