Dos crímenes y dos preguntas sin respuesta
El veredicto del caso Ámbar y la sentencia condenatoria por el asesinato del turista canadiense en el cerro Alegre deben hacernos reflexionar sobre cómo evitar actos tan deleznables como estos.
Tras un año de mediática exposición, el Tribunal Oral en Lo Penal de Viña del Mar entregó su veredicto unánime sobre la violación y el asesinato de la menor Ámbar Cornejo, según el cual declaró culpables a los acusados Hugo Bustamante y su pareja y madre de la menor de 16 años, Denisse Llanos. Asimismo, se agregaron los cargos de estupro para el hombre y de abusos sexuales a mayor de 14 años y corrupción de menores en carácter reiterado del hermano de la víctima para ambos.
El caso de Bustamante es tremendamente emblemático, por cuanto fue uno de los beneficiados por la polémica libertad condicional concedida por la comisión respectiva de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, tras purgar la mitad de su condena por el asesinato de su pareja y el hijo de ésta en Villa Alemana, sepultando luego ambos cadáveres en unos tambores enterrados en el patio de una casa arrendada.
El rol de Denisse Llanos, en tanto, es casi inconcebible respecto del papel que debiera jugar una madre.
Ámbar y su hermano, por último, son las víctimas de la barbarie máxima que puede alcanzar el ser humano y no habrá palabras ni consuelo para describir u olvidar lo que la sociedad permitió que les ocurriera.
Su sentencia será leída en diciembre y, si Dios existe, debieran ser condenados a cadena perpetua calificada.
Simultáneamente, el Tribunal Oral en Lo Penal de Valparaíso dictó sentencia para uno de los acusados por el asesinato del turista canadiense Peter Winterburn, ocurrido en junio de 2019 en la calle Templeman del cerro Alegre de esta ciudad. Para él, cadena perpetua calificada por robo con homicidio, mientras que su compañero, Alejandro Prado, también acusado, fue absuelto por falta de pruebas. Esto, por cuanto no se permitió la declaración reservada de un testigo que ubicaba al segundo individuo en el lugar de los hechos. Por ello, la fiscal Lorena Ulloa -de destacado actuar en esta investigación- estudiaría presentar un recurso de nulidad.
Si algo puede rescatarse de positivo en casos tan deleznables como estos, eso es que tanto la Fiscalía como los Tribunales funcionaron correctamente, espantando -al menos por un tiempo- esa confusa sensación de indefensión y relativismo que, de tarde en tarde, se deja caer por nuestra Región.
Las preguntas, con todo, debieran ser otras. ¿Cuál es el camino que debemos tomar como sociedad para defender a nuestros menores, como fue el caso de Ámbar, en el cual la degeneración no solo estuvo en las mentes de los dos condenados, sino también en la de su padrastro ante el silencio cómplice de un sistema que nunca supo escucharla?
Lo del ciudadano canadiense, en tanto, viene a ser la confirmación de que la delincuencia debe ser eliminada de raíz de nuestras ciudades. ¿Es necesario seguir tolerando que en la ciudad todos hagan lo que quieran? Valparaíso, para quien tenga dudas, solo ha caído por un tobogán en términos de seguridad ciudadana durante los últimos años. Que el miedo de un testigo a declarar haya facilitado la absolución de un segundo acusado mucho tiene que ver con eso.