Decodificando las elecciones
Las elecciones democráticas cumplen varias funciones. La más obvia es que permiten resolver el recambio de autoridades. También permiten resolver diferencias al interior de las elites políticas y sus partidos o alianzas, o, en algunos casos, como en las recientes elecciones de nuestro país, sirven para redefinir un proyecto de sociedad hacia el futuro e incluso pueden ser momentos de inflexión que dan inicio a un nuevo ciclo político.
En las elecciones del 21 de noviembre pasaron varias cosas sorprendentes y otras no tanto. Algunos resultados fueron (esta vez) correctamente anticipados por las encuestas. Sabíamos, con algún pequeño margen de duda, que la segunda vuelta presidencial sería disputada entre Gabriel Boric y José Antonio Kast. Existían más dudas respecto de las posiciones siguientes.
Otra pregunta relevante era con qué margen de amplitud en los resultados los candidatos pasarían a segunda vuelta. Que finalmente ganara Kast por un estrecho margen estaba entre las posibilidades, aunque algunos posiblemente no anticiparon ese resultado.
No deja de ser curioso que hasta el mes de julio, ninguno de estos candidatos estaba en la óptica de nadie como favoritos y particularmente Kast aparecía como un candidato marginal. Lo que resultó una sorpresa mayor fue que un candidato ausente de Chile (pero activo en redes sociales) terminara en tercer lugar y con un respaldo cercano al 13 % y que incluso su partido pudiese elegir varios diputados. Parisi ya había obtenido casi un 10% en las presidenciales pasadas, pero con una campaña donde estuvo presente en Chile. Este resultado debería hacernos reconsiderar nuestra mirada sobre normas y condiciones de nuestros procesos electorales.
Por otra parte, los resultados electorales confirmaron el cierre de un ciclo: la tendencia iniciada por las elecciones para constituyentes que terminaron por confirmar el desplome electoral de partidos que, desde la Transición, dominaron el Congreso y las elecciones presidenciales. No son pocos los que también han hecho notar el cierre de otro ciclo: el de las expectativas de un cambio radical mediante el recurso a la violencia que se inició en octubre del 2019. El tema de "las violencias" y su correlato -seguridad de las personas y estabilidad- resulta fundamental para entender el ascenso electoral de Kast que, según encuestas (Criteria), tenía una intención de voto de 7% en julio y que ya en octubre alcanzaba el 25%.
Otro elemento que resulta relevante es la baja participación electoral (47,3%) que ya se ha hecho estructural. No solo los niveles de participación en los últimos procesos electorales han fluctuado mucho (ca. 20% en la segunda vuelta de gobernadores provinciales), también los electores. Diversos grupos de votantes jóvenes han entrado y salido de los procesos electorales y contra lo que se podía suponer, que dado el grado de polarización en esta elección presidencial y las condiciones sanitarias asociadas a la pandemia permitirían una mayor participación, particularmente de grupos de votantes tradicionales, esto finalmente no ocurrió.
El 11,8% de Parisi y los resultados del Partido de la Gente representan también una señal preocupante, no solo por las rasgos y condiciones personales del candidato, sino porque en su campaña se basó en un discurso que fuera de algunos tópicos asociados a problemas particularmente sensibles en algunas regiones del norte (inmigración), se centra en la antipolítica como un tema que apela en lo fundamental al antipartidismo.
Hay otro aspecto de este proceso que también merece atención. Las elecciones de diputados y senadores arrojaron resultados casi similares: un virtual empate entre izquierda y derecha, lo cual representa un efecto un tanto ambivalente. En efecto, con esa distribución, sea quien sea quien gane la segunda vuelta, estará obligado a negociar sus programas para poder transformarlos en leyes y políticas públicas. Ello obligaría (al menos deseablemente) a los actores políticos a actuar con mayor moderación y menos maximalismo en un contexto que, sin duda, mantendrá una alta polarización. El efecto negativo es que también se hará más difícil la gobernabilidad del sistema.
En síntesis, los resultados electorales muestran resultados ambivalentes. De un lado, resulta preocupante que, en un contexto global de debilitamiento de la democracia (los ejemplos son múltiples y diversos), nuestra democracia sigue exhibiendo fragilidades evidentes: baja participación, poderes públicos con bajos niveles de confianza pública, partidos políticos débiles y fragmentados, con representantes que con mucha facilidad toman decisiones de corto plazo sin ponderar sus efectos de largo plazo.
Por otra parte, podríamos considerar como positivos el hecho de que ni Kast ni Boric hayan alcanzado un porcentaje de votos que les asegure resultados en la segunda vuelta. Lo que hemos visto en estos días de postelección es que la necesidad de conseguir nuevos aliados ha llevado a ambos candidatos a expresarse con moderación. En este sentido, Gabriel Boric, en un espacio político marcado por mayor heterogeneidad que el de su contrincante, ha hecho esfuerzos evidentes distanciándose de posiciones más radicales, acercándose a la antes despreciada ex Concertación y hablando ahora a los chilenos y chilenas, y no solo a sus partidarios. Evidentemente, para gobernar se requieren mayorías y las elecciones se ganan en el centro. También debemos mirar lo que ocurre con nuestra Convención Constitucional, cuyos miembros sin duda deberán tomar en consideración este nuevo escenario político.
En el conjunto, estas condiciones deberían inducir a una mayor moderación, tanto más necesaria cuanto los efectos agregados de la pandemia nos han legado condiciones de mucha fragilidad en nuestra economía. Tampoco se puede obviar que en el tipo de procesos políticos como los que viviremos a partir de diciembre hay una línea tenue entre negociación y bloqueo de los procesos decisorios. Por tanto, resulta evidente que estamos en un punto de inflexión con oportunidades, riesgos y grandes desafíos.
por Eduardo Araya Leüpin
director ohp
instituto de historia pucv