"Está en crisis la forma en que nos comprendíamos"
En "La política de la identidad", el nuevo libro del rector de la UDP y columnista, advierte los peligros de que cada uno defienda lo suyo sin mirar ni oír al del lado.
el rector y columnista carlos peña propone que haya una constante participación en el debate público desde la perspectiva de los académicos e intelectuales chilenos.
"La política de la identidad" es el octavo libro publicado (en los últimos seis años) por el abogado, académico y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña. En él, Peña intenta abordar una nueva concepción del mundo que -a su juicio- se ha tomado casi por completo el debate político: la creciente tendencia de los ciudadanos a identificarse de modo radical y exclusivo con un grupo (su pertenencia a un género o a un pueblo) para intervenir en la vida social. Este cambio ha producido nuevas encrucijadas sobre la vida política chilena, asegura Peña, y que se ha tomado la discusión constitucional y presidencial.
-¿Cree usted que los académicos deben participar de forma activa en el debate de la sociedad?
-Los intelectuales y académicos deben allegar razones y antecedentes al debate público. Los intelectuales no están a la altura de su tarea cuando se ensimisman y hablan nada más que a sus pares. Ellos deben, es lo que yo creo, participar de la esfera pública e intervenir en ella activamente.
-¿Y qué opina de quienes miran con desdén la "divulgación"?
-Si se entiende la divulgación como el esfuerzo de poner ideas complejas al alcance del lector medio y el público no especialista, me parece que ese es un deber de los profesores. No otra cosa hace uno en la sala de clases. Escribir ensayos dirigidos al público general, por otra parte, es una tarea que los intelectuales siempre han cumplido a condición, por supuesto, que sepan escribir con claridad, algo que, desgraciadamente, los especialistas no siempre logran del todo. No miraría con desdén ni a Baradit, ni a José Maza, por nombrar dos autores de éxito notable, cada uno a su modo. Por el contrario, cuentan con toda mi admiración; aunque es probable que los historiadores y los astrónomos que carecen de su talento les tengan algo de envidia.
La identidad
- "La política de la identidad" es un concepto reciente. ¿Llegó para quedarse?
-Pienso que sí. En el caso de Chile, al menos, estamos asistiendo a una crisis de la forma en que nos comprendíamos como comunidad. Uno de los rasgos de la sociedad chilena fue una extendida conciencia nacional: la idea que compartíamos una memoria común, un mismo origen que hundía sus raíces en un punto del tiempo. Esa conciencia nacional fue construida desde el estado mediante el aparato escolar. Se fortaleció, sin duda, luego de las experiencias bélicas y el relato de la historiografía. Hoy, sin embargo, esa conciencia está, por decirlo así, quebrada o en crisis: la irrupción en la esfera pública de los pueblos originarios y su reconstrucción de la memoria, es la mejor muestra del fenómeno. Se suma a ello la modernización capitalista. Al expandir el mercado -que es una forma de cooperación, digamos, fría e impersonal- se despierta el anhelo de pertenencia. Y la cohesión que se cree encontrar en las identidades múltiples.
-Citando a Slavoj Žižek, usted señala que "en toda identidad colectiva siempre se esconde una fisura". ¿Cuál cree que es esa fisura que la sociedad chilena desea colmar?
-Hay dos maneras de describirla. Una es que el capitalismo (el tipo de modernización que Chile ha experimentado) al producir una mercantilización de la vida produce un vacío de sentido que las personas buscan llenar. El mercado, como se sabe, es una forma de cooperación abstracta que, paradójicamente, nos hace cooperar e intercambiar, pero sin comunicación alguna. Como explican los sociólogos: el mercado exige poco gasto comunicativo. Así la expansión del mercado se experimenta también como una vida aislada y a la intemperie. La otra es que es propio de la condición humana experimentar ese vacío: la cultura sería el esfuerzo permanente por llenarlo. Ambos fenómenos se experimentan en el caso de Chile. Hay desasosiego, especialmente en las nuevas generaciones, por una vida que se revela como fría e impersonal. Y hay, al mismo tiempo, es cosa de ver los reclamos en las paredes de Santiago, una lucha cultural, una demanda por nuevas formas de relacionarse.
Un futuro común
-Una de las claves de su libro es la función que tiene el derecho a la hora de regular los conflictos
Por Cristóbal Carrasco
"En el caso de Chile, al menos, estamos asistiendo a una crisis de la forma en que nos comprendíamos como comunidad".
SEBASTIáN BROGCA/AGENCIA UNO