IDEAS & DEBATES Como siempre la democracia (pero diferente)
POR RODIGO RUIZ ENCINA ANTROPÓLOGO, ASESOR DEL ALCALDE JORGE SHARP Y COORDINADOR DE TERRITORIOS EN RED ANTROPÓLOGO, ASESOR DEL ALCALDE JORGE SHARP Y COORDINADOR DE TERRITORIOS EN RED
El próximo gobierno está obligado a una transformación de la democracia. Como ya sabemos, buscará una transformación de aspectos fundamentales del actual orden social. Eso está dicho. Lo que falta por apreciar es el tipo de transformación política que es condición para la realización de dichos cambios, puesto que la democracia de los deudores no ha salido aún de las mesas de diseño.
No se trata de una "profundización", como repiten los discursos bonachones al uso. No existe, de hecho, la democracia (singular y única). Esta democracia requiere transformarse. Y ello debe decirse, y por cierto hacerse, aun a pesar de las miradas simplonas que verán allí un acto de descarte de lo positivo ya logrado; o la idea conformista de que la democracia no tiene apellidos; o incluso las interesadas autodefensas, todavía más sosas, de las clases políticas que florecieron al calor de la transición iniciada en los noventa. Mientras más pronto salgamos de los actos de fe y las declaraciones rimbombantes, antes podremos ponernos a trabajar en el asunto.
No hay forma de realizar cambios sin la gente. Eso es algo que la historia muestra a estas alturas con meridiana claridad. Para el próximo gobierno, que previsiblemente experimentará un dinamismo adverso en lo parlamentario, en lo comunicacional y en lo económico, estos asuntos no son en modo alguno una entelequia teórico politológica. Sus posibilidades de avanzar, aun parcialmente, en la dirección que ha comprometido, requieren la incorporación orgánica de los sectores que protagonizaron la considerable movilización electoral que tuvo lugar el pasado 19 de diciembre, que son los mismos que se movilizaron antes, de otras formas.
Se trata de un desafío complejo. El amplio segmento social que ha manifestado su descontento está lejos de tener una estructura de comportamiento político definido, y tampoco tiene un vínculo claro con las formas de la democracia realmente existente.
Se trata de una pluralidad de sectores que han sido constituidos principalmente por dinámicas de socialización competitiva y por el persistente adoctrinamiento en formas de cultura individualista, que sin embargo -y esto es quizás lo que no supieron ver los conglomerados políticos, particularmente la derecha-, han logrado construir también un excedente indócil, donde encuentran el camino a un malestar cada vez más reflexivo y propositivo. Mal que les pese a los ideólogos del neoliberalismo, no estamos ante los sobreadaptados habitantes del fin de la historia.
Y han sido constituidos, también, por la propia crisis del "orden espontáneo", que hizo agua en su propio dinamismo, con el consiguiente incumplimiento de sus muy concretas promesas: antes de poder comenzar a ejercer su nueva profesión, el primer profesional de la familia popular salió de la universidad privada debiendo el equivalente del valor de una casa; la casa de la familia donde ese joven deberá saber acomodarse queda demasiado lejos de todo, y la promesa del auto para todos se paga muy caro en impuestos de uso invisible y peajes en autopistas atochadas; el crecimiento económico fortifica al 1% mientras el 99% mira las colusiones en las noticias; los que redactan las leyes están financiados por los grandes beneficiarios de esas mismas leyes; hay agua para las paltas, pero no para la gente; del emprendimiento pasamos al reemprendimiento y de ahí al manejo de las frustraciones permanentes; y así, un largo etcétera.
Pues bien, esos segmentos sociales que buscaron en los caminos del modelo neoliberal, una y otra vez, esperanzados y crédulos, las claves de su incorporación social virtuosa a la "sociedad de las oportunidades", deben convertirse ahora en los protagonistas de una nueva democracia, densa y transformadora. Ellos conocen las claves del cambio, lo llevan en sus cuerpos y en la memoria de sus familias. Es con ellos, como fue en la segunda vuelta, o no será posible articular un dinamismo democrático que haga posible avanzar en un proceso -a la velocidad que sea- como el que ha propuesto el presidente electo.
Pero hasta ahora no han sido incluidos y su ciudadanía efectiva es por cierto aun muy delgada.
El sistema de partidos no los articula ni canaliza sus aspiraciones. Esas amplias mayorías no están organizadas ni elaboran sus problemas como problemas públicos. La democracia que los convoque y los reciba está aun por inventarse.
Una sugerencia lógica: la participación es la clave.