David Dahma, el fin de una época
La reciente salida del director de difusión cultural de la Universidad Técnica Federico Santa María gatilla mil y un recuerdos de tardes de sábado en un escenario digno de una película de Harry Potter. La temporada artística de la USM permitía no solo el acceso a la música, sino también pasearse por los recovecos de la que quizás sea la U más bonita del país.
Nos enteramos, con amarga sorpresa, de la reciente desvinculación del Director de Difusión Cultural de la Universidad Técnica Federico Santa María, David Dahma Bertelet, quizás uno de los personajes que más han hecho por la cultura y la música en la Región de Valparaíso, responsable último durante décadas de las maravillosas temporadas artísticas, en el inigualable Teatro Aula Magna de la casa de estudios, que permitían, no solo acceder a conciertos de música docta, teatro, exposiciones, jazz, folklore, entre otros, sino también pasear libremente por los recovecos de la que quizás sea la universidad más linda de Chile. Al borde de su ficticio símil de Hogwarts, donde estudió magia el bueno de Harry Potter, como alguna vez le escuchamos decir a una niña obnubilada por sus muros y hermosa vista.
Dahma Bertelet, también cónsul honorario de la Embajada del Reino de Marruecos en Chile, es de aquellos que no solo entienden de música (también es el responsable de la radio de la misma casa de estudios desde sus inicios experimentales), sino que al mismo tiempo cumplen el rol de relacionarse con comunidades y ciudades cada vez más individualistas. Por ello, su insistencia y porfía en sacar adelante las temporadas artísticas, incluso durante la infausta pandemia, y su apoyo a los conciertos de verano en Viña del Mar son dignos de elogio.
Pero quizás sea su relación con el Teatro Aula Magna de la USM, con una capacidad de 1.250 butacas y acaso el escenario con mejor acústica de esta parte del mundo, inaugurado por el Presidente Pedro Aguirre Cerda y el albacea de Federico Santa María, Agustín Edwards Mc Clure, en 1941, la que define su recorrido, honrando durante los últimos años el imperecedero legado de figuras que antes pasaron por sus tablas, como Fritz Busch, Herbert von Karajan, Malcolm Sargent y Zubin Mehta, sin olvidar a Claudio Arrau, Rosita Renard, Gerry Mulligan, Isaac Stern, Ballet Bolshoi, Yehudi Menuhin, Jascha Heifetz, Narciso Yepes, Nicanor Zabaleta, los Niños Cantores de Viena, el Teatro Negro de Praga, la Ópera de Beijing, el Teatro Nacional de España y variadas orquestas, directores y artistas nacionales, entre otros, conformando el espíritu de una temporada artística que ya va para los 82 años de historia y que en 2011 fue declarada Patrimonio Intangible de Valparaíso.
Para conocer a Dahma, basta una anécdota, algo distorsionada y acaso algo embellecida por los años. Una vez trajo a una famosa pianista de Europa del Este, quien en su vuelo desde Lima, Perú, perdió su maleta con todo su equipaje. Cuento corto, allí figuraba el bueno de Dahma esa misma tarde, a pocas horas del concierto, paseándose con la artista por el mall y comprándole ropa y artículos para que pudiera llevar a cabo su performance sin preocupaciones. Bonus track: en otra ocasión Fernando Ubiergo lo sorprendió con una bella canción llamada "Farah" ("felicidad" o "alegría" en árabe), que hablaba de los costos humanos de la inmigración y ante la cual el duro de Dahma dejó caer más de una lágrima por la sintonía que ésta alcanzaba con su propia historia familiar.