Chile apuesta por tres buques para investigación, fomento y resguardo de recursos marinos
FLOTA. Mientras la actual unidad oceanográfica administrada por el IFOP es refaccionada, partió el proceso para el diseño y adquisición de dos nuevas naves.
Desde su formación en 1964, el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP) ha contado con tres embarcaciones: El Carlos Porter, dado de baja por inactividad; el Itzumi, obsequio del gobierno de Japón, que se hundió en Valparaíso durante el temporal del 27 de mayo de 1986, y el Abate Molina, que pronto cumplirá 32 años desde que salió de los astilleros nipones de Miho.
Construido según un modelo de barco pesquero, adaptado posteriormente a la investigación oceanográfica, durante la pandemia tuvo un duro impasse. Con la tripulación a bordo, durante 45 días consecutivos sufrió un colapso en sus sistemas determinado por la antigüedad de sus sistemas. Esto provocó que, a su regreso, fuera sometido a reparaciones que le permitirán mantenerse activo durante un tiempo más. Condiciones como habitabilidad, conexión red y el ensamblado mecánico que le da vida, se erigen como los obstáculos a vencer para garantizar una extensión de su vida útil de hasta dos o tres décadas.
A todas luces, el buque bautizado en honor del precursor del conocimiento científico en Chile, dependiente de la Subsecretaría de Pesca y administrado por el IFOP, requiere refuerzos en su labor de entregar al Estado la información necesaria para administrar y regular la captura de los recursos marinos, al establecer un manejo integrado de las pesquerías y especies, desplegar un modelo de gestión y asistencia técnica, desarrollar una acuicultura y pesca sustentable, y resguardar el patrimonio científico documental.
Por eso, la primera semana de enero, el IFOP subió al portal del Mercado Público la licitación que le permitiría contratar a un asesor internacional para el diseño de una nave moderna para desarrollar esa labor, proceso que ya se encuentra en marcha, cuyo asesor será presentado en el transcurso de este miércoles 9 de enero.
En paralelo, la Subsecretaría de Pesca ingresó la licitación para un segundo buque de menor tamaño que, según afirma el director ejecutivo del Instituto, Luis Parot, también podría quedar bajo la administración de la entidad.
Nuevas nomenclaturas
IFOP nace como un instituto de fomento pesquero, más que de investigación. Su misión está orientada a asesorar al Estado en el desarrollo de políticas basadas en la pesca, tanto artesanal como industrial.
"El fomento es apenas un área muy pequeña en la que trabajamos hoy en día", sostiene Parot. En el caso de la veda de algunas especies, por ejemplo, el IFOP monitorea los procesos de las especies implicadas, y determina su intensidad y éxito con el fin de hacer sustentable su consumo. "Ese monitoreo es muy importante con el objeto de ilustrar a la autoridad para que se tomen las medidas en defensa del recurso y de los propios pescadores", acota el director ejecutivo.
Se trata de una cadena que implica una sucesión de recursos materiales y humanos: Un navío equipado, buenos especialistas, buenos científicos, buenos marineros y buenas investigaciones. Si falla uno, la asesoría resulta incompleta, detalla.
Al estar su labor dirigida a la conservación, más que al fomento, el IFOP ha invertido parte de su tiempo en generar un nombre nuevo. "Hemos hecho varias muestras, entre ellas la de 'Instituto para el Desarrollo de la Pesca y la Acuicultura Sustentable, IDPAS', por ejemplo, pero la gente se va a demorar en internalizarlo. Hay una historia detrás del nombre actual que es difícil de perder", señala Parot en relación a una nueva denominación.
Un abate de 89 años
La grave situación que afectó al buque científico administrado por el IFOP fue producto de los embates del tiempo. "Tuvimos un colapso en todos los sistemas", comenta Parot, "los baños, la cocina, hotelería, el sistema de osmosis de agua, aguas grises, negras, problemas en el sector de lavandería, de aire acondicionado… y eso nos significó abordar el tema de la calidad de vida a bordo. Y esto debido a que la tecnología del barco está obsoleta".
De esta forma, se obtuvo financiamiento estatal para remodelar los camarotes, redistribuir el área de la cocina, bajar la cubierta de oficiales, instalar un nuevo puesto de mando, como también renovar completamente su carpintería, diseñar baños para mujeres, actualizar los laboratorios, entregándole una mejor preparación para años venideros.
Sin embargo, Parot piensa que es necesario tomar medidas más profundas si la idea es que el barco se conserve activo, como la implementación de nueva maquinaria -un motor con estándares de emisiones actualizados entre ellos-, el equipo de pesca y los cabrestantes, o una renovación de sus capacidades de investigación oceanográfica.
El director ejecutivo constata que, en 32 años, el casco del barco no ha perdido ni un milímetro de espesor, sus ejes están equilibrados, su hélice funciona perfecto, y aunque su calado es de 3,5 metros y le impide realizar registros cercanos a la orilla, todavía tiene muchísimo para entregar a la comunidad científica.
Una vez hechas las mejoras, la embarcación estaría destinada a mantenerse entre las millas dos y cinco en relación a la línea del mar, en la zona centro-norte del país, con base en el puerto de Coquimbo, y dentro de las 200 millas de zona marítima exclusiva.
Nuevos barcos
Pese a que las perspectivas con las que han hecho la búsqueda de un consultor internacional especializado en el diseño de barcos pesqueros no buscan reemplazar al viejo buque, Parot es enfático en establecer la principal función de las futuras máquinas: Pescar.
Los barcos, explica el director, requieren cumplir con una serie de estándares que se adapten a las necesidades que tiene la entidad. La capacidad recolectora de especies marinas es una, pero también debe ser cómodo para la tripulación -debido a los más de 200 días que pueden pasar a bordo-, no demasiado rápido (de 10 a 12 nudos, máximo); con tecnología de punta (que incluirá drones submarinos y aéreos), un sistema de salas de reuniones y conexión red.
El navío mayor que se diseñará bordeará los 54 metros de eslora. Su operación diaria no deberá costar más de $14 millones o $15 millones diarios (el Abate bordea los nueve), y será capaz de desplazarse en entornos hostiles, como el Cabo de Hornos. Se ubicará en la zona centro-sur del país, y podrá adentrarse en el mar abierto, y a mayor profundidad. El Abate alcanza hoy -gracias a sus instrumentos de medición- los 1.800 metros. El nuevo barco deberá llegar a los 2.500.
Respecto a la segunda embarcación de la subsecretaría de Pesca -que bordeará los 30 metros de eslora-, Parot señala que serán críticos su calado y su capacidad de maniobra, para poder enfocarse en la zona de la orilla y la milla cinco (que permitiría contrastar la información que arroja el Abate), e introducirse tanto en canales como en fiordos, lo que al barco actual le resulta imposible debido a que la velocidad de las corrientes podría perderlo.
Finalmente, el director ejecutivo considera que el bautizo de los barcos nuevos debería estar sujeto a un concurso escolar, que genere un lazo emotivo entre la ciencia a desarrollar y la ciudadanía. Necesitamos darle más emocionalidad al interés con la ciencia. "No solo algo de distancia, sino algo que te conecte. Son dos buques que habría que nombrar, y si hay gran participación de la gente, creo que sería una muy buena alternativa", concluye.
"El monitoreo de las especies es muy importante para la adopción de medidas en defensa de los recursos y de los propios pescadores".
Luis Parot
Director ejecutivo del IFOP