DEBATES & IDEAS Matta y el Surrealismo
POR CHRISTIAN JANDER, DIRECTOR DE LA GALERÍA TARQUINIA
Roberto Matta puede ser considerado de los artistas más universales que ha tenido Chile. Una figura clave en las vanguardias artísticas del Siglo XX. Sus preocupaciones sobre el ser, el universo, el verbo América, la poesía, la libertad, lo telúrico, lo alquímico y la física se precipitaron sobre sus telas, esculturas, dibujos, grabados, hasta concebir toda una cosmogonía personal.
Matta es un artista que comparte con el mundo intelectual de su época. Conoce a Pablo Neruda y Gabriela Mistral, participa en las exposiciones organizadas por el grupo surrealista La Mandrágora en Santiago de Chile, inaugurada en la Galería Dédalo en 1948, y en el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura en 1951, demostrando sus nexos con la intelectualidad y cultura nacional, aunque vivió gran parte de su vida en el extranjero.
Tuvo una estrecha relación con el poeta Federico García Lorca, quien le entrega a Matta una carta de recomendación para Salvador Dalí, lo que significó su entrada a un nuevo mundo de creación. La filosofía de la pintura de Dalí fue significativa para llevarlo al Surrealismo. Dalí presenta al creador chileno a André Breton, figura fundamental del Surrealismo. Matta se une a este movimiento en 1937. Breton acreditó a Matta en la revolución del espacio pictórico y del uso del color en la pintura, resultado de nuevas maneras de ver el mundo compatibles con los últimos descubrimientos en la ciencia. También alabó los usos innovadores del color de Matta para propósitos simbólicos y sus atrevidos experimentos, con una amplia gama de sombras, fecundando realidades de otros mundos; e incluso, llegó a influenciarlo con los Grandes Transparentes, espectros que viven en dimensiones paralelas y que son citados por Breton en su "Prolegómenos a un tercer manifiesto surrealista o no", en 1942.
Muchos artistas que trabajaron en Europa (Granell, Varo, Masson, Carrington, Mondrian, Chagall) advirtieron con la llegada de la Segunda Guerra Mundial y el reinado de Hitler una amenaza y tomaron la decisión de marcharse rumbo a América. Matta hizo lo mismo y se exilió en Nueva York, desde 1939 hasta 1948. Mientras estuvo en Norteamérica, disfrutó de la amistad de Marcel Duchamp (donde sus obras como The Passage from Virgin to the Bride fueron importantes referencias para el desarrollo de su arte), además de impulsar la famosa Escuela de Nueva York, incentivando a jóvenes pintores, como Pollock, De Kooning y Motherwell, a profundizar en el automatismo síquico.
Finalmente, Matta se enemistó con varios surrealistas por el "asunto Gorky", quienes además desconfiaban de su creciente interés por la ciencia. Hubo también diferencias con los expresionistas abstractos, ya que estos rechazaban el Surrealismo en pos de los formalismos en el arte. Matta regresó a Europa en 1948 para encontrar una dirección que no se alejara de la aventura surrealista, siempre receptivo a incorporar intereses humanitarios y científicos más amplios.
Como definía Alain Jouffroy a Matta: "Era uno de los pocos surrealistas que podía entender la teoría de la relatividad a nivel matemático". En 1959, Matta volvió a ser aceptado en las filas del Surrealismo cuando participó en el ceremonial El testamento del Marqués de Sade, realizado por Jean Benoît en París.
La estructura poética que dio forma a la obra de Matta es esencialmente conceptual e ideológica. Sus puntos particulares se derivan de dos conceptos intelectuales dominantes en el Siglo XX: la teoría freudiana del inconsciente y la cultura de la ciencia moderna. Freud sirve como medio para examinar la vida interior del inconsciente, mientras que la ciencia proporciona los métodos experimentales para explorar el mundo externo.
La tarea de Matta consistió en descubrir la sabiduría y la creatividad ocultas en el inconsciente interior y relacionar estos descubrimientos con el mundo exterior.
Dar sentido a una más realidad, donde el artista ve y soluciona problemáticas mentales como un vertor (concepto mattiano) en diversos soportes.