LA PELOTA NO SE MANCHA Todos pierden, la casa gana
POR WINSTON POR WINSTON
No sé qué tan familiarizado este usted con las apuestas, pero hasta hace poco, mis experiencias se limitaban a la Polla Gol y, mucho tiempo después, a Xperto. Los mayores de cuarenta deben recordar con cariño esas cartillas de papel roneo que uno retiraba en los locales de barrio y cuyas casillas había que rellenar como si fuese la Prueba de Aptitud. Las opciones solo eran tres: triunfo del local, triunfo de la visita o el empate. Una fecha completa se jugaba en cada cartilla y las posibilidades de ganar eran mínimas, pero siempre estaba la ilusión de que Deportes Aviación derrotara a Colo Colo en su visita a la capital o que por lo menos Soinca Bata le sacara un empate a la Universidad de Chile. Los resultados se conocían por la radio durante el día o en Fútgol o Zoom Deportivo en la medianoche. De lo contrario, había que esperar el suplemento de deportes de El Mercurio de Valparaíso o, en la tardecita, el de La Estrella de Valparaíso.
Lo de Xperto, en cambio, ya es más moderno y se hacía por internet. Apostar por el resultado de uno o más partidos, sin un foso, sino a partir de un complejo sistema de cálculos basado en las estadísticas y en las apuestas de los interesados que hacen subir o bajar el margen de ganancia.
Hoy en día, el sistema es todavía mucho más enrevesado. Apostar por el triunfo de local, la visita o el empate es el "desde". A partir de ahí se despliega un sinfín de posibilidades. Antes de empezar el partido, pensemos, por ejemplo, en el encuentro que disputaron Everton versus Coquimbo este fin de semana, las posibilidades eran múltiples: los ruleteros pagaban 2.1 si ganaban y 3.0 por el empate; y un triunfo de los piratas casi cuadruplicaba la apuesta: 3.6. También se podía apostar por quién hacía el primer gol o jugársela por que no habría goles. Si acertaba la apuesta, era 7 a 1. Agregue a eso, los tiros de esquina. Acertar que eran más de 11 pagaba 3.55 y de ahí una serie de variaciones respecto a la cantidad de córneres. Por último, a esto se suman opciones de apuesta peligrosas, en el sentido de que son fácilmente condicionables, ejemplo: autogoles, penalties y tarjetas rojas. Se puede apostar por casi todo. En Inglaterra, de hecho, una casa de apuestas pagó hace unos pocos años a quien acertaba que el obeso arquero del Sutton se comía un sándwich desde la banca en medio de un partido.
En términos generales, entre las múltiples posibilidades, las apuestas que más pagan son los resultados que van contra la lógica, marcadores imposibles y las remontadas épicas. En el primer caso, por citar un caso emblemático, el triunfo de Alemania por 7 goles a 1 contra Brasil en el Mundial de 2014 pagaba 2.319 euros. Aunque usted no lo crea, hubo ocho personas que acertaron, una de ellas apostó 20 euros por lo que recibió 46.380 billetes en la misma moneda. Es decir, más de cuarenta millones por una inversión de 20 mil pesos, cifra millonaria que hoy le permitiría ir sin problemas a almorzar a Angelmó.
En el segundo caso, lo que más paga son las remontadas imposibles. Esos partidos que todos dan por perdidos y, cuando no queda nada, el equipo golpeado saca fuerzas de flaqueza para darlo vuelta. Piense usted, por citar otro caso cualquiera, en el partido Universidad de Chile contra Unión la Calera que podía condenar a los universitarios al descenso el año pasado. Específicamente, en el minuto `75 cuando Sebastián Sáez marcó el 2-0 que parecía lapidario. No tengo la cifra, pero debe haber pagado una millonada haber apostado en ese momento por los azules, pero casi nadie lo hace y todos van por la lógica. Por eso, las casas pagan un margen muy bajo por los resultados esperables y prometen mucho a los que le dan el palo al gato, pues no lo olvide, la casa siempre gana.
En fin, sacando cuentas, en el partido anteriormente citado perdió Unión Calera, por lo que falló la mayoría de los apostadores. Ganó la Universidad de Chile y mantuvo su permanencia en la máxima categoría dejando a casi todos contentos. Pero la vida es como una ruleta y da vueltas inesperadas, la frustración de Calera por un resultado que todos pensábamos que era malo, tuvo su recompensa, hoy nos encontramos que el sponsor de los cementeros es nada menos que una casa de apuestas. Qué lindo es el fútbol y qué loco es el azar.