Valparaíso, a derrotar la indiferencia
Los incendios destruyen valiosas construcciones, que luego se transforman en sitios eriazos a la espera de una inversión que rara vez llega. "En esto de la inversión, penan las consignas y el mantra contra las grandes empresas. Pero esas consignas bloquean neuronas, se pierden las oportunidades y la ciudad sigue cuesta abajo".
Valparaíso arde y se cae a pedazos. Lo que fueron valiosas construcciones en el centro de la ciudad son víctimas fáciles de las llamas y, cuando el fuego ha hecho su tarea, los escombros se derrumban. Surgen así sitios eriazos a la espera de iniciativas de aprovechamiento.
Hace meses tuvimos el desplome de parte del antiguo y patrimonial edificio que albergó, en los buenos tiempos porteños, al Bar Inglés. Ahí está lo que resta de la construcción en continua declinación. Más reciente es el incendio de una galería comercial situada en Avenida Pedro Montt, tradicional calle porteña, paradojalmente sometido a remodelación, mientras las construcciones que la marginan acusan un implacable deterioro. Ese siniestro afectó a un grupo de pequeños emprendedores que esperan alguna asistencia, mientras en su cercanía, sin mayor formalidad ,proliferan los ambulantes. La fachada del inmueble incendiado se desplomó en la tarde del sábado recién pasado.
Pero la seguidilla sigue. Esta vez de madrugada, el mismo sábado, estalló un incendio en una construcción de tres pisos en plena área patrimonial: calle Bustamante sector Puerto. Inmueble abandonado, posiblemente ocupado por indigentes. El trabajo de Bomberos en Valparaíso no cesa. Son los guardianes de la ciudad, alertas y dispuestos al sacrificio. Y esto del sacrificio no es únicamente una palabra de buena crianza.
Advierten los bomberos sobre una de las causas de los siniestros, las defectuosas instalaciones eléctricas. Es una realidad; redes casi centenarias con capacidad limitada en tiempos en que no se tenía noticias de electrodomésticos o televisores. Los cables se recalientan y estalla el siniestro. Más allá de esa causa, lo penoso es que estos siniestros consumen inmuebles que en su tiempo fueron de calidad, pero que sufren por la falta de mantención, pese a su valor histórico y ubicación privilegiada dentro de la ciudad.
¿Por qué existe este abandono? ¿Dónde están los dueños que, posiblemente, logran renta de esas propiedades? ¿Y dónde está la autoridad que no pone freno a este devorador cuadro de deterioro, en permanente aumento?
Aquí no se trata de que la Municipalidad gaste en reparaciones o en gotas de ayuda a los damnificados. Acá lo que falta es gestión creativa en la promoción de la ciudad. Incentivos al aprovechamiento de ese plan con total urbanización y plena colectividad. Hay sitios eriazos y viejas construcciones de baja utilización y al borde del colapso. Hay que buscar inversionistas para esos predios y para restauración de esas construcciones que fueron valiosas, algunas ya sistemáticamente canibalizadas. Hay que derrotar la indiferencia. En esto de la inversión penan, también en Viña del Mar, las consignas y mantras contra las grandes empresas. Pero esas consignas terminan bloqueando las neuronas, se pierden las oportunidades y la ciudad sigue cuesta abajo.