Universitarios regresan y se dispara costo de alojamiento
Tras dos años de clases online, las casas de estudios reanudan la actividad presencial y muchos alumnos de otras regiones deben instalarse a vivir en Valparaíso y Viña del Mar. Las alzas en arriendos con que se han encontrado son un golpe a sus presupuestos.
Héctor Encina Rojas lleva 50 años trabajando frente a la casa central de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Los últimos siete se ha afanado en un puesto de dulces y confites, habitualmente frecuentado durante los recreos por muchos estudiantes que no tienen presupuesto para financiar un almuerzo. "Gracias a Dios no me ha faltado para parar la olla, y de ahí solo se puede ir hacia arriba", afirma Héctor, quien, sin extrañarlos, tampoco se hace expectativas sobre los estudiantes que volverán a clases en los próximos días, luego de abandonarlo bajo las palmeras del eje Brasil durante dos años.
Entre Valparaíso y Viña del Mar, diez instituciones de educación superior se reparten la segunda mayoría de universitarios matriculados a nivel nacional. Y aunque es tradicional que los educandos de pregrado reciban a los mechones con algarabía, este retorno a clases constituirá la primera vez que muchos alumnos de segundo y tercer año se instalan presencialmente en sus casas de estudios.
Pero antes de ubicar qué voces corresponden a qué compañeros, dónde queda la sala del primer período, y qué materia entra en el certamen, el estudiante debe encontrar un lugar donde vivir, considerando aristas como los precios de los arriendos, los servicios que ofrecen, y los potenciales puntos donde podrán alimentarse. Y en una ciudad laberíntica como Valparaíso, o extensa como Viña, la multiplicidad de opciones transforma la elección en una situación que puede resultar agobiante.
Precavidas ante el regreso, las universidades han desarrollado dos medidas: en primer lugar, el protocolo covid que permitirá la utilización de gran parte de sus capacidades (toma de temperatura, alcohol gel, puertas y ventanas abiertas para mantener la ventilación de las salas, y registro de ingreso para la trazabilidad); y, en segundo lugar, departamentos especializados en la orientación y el soporte económico que alivie los conflictos de esta clase.
SERVICIOS Y ASUNTOS ESTUDIANTILES
Con más de cinco sedes en el eje Brasil, los estudiantes de la PUCV cubren una fracción considerable del barrio El Almendral. Además de ofrecer becas que buscan apoyar la permanencia de los alumnos que migran de otras regiones, mantiene un departamento especializado en detectar los problemas que enfrentan los "mechones" y buscarles una solución.
"En primer año aplicamos una batería de instrumentos y test a todos los estudiantes, lo que constituye un perfil de ingreso", explica David Letelier Valenzuela, titular de la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE). "Con esa información temprana se focalizan apoyos académicos y psicoeducativos específicos a quienes muestren resultados descendidos en alguna dimensión. Cada año participan alrededor de 1.000 estudiantes".
El soporte económico que se entrega en situaciones calificadas cubre áreas como alimentación y residencia, y contempla casos de maternidad y paternidad estudiantil, al igual que determinadas emergencias. "Durante la pandemia se implementó la beca de conectividad que consiste en aportes mensuales en dinero para contratar planes de internet o adquirir equipamiento", añade Letelier. Con esta última ayuda se alcanzó a 3.000 estudiantes.
En cifras, la beca de alimentación de la PUCV llega a 10.000 alumnos, es decir, un 73% de los matriculados. En términos de alojamiento, la DAE tiene un catastro de 150 lugares que corresponden a un estándar comprobado y revisado de manera comparativa para garantizar un alojamiento seguro en la zona universitaria.
"En general la adaptación a una nueva realidad formativa, y el hecho de enfrentarse a adquirir autonomía, genera estados de ansiedad y trastornos adaptativos", remarca Letelier, e indica que, bajo esta premisa, la DAE ha implementado un servicio médico que incluye psicólogos, psiquiatras, educadores especiales, fonoaudiólogos y orientadores vocacionales que acompañen el otro lado de la educación universitaria, el de adaptarse al cambio.
También la Universidad Viña del Mar cuenta con el Centro de Servicios Estudiantiles para enfrentar situaciones similares. Enfocado en un principio a los alumnos extranjeros que recibe año a año, el CSE ha generado sistemas de información en función del alojamiento, tanto en Viña como en Valparaíso, como también soportes para el transporte y alimentos.
Así como la PUCV mantiene un catastro, la UVM se maneja con
La común imagen de eje brasil en las ventanas de clases, retornará en marzo con el regreso de la presencialidad, pero ahora con mascarillas y distanciamiento social, entre otras medidas.
Felipe Barros
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