Problemas viales en el Gran Valparaíso
El ministro de Transportes, Juan Carlos Muñoz, plantea el inicio de una nueva relación con la ciudadanía regional. ¿Podemos volver a creer? Al menos Muñoz parece enfrentar un problema que su antecesora, Gloria Hutt, jamás quiso atacar de frente en la Región y que ninguna autoridad local consiguió tomarse en serio.
Calificada como el principal factor incidente en la calidad de vida de las personas, Transportes no ha sido precisamente un área priorizada por los gobiernos regionales del último tiempo, con el mezquino recuerdo de la última gestión -cuoteada a Evópoli- durante el Gobierno de Sebastián Piñera. Ésta fue liderada inicialmente por Gerard Oliger, quien salió junto al titular del MOP en marzo de 2019, y luego por José Emilio Guzmán, quien nunca enfrentó directamente la falta de recorridos de locomoción colectiva en el Gran Valparaíso, relicitó el TMV o explicó de qué iba y cuál era el beneficio de la publicitada nueva Zona de Servicio de Buses.
Hacia atrás, los recuerdos tampoco mejoran, con el grandilocuente, pero finalmente humilde recarpeteo de la Avenida España en los días del intendente Ricardo Bravo, la fastuosa remodelación de la rotonda de Concón, cuyo tránsito a través de la ruta F-30 terminó siendo tanto o más infernal que en su diseño original, o las nunca cumplidas promesas de rediseño y mejora de Las Palmas o de conectividad interurbanas.
Quizás por ello llamó tanto la atención que el nuevo ministro, Juan Carlos Muñoz, priorizara la Región de Valparaíso durante su primera semana, reuniéndose con los alcaldes Jorge Sharp y Macarena Ripamonti, además de grupos de vecinos y usuarios del transporte público, concluyendo que la gran cantidad de vehículos es una suerte de "coágulo en el sistema arterial" de las ciudades.
Dentro de su visión, Muñoz es un declarado fanático de la bicicleta, realidad bastante alejada de las geografías de nuestras ciudades -principalmente en los cerros de Valparaíso y Viña del Mar-, como también de las vías exclusivas para el transporte público, otra ilusión en el contexto de las angostas rutas costeras que unen las ciudades. Pero, otorgándole el beneficio de la duda, al menos parece enfrentar un problema que su antecesora, Gloria Hutt, jamás quiso atacar de frente en la Región y que, salvo por una peregrina inclusión dentro de los ejes de desarrollo del exintendente Gabriel Aldoney (2016-2018), ninguna autoridad local se tomó en serio.
Desincentivar el uso del transporte privado no es fácil, menos en estos días en los cuales buena parte de los retiros de pensiones se fueron precisamente a la industria automotriz. Si bien Muñoz -por insistencia del gobernador Rodrigo Mundaca- sugiere la posibilidad de establecer una restricción vehicular o liberar a los colectivos, nada de ello redundará en mejoras sin el decidido fortalecimiento del alicaído transporte público, las jamás concretadas nuevas estaciones para el Merval y reparación definitiva de los ascensores, o una coordinación con Obras Públicas que en el pasado reciente no ha existido. Es de esperar que esta vez el Gobierno sí entienda que Santiago no es y nunca será Chile.