LA TRIBUNA DEL LECTOR Gestión integral de los recursos hídricos como solución a la escasez de agua
POR JOSÉ LUIS CAMPOS, ACADÉMICO FACULTAD DE INGENIERÍA Y CIENCIAS, U. ADOLFO IBÁÑEZ.
Chile lleva sufriendo trece años consecutivos de sequía. A nivel mundial, esta situación no es nueva para países como Israel, Australia y España, que también están sufriendo crisis hídricas, incluso más prolongadas y severas que la que actualmente está viviendo Chile, pero que han sabido adaptar medidas que les permiten abastecer de agua tanto a su población como a sus sectores productivos. Hoy en día, Israel es el país que mejor utiliza sus limitados recursos hídricos gracias al desarrollo de un modelo de gestión del agua realizado con independencia del aporte de la lluvia, con el fin de garantizar totalmente su seguridad hídrica sin quedar expuesta a la incertidumbre aportada por el cambio climático. Este exitoso sistema de gestión del agua se basa fundamentalmente en tres aspectos: la eficiencia hídrica, el reúso de aguas residuales tratadas y la desalación.
Si pensamos sobre cómo los diferentes rubros consumidores de agua en Chile están abordando el tema de la eficiencia hídrica, merece una mención especial el sector minero, el cual ha optimizado sus procesos productivos para maximizar el aprovechamiento del agua. Estos pasos están siendo seguidos por algunas industrias, pero en el caso de los sectores sanitario y agrícola, aún queda mucho camino por recorrer. Como dato, hay que comentar que en Chile más de un 33% del agua potable producida se pierde durante su distribución, siendo gran parte de estas pérdidas debidas al deterioro de las conducciones. En el caso del sector agrícola, solo en el 24% del terreno cultivado se aplica riego tecnificado. Teniendo en cuenta que la agricultura es la gran consumidora de agua del país, cualquier ahorro que se lograse en este rubro tendría un gran efecto sobre la disponibilidad de agua para el resto de los sectores. Para lograr mejorar la eficiencia hídrica, no se debe considerar solamente la implementación de tecnologías innovadoras o la mejora de las infraestructuras existentes, sino también promover la cultura del agua en los sectores productivos y la población mediante la educación ambiental.
Chile está apostando fuertemente por la desalación del agua de mar para aumentar la disponibilidad de recursos hídricos mientras que solamente el 1,3% de sus aguas residuales tratadas se están reutilizando, dato que contrasta con el 85% de reúso en Israel. La tecnología usada en la desalación es fiable y puede ser aplicada a gran escala. Sin embargo, hay que considerar que cuando se necesita abastecer de agua a zonas interiores, los costos de suministro aumentan notablemente debido a la necesidad de transportarla, situación que tiene muy asumida el sector minero. El alto precio de mercado de los metales permite que este sector pueda pagar un elevado costo del agua, pero quizás esto no sea posible en el caso de la agricultura. Por ello, el sector agrícola, además de mejorar la eficiencia del uso del agua, tendría que comenzar a pensar en utilizar especies con un menor requerimiento hídrico, pero que permitiesen mantener una producción competitiva. Estos cambios en la agricultura tienen que venir impulsados por nuevas normativas, cursos de formación y/o incentivos económicos. Incentivos que, junto a inversiones, deberían aplicarse también a la población rural sin acceso al agua, cuyas necesidades son apenas cubiertas mediante costosos camiones aljibe, detrás de los que, a veces, existen lucrativos negocios.
De forma similar a lo que ha ocurrido en otros países, la solución a la escasez de agua en Chile pasa una gestión integral de los recursos centrada en garantizar la seguridad hídrica del país, tomando medidas que no solo sean basadas en la economía, sino que contemplen también aspectos sociales y ambientales para que éstas sean efectivas a largo plazo. Esta gestión debería realizarse por un ente independiente, cuya toma de acciones tenga en cuenta a todos los actores involucrados con el fin de garantizar el derecho del ser humano al agua, proteger los ecosistemas y sustentar a los sectores productivos. Si queremos realizar una gestión eficiente del agua, ésta debe estar enfocada en el concepto de cuenca y no en regiones administrativas o a sectores productivos. En este sentido, conocer la disponibilidad de los recursos hídricos de cada cuenca, como estos van a ser afectados en el futuro por el calentamiento global y cuánta agua se está consumiendo actualmente en cada cuenca es fundamental para llevar a cabo una planificación territorial sustentable. De esta forma, se podrán tomar decisiones para evitar la sobreexplotación de las cuencas, lo que trae como consecuencia problemas sociales y ambientales cuyos efectos acaban padeciendo las personas más vulnerables.
Debemos aceptar que la disponibilidad de agua en Chile cada vez va a ser menor y ser capaces de adaptarnos a estas nuevas condiciones, tomando consciencia del verdadero valor del agua y generando cambios en cuanto a su uso que involucren a todos los consumidores.