El 17 de marzo de este año, un grupo de seis profesores de la Universidad Técnica Federico Santa María, UTFSM, (Gajardo, Castro, Fuentes, Yuz, Catalán y Lezana) publicaron en "El Comedor", la revista digital de difusión interna de la casa de estudios, una "columna de información y opinión" titulada "¡Basta!, en la cual se sistematizaron graves críticas y denuncias sobre el actuar de la rectoría encabezada por Darcy Fuenzalida, el Consejo Superior de la Universidad y la Contraloría General interna, las que a su juicio han dañado fuertemente el prestigio, patrimonio, clima interno y sustentabilidad de la institución que, precisamente el año pasado, cumplió nueve décadas de existencia.

Las duras aseveraciones expuestas por los seis profesores motivaron su revisión en el Claustro Pleno de la Universidad que se realizó durante esta semana. Básicamente, los disparos apuntan al supuestamente deficiente y desinformado proceso de admisión 2022 y el despido de su anterior directora tras alertar de la caída en picada del proceso durante los últimos dos años, con demanda laboral y baja en postulaciones de por medio.

Citan, asimismo, la pésima gestión del Programa PAI de Instalación a la Academia de Conicyt (hoy ANID), que habría generado un desmedro económico, académico y reputacional mayúsculo. También discuten la asignación de recursos en época de ajustes presupuestarios, con engrosamiento de algunas direcciones, la compra del edificio de la Bolsa de Comercio de Valparaíso y la adquisición de un lujoso automóvil para la rectoría. Junto con ello, agregan un mal clima laboral y la creciente presencia en tribunales (la universidad del G9 con mayor números de demandas en 2021); que la remuneración del rector contendría algunas bonificaciones que no corresponden; que el proceso general de remuneraciones ha sido un desastre; y severas dudas sobre los estados financieros. Finalmente, plantean su inquietud por la apurada contratación de una exseremi de Piñera en la Dirección de Difusión Cultural; y la turbulenta elección del representante de los exalumnos en el Consejo Superior.

Consultada la Dirección de Comunicaciones por las acusaciones, la respuesta enviada a este Diario fue que ello solo respondía a la "opinión" de los seis profesores mencionados.

Con todo, hay diversas variables a tomar en cuenta. Primero que nada, la columna y el conflicto mencionados distan mucho de ser una mera opinión, por cuanto hablamos de un artículo de 17 páginas con fundamentos, argumentos, cifras, datos y apéndices. Segundo, para nadie es un misterio en la Región que la USM se cerró como una ostra con la comunidad local, incluyendo un fuerte desprecio a los medios de comunicación tradicionales. Tercero, las turbulencias actuales coinciden con la elección de un nuevo rector a mediados de año (Fuenzalida no puede ir a la reelección) y con las críticas de las universidades no estatales al Gobierno y al Cuech por un eventual trato preferente de la nueva administración para con las estatales. Cuarto y final: era lógico que después de la razia quedaría un reguero de heridos. Para eso existen la vinculación y las comunicaciones, hoy totalmente abandonadas o en manos inexpertas.

Según cifras de la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel), en Chile tenemos por sobre un 95% de conectividad móvil y casi el 68% de los hogares del país cuenta con una conexión de internet fija, siendo la fibra óptica la tecnología de mayor preferencia (52,9% de las conexiones fijas totales), con un crecimiento de 68% en los últimos doce meses.

El concurso público de redes 5G, que ya fue adjudicado, cuenta con un plazo de dos años para que las operadoras puedan desplegar más de nueve mil antenas a lo largo de Chile, que, de acuerdo con la Subtel, buscan, además, alcanzar e impactar a instituciones públicas y sectores productivos de 366 localidades rurales y aisladas, con un beneficio directo a millones de personas en todo el territorio nacional.

Esta tecnología será mucho más rápida que la red 4G. Reduce la latencia en la transferencia de datos entre 10 a 50 veces y multiplica hasta por 100 la cantidad de dispositivos conectados. Por ello, su llegada se traduce en una oportunidad para ser más eficientes e innovar en procesos productivos en diversas industrias y sectores públicos, ya que las empresas podrán acceder a nuevas aplicaciones para optimizar y hacer más eficaces sus operaciones, y los servicios públicos seguir mejorando la digitalización de sus procesos, impactando con ellos en la calidad de vida de las personas y el tiempo dedicado al trabajo. Esto nos habla de una verdadera transformación digital para el país.

Chile, siendo líder en la región en la implementación del 5G, se encuentra en pleno desarrollo, pilotaje y experimentación de soluciones tecnológicas. Algunas compañías de telecomunicaciones han estado realizando trabajos exploratorios en conjunto con las universidades, que les han permitido conocer, a través de distintas verticales, aquellas áreas que presentan un mejor perfil de implementación. Minería, agricultura y salud son algunas que ya están mostrando resultados concretos en cuanto a transporte autónomo, automatización industrial y telemedicina, que podrán potenciarse una vez que el 5G esté completamente operativo.

Así, se abre un abanico de posibilidades a nuevas aplicaciones para una sociedad altamente conectada. Por ejemplo, el 5G puede ayudar con información al instante respecto de la congestión vehicular, accidentes, desvíos, estacionamientos, e incluso permitiendo la comunicación entre los vehículos circulantes o con la infraestructura aledaña para un mayor monitoreo, gestión, eficiencia y seguridad del transporte.

La expansión móvil ayudará a sumar miles de empleos de manera directa, producidos tanto por el despliegue como por el desarrollo de nuevas tecnologías e industrias que requerirán de nuevos colaboradores. En ese sentido, el 5G es una tecnología de base inclusiva que no solo nos ayudará a mejorar las ciudades, sino a todo el territorio con mejores condiciones de vida y sin distinciones entre los espacios urbanos y rurales.

Sin embargo, esto conlleva una gran responsabilidad, ya que con el aumento de los dispositivos tecnológicos y la velocidad de conexión, crece exponencialmente la superficie susceptible de ataques. Cada vez hay más personas conectadas a internet, y a nivel de operaciones y procesos contamos con más empresas que integran tecnologías para digitalizarse, y la apertura de los negocios requiere que las empresas colaboren con su ecosistema, lo que incrementa los puntos de entrada a los sistemas empresariales.

Por eso, invertir en los colaboradores de la empresa en ciberseguridad, en formación, simulación, gestión de crisis (ataques), entre otros, en todas sus áreas, es una de las claves. La estrategia de las empresas debe estar enfocada en el entrenamiento del personal y en construir una cultura de ciberseguridad de cara al 5G.

De los principales consumidores de aguas continentales, en Chile la agricultura ocupa el primer lugar, con cerca del 80% del uso. Desde antaño múltiples sistemas de regadío con bocatomas en ríos, canales, embalses y tranques, a los cuales en los últimos años se han agregado las aguas provenientes de los acuíferos mediante pozos, han permitido una agricultura sustentable, con infraestructuras ya hace tiempo amortizadas; la prodigiosa naturaleza repetía año a año el milagro de reponer las aguas a través de las lluvias y los deshielos. Y así el énfasis del Estado estaba en invertir en embalses y canales, para lidiar de mejor forma con los vaivenes del clima.

Sin embargo, un nuevo paradigma ha sido impuesto por el cambio climático, que nos conduce hacia un recurso que se torna escaso y donde el desafío será producir agua y distribuirla de forma justa y eficiente. Ahora, para asegurar la disponibilidad del vital elemento y que no esté sujeto a los caprichos meteorológicos, deberemos invertir en nuevas infraestructuras y pagar por ellas.

Si miramos al mar como fuente inagotable de suministro de agua, aparte de los desafíos que presenta el proceso en sí de la captación de aguas, la energía necesaria para desalar y la disposición de las salmueras, hay que agregar el transporte y la distribución, es decir, llegar con el agua producida a los centros de consumo, tanto agrícolas como humano, muchos ellos lejos de las costas.

Para el transporte debemos proyectar una matriz hídrica por medio de acueductos que vayan de mar a cordillera, con derivaciones hacia las principales ciudades y puntos de consumo, incorporándose a las infraestructuras existentes para su distribución. Y para ello debemos considerar el uso de los lechos de los ríos, tendiendo acueductos bajo ellos, aprovechando sus pendientes suaves, su accesibilidad, y al hecho que son bienes públicos que han sido profusamente estudiados y sus eventuales intervenciones serían con mínimo impacto medioambiental.

Los acueductos tienen que ser proyectados con visión de futuro, con una tecnología que asegure una larga vida útil, utilizando modelos de concesión que permitan financiar estos proyectos por medio de peajes como las carreteras o la infraestructura eléctrica. Y el sentido de urgencia nos señala que ya debiésemos estar trabajando en las ingenierías, conjugando flujos a desalar, formas de distribuir y almacenar.

El Estado debiese ahora focalizar sus esfuerzos a la construcción de infraestructura de desalación y acueductos que permitan asegurar el suministro de agua, como lo han hecho países como Israel, Australia y otros, que ya asumieron como inciertas sus fuentes naturales de agua y que, además, evolucionaron consecuentemente su legislación.