"Los desafíos deben apuntar a acortar brechas para la participación cultural"
El Parque Cultural de Valparaíso (PCdV), ícono porteño emplazado en el cerro Cárcel, cumplió diez años de existencia desde su creación el 2021, en medio de una pandemia que lo obligó a cerrar sus puertas o funcionar con aforos reducidos. Fue uno de los tantos desafíos que ha debido enfrentar la entidad que, pese a las adversidades, se ha consolidado como el principal polo cultural de la región y escenario de renombre nacional e internacional para las distintas expresiones artísticas.
La directora ejecutiva del PCdV, Nélida Pozo, realizó un balance del trabajo realizado, analizó el rol de la cultura en la futura Carta Marga y los desafíos que enfrenta la ciudad en materia de patrimonio, en lo cual reconoce estamos al debe, donde ha fallado el rol del Estado y la falta de una adecuada institucionalidad.
-¿En qué momento se encuentra el PCdV tras haber cumplido 10 años desde su puesta en marcha?
-Estamos en un momento donde comenzamos a consolidar proyectos pendientes relacionados con las vocaciones del lugar que no es un centro cultural como cualquier otro en el país, si bien cuenta con una programación artística bien diversa y funciona como plataforma para la creación, desarrollo de prácticas artísticas y circulación de obras en una infraestructura de primer nivel, debemos recordar que este mismo espacio es portador de varias capas de memorias asociadas a la historia política, social y cultural de la ciudad que deben ser relevadas y puestas a disposición de las comunidades. Por otro lado, su ubicación en pleno barrio en la subida de un cerro y las características de su construcción que funciona como un pasaje de tránsito de vecinas y vecinos, permite establecer una relación dialógica con el entorno de proximidad y con quienes participan también de actividades comunitarias y del disfrute de las áreas verdes que aporta el parque, por lo tanto, a 10 años estamos trabajando para hacer convivir el proyecto artístico, el patrimonial/memorial y el proyecto territorial/comunitario.
-Fue un inicio de año complejo, ya que el gobierno anterior intentó quitarle la concesión del recinto a la asociación. ¿A qué acuerdo se llegó con la actual ministra Javiera Toro?
-Con la ministra Javiera Toro, más que llegar a acuerdos, compartimos impresiones y reflexiones respecto del rol y función que cumplen los inmuebles fiscales y en eso coincidimos plenamente en que desde nuestra institución debemos poner esta infraestructura al servicio de las comunidades para su disfrute y apropiación, y cuando hablamos de edificios patrimoniales particularmente, es importante relevar también no solo su dimensión material, sino también el derecho a vivir y disfrutar de la dimensión simbólica de estos inmuebles en tanto referencias culturales, portadores de sentidos y de memoria colectiva. Lo que la ministra hizo fue anular la revocación porque, efectivamente, no habían razones técnicas ni jurídicas para ello. Es importante señalar que la única forma en que como Asociación podemos cumplir con el mandato que nos entrega el Estado para cumplir con el custodio y puesta en valor de este patrimonio común, es contando con el comodato para su administración y gestión.
-¿Cuáles son los desafíos que tienen ahora como el gran centro culturales de la región?
-Creo que los principales desafíos dicen relación con la pregunta sobre el rol que tienen los centros culturales en los territorios donde su ubican y su relación con las comunidades, para que estas instituciones sean también parte de las transformaciones hacia un país garante de derechos, en este caso, con el derecho que tienen las personas a participar de la vida cultural de la ciudad y eso no sólo implica desde un centro cultural contar con una programación o cartelera artística, implica también implementar nuevas formas de la gestión en el sector cultural, y en ese sentido, ampliar los espacios de participación para la toma de decisiones más colaborativas y colectivas, con implicancia de las comunidades me parece que es un camino. Los centros culturales históricamente han sido espacios reproductores de desigualdad y los desafíos tienen que apuntan a acortar brechas en términos de la participación cultural de las personas, trabajando en torno a barreras culturales, económicas y sociales y ahí el Estado y las políticas públicas son clave para ello.
-Ahora se adjudicaron un fondo del Gore para un proyecto de habilitación de sitio de memoria como excárcel pública. ¿En que consiste esa iniciativa?
-El proyecto se llama "Habilitación del sitio de memoria ex cárcel de Valparaíso", por un monto de $183 millones para su Etapa de Diseño (año 1), lo que nos permitirá completar todos los estudios técnicos de especialidad requeridos para significar y rehabilitar los dos monumentos nacionales que custodiamos, la ex Casa de Pólvora y ex Cárcel Pública de Valparaíso como el principal conjunto patrimonial, de memorias y promoción de derechos humanos de la región de Valparaíso. Este es un proyecto que se trabajó gracias a una alianza y colaboración con el equipo de la Dirección Regional de Patrimonio. La obra va a permitir la restauración integral y puesta en valor del conjunto urbano-histórico y sitio de memoria que nuestra Asociación gestiona, lo que sin duda será una inversión pública emblemática para el desarrollo regional para los próximos años, que implicará contar con salas de exhibición de piezas arqueológicas, objetos y documentos, con una museografía y museología del sitio y un centro de documentación, entre otras.
-Chile enfrenta un proceso constituyente que puede ser clave en distintas instancias. A su juicio ¿cuál debe ser el rol de la cultura en una nueva Constitución?
-Ya imaginarnos un país que se transforma desde un Estado subsidiario a un estado social y democrático de derechos es definitivamente un cambio profundo. Ya en el primer artículo que fue aprobado por el pleno habla de un Estado plurinacional, intercultural y ecológico, desde allí existe ya una definición en clave cultural, es decir, hay un reconocimiento no sólo a lo diverso que somos culturalmente que valora y reconoce las distintas culturas y cosmovisiones que coexisten en el país sino que establece una forma de vivir esa diversidad a través de una aceptación al otro u otra con todas sus diferencias en una relación de colaboración, ninguna cultura por sobre otra y donde la relación con el medio ambiente también debe ser diferente, ahí debemos aprender mucho de los pueblos originarios, todo esto son cambios culturales que se relacionan con la forma en cómo convivimos y nos relacionamos las personas, como respetamos los derechos humanos y también los de la naturaleza. Otros derechos culturales por cierto que deben estar garantizados y que se han ido aprobando en el pleno hablan del derecho a participar de la vida cultural y artística; derecho a la identidad cultural, a la libertad de creación y difusión de las artes y las culturas, y aún falta un poco de la discusión pero sin duda contribuirá a instalar las artes, las culturas y los patrimonios en otra posición más cercana a la ciudadanía.
-El financiamiento de los centros culturales no es fácil. Uds. tienen asegurada una glosa presupuestaria del ministerio, pero también deben generar ingresos propios. ¿Qué acciones realizan para gestionar esos recursos?
-La sostenibilidad económica para los centros culturales es un tema complejo porque pareciera que no hay aún la valoración social necesaria respecto del rol del arte y la cultura para la vida común o para el bienestar de las personas, para tener sociedades más felices y cohesionadas, por lo tanto, a nivel institucional público y privado se invierte muy poco en cultura y existe poca decisión también de las familias de invertir en una entrada a un obra de teatro o al cine, y si sumas las crisis que hemos vivido y que seguimos aún padeciendo, simplemente las familias tienen otras necesidades y prioridades económicas. Por lo tanto, si bien el Parque Cultural recibe una glosa importante desde el Estado, esta es aún muy insuficiente y las actividades que realizamos son en su mayoría (80% el último año) de entrada gratuita o cuando hay venta de entradas, lo recaudado va directamente a las compañías o artistas -a quienes la pandemia los golpeó fuertemente y el Estado estuvo ausente- por lo tanto, no va por esa vía el modelo para generación de recursos. Ello nos obliga a buscar otras estrategias como el arriendo de espacios para algunos conciertos, seminarios y otros que nos ayuda principalmente a la mantención del espacio, una infraestructura de 2,5 hectáreas que resguarda 2 monumentos nacionales y mantiene un Parque, es muy costoso en su mantención.
-Transcurrida una década de funcionamiento, siente que los porteños y la región en general aprovechan de buena manera espacios como este. ¿Cómo encantar e involucrar a la gente con las actividades culturales?
-Hemos visto que cada día participan más comunidades y públicos de las distintas actividades; la demanda tanto por las actividades de la programación o cartelera como aquellas formativas, o de creación, o uso de los distintos espacios indican que efectivamente hay una importante valoración de las personas que han vuelto muy masivamente a ocupar el Parque Cultural -a diferencia de la tendencia a la baja que se había visto en los últimos estudios a nivel nacional sobre participación cultural, previo a la pandemia-, por lo tanto, es clave analizar permanentemente el tema de los públicos o comunidades o visitantes porque este es un fenómeno muy dinámico que requiere desarrollar nuevas estrategias que yo diría deben basarse en una mayor implicancia y compromiso de las personas para vivir experiencias significativas, con un rol activo y también porque desde un centro cultural se pueden trabajar todas las temáticas que están en los debates públicos y agendas políticas, por ejemplo, la reflexión sobre los bienes comunes y la preocupación por el medio ambiente la podemos trabajar a través de lenguajes artísticos como la danza o el teatro y también a través de otras estrategias de participación comunitaria como lo que hoy hacemos a través del proyecto Huerta Comunitaria y el Punto limpio que funciona un voluntariado. Lo que buscamos es la implicancia y compromiso de las comunidades con la sostenibilidad ambiental y enfrentar de manera colectiva y proaciva el cambio climático, como un ejercicio de sus derechos culturales, en el más amplio sentido.
-Valparaíso es una ciudad patrimonial, sin embargo, parece que no ha existido la voluntad política por preservar su rica historia, arquitectura, sus calles. ¿Qué se necesita para poder revertir esta situación?
-Bueno aquí hay un problema de origen, se realizó una postulación y una definición de Unesco respecto de un reconocimiento de Valparaíso como sitio del patrimonio mundial sin antes contar con una institucionalidad, una ruta y con un presupuesto adecuado para ello. Yo soy bien crítica a como se ha desarrollado todo el proceso y creo que tiene existir una voluntad y una decisión política que involucre al estado central, regional y local que permita implementar un plan con financiamiento donde los privados también deben sumarse y, claro, la comunidad también cumple un rol, pero la primera responsabilidad política es del Estado.
"(La nueva Constitución) contribuirá a instalar las artes, las culturas y los patrimonios en otra posición más cercana a la ciudadanía".