Correo
Destino de óleos municipales
En el Concejo Municipal de Valparaíso, el 21 de enero pasado, el alcalde dijo que los óleos del Salón de Honor fueron retirados porque se iba a pintar. Han pasado los meses y no se ha hecho nada al respecto. En cuanto a los óleos, algunos donados por otros países, me informaron que se han dado un periplo, supuestamente, por el Palacio Baburizza, el Club Naval y el Museo Marítimo Nacional.
Consulté a la Dirección de Gestión Patrimonial del municipio porteño y me dijeron que preguntara a Cultura o por Ley de Transparencia. Es decir, no hay respuesta de quien debiera darla. ¿Alguien me puede decir en definitiva si los óleos fueron donados, prestados o dados en comodato a alguna de las instituciones mencionadas? Y lo más importante, ¿volverán al Salón de Honor?
Para darles una muestra de la importancia histórica de las pinturas, el arquitecto Alberto López Martínez me mostró una información del diario La Unión que dice que el óleo de José de San Martín fue donado por la Municipalidad de Córdoba en 1942 y el de Simón Bolívar en 1939.
Lautaro Triviño Hermosilla
Delincuencia
Los hechos delictuales han aumentado de tal manera, que se están haciendo incontrolables para las autoridades y tienen a la ciudadanía sumida en una inseguridad total. Este escenario me lleva hasta la época del salvaje oeste americano, donde los asaltos a bancos y personas, asesinatos, secuestros, ajustes de cuentas, etc., eran parte de la rutina diaria. Si analizamos la situación con lo que estamos viviendo a diario los chilenos, podemos encontrar muchas semejanzas.
Jorge Valenzuela Araya
Sinsentido
En varias oportunidades he escuchado al Presidente de Chile decir "nación mapuche", a determinada ministra hablar de Wallmapu y a otras autoridades del Ejecutivo repetir lo mismo con respecto a los mapuches de la macrozona sur. Si el Ejecutivo piensa que Chile debería restituir tierras y, seguramente, dar forma real a una nación mapuche para generar justicia, entonces esperar que el Gobierno defienda a los chilenos y al país será imposible.
Con respecto a la delincuencia común quizás también aplica la misma lógica, que el Estado de Chile es el culpable de la desigualdad social, por lo que deberíamos ser más comprensivos socialmente y dejarnos robar pacíficamente, sin ofrecer resistencia, entregando todo como es habitual.
En definitiva, nosotros, los chilenos, somos los culpables de casi de todo. Solo nos falta restituir las tierras del norte para completar el anhelado sentimiento de justicia que prima ciegamente en muchos de nuestros compatriotas buenos.
Octavio Quiroz
Familias y nueva Constitución
¿Cómo entendemos el concepto de familia? ¿De qué hablamos cuando nos referimos a familias de Chile? ¿Cómo se las reconocerá en la nueva Constitución?
La Convención Internacional de los Derechos del Niño, suscrita por nuestro país en 1990, no establece una visión de familia predeterminada ni establece el dominio de una determinada concepción de familia por sobre otra, sino más bien la describe en función de su rol de protección, guía y orientación respecto de niños y niñas.
La experiencia de organizaciones que trabajamos por la promoción, defensa y restitución de derechos de niños, niñas y adolescentes, brindando atención psicosocial a lo largo de Chile, nos hace necesario relevar que no nos ocupamos de un único tipo de familia, sino que más bien atendemos a una diversidad de éstas, donde incluso la tipología de la familia nuclear (padre, madre e hijos) no es necesariamente la más frecuente.
Es preciso, por tanto, y como primer paso, contar con nociones amplias sobre las familias, lo cual es recogido en la propuesta de Artículo N° 7 por parte de la Convención Constitucional: "El Estado reconoce y protege a las familias en sus diversas formas, expresiones y modos de vida, no restringiéndose a vínculos exclusivamente filiativos y consanguíneos. El Estado debe garantizar a las familias una vida digna, procurando que los trabajos de cuidados no representen una desventaja para quienes los ejercen".
A partir de este reconocimiento será preciso avanzar hacia la conceptualización de la familia con potencialidades y recursos (y no solo con debilidades o carencias) como sujeto central de las políticas públicas de nuestro país.
Alejandro Astorga Jefe Técnico del Área de Desarrollo, Asesoría y Supervisión Técnica de Corporación Opción
Dimensión comunicativa
La familia es fundamental para la convivencia social, pues es el "lugar" donde aparece el lenguaje y, junto con ello, el mundo. El mundo de las cosas, el mundo de las relaciones humanas y el particular mundo de nuestra intimidad. Precisamente es en la familia donde comenzamos a actuar y a justificar nuestras acciones en el mundo, por ejemplo, si acaso somos objetivos en nuestras apreciaciones respecto a los hechos que se nos muestran, si acaso nuestro actuar es correcto hacia los demás, o bien, simplemente, si somos auténticos en lo que expresamos cuando hablamos de nosotros mismos.
La familia es un espacio de comunicación en el que se puede dar el entendimiento, la reflexión y la argumentación respecto de la verdad de los hechos (Mundo Objetivo), la rectitud de nuestro actuar para con otro (Mundo Intersubjetivo) y la autenticidad de nuestras vivencias (Mundo Subjetivo). Efectivamente, a través de la conversación y el diálogo de sus integrantes se pone en ejercicio la capacidad de justificar racionalmente las acciones sociales a través de la propia argumentación.
Es muy necesario, entonces, la dimensión comunicativa de las familias, pues permite el hábito de racionalizar las intenciones, preferencias y decisiones. Es una tarea inclaudicable para la familia generar el hábito a "entenderse con alguien sobre algo" desde la argumentación y no desde la violencia. Si esta empresa familiar se frustrara, la educación a través de las escuelas se constituye en un posible camino de racionalización. El punto se torna dramático y crítico cuando no están ni las familias ni las escuelas. ¿Quién reemplaza estas ausencias? ¿Hay alguien que toma su lugar?
Pedro Mayorga Cordero Director de Formación e Identidad, Santo Tomás Viña del Mar