Viejos dilemas en Quintero-Puchuncaví
Por enésima vez, emisiones contaminantes provocan malestar en escolares y profesores. ¿Qué medidas piensa aplicar el Gobierno?
Veintiún estudiantes de la Escuela Educacional Sargento Aldea y varios adultos de ese recinto y el Jardín Infantil Caballito de Mar, ambos en Puchuncaví, sufrieron síntomas de intoxicación -mareos, náuseas y dolor de cabeza- la mañana del lunes. En el momento que ocurre el incidente ambiental, parte una sucesión de medidas cuya naturalización es un preocupante signo de cómo viven las comunidades de la bahía de Quintero: los afectados son derivados a centros asistenciales cercanos, las autoridades revisan las redes de monitoreo ambiental para identificar subidas en los indicadores de elementos peligrosos que suelen estar presentes en la zona, el alcalde de Puchuncaví suspende las actividades físicas y deportivas para reducir el riesgo de nuevos casos y la Superintendencia de Medio Ambiente procede a pesquisas inmediatas para definir el origen de las emanaciones tóxicas.
De acuerdo a los primeros antecedentes, las sospechas en torno a este incidente específico apuntan a un trabajo de descarga de asfalto que se realizaba desde la madrugada del 16 de mayo en la planta de Enex S.A., una filial de Quiñenco y una de las principales distribuidoras de combustibles y lubricantes en Chile. El hecho amerita un par de reflexiones. Una, más bien superficial, es el desapego que exhibió, al menos durante la jornada del lunes, el conjunto de autoridades regionales frente al episodio, pese a que alteró la dinámica comunal y afectó a una gran cantidad de niños. Casos similares movilizaron antaño a parlamentarios y seremis hasta el epicentro del problema y provocaron reclamos masivos de vecinos y agrupaciones medioambientalistas. Esta vez nadie exigió con fuerza la presencia del seremi de Salud, ni emplazó duramente al Gobierno por no dar solución inmediata a una crisis ambiental que lleva décadas.
Una segunda reflexión es que este tipo de hechos revela cómo los problemas de contaminación vinculados al parque industrial que opera en la bahía de Quintero son difíciles de erradicar y persisten con preocupante frecuencia, pese al esfuerzo que ha puesto el Estado en los últimos años para hacer monitoreos en la zona y garantizar el buen funcionamiento de las plantas circundantes. Ya pasaron casi cuatro años de las palabras que en septiembre de 2018 pronunció el Presidente Sebastián Piñera ante líderes de todo el mundo, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York: "Ratificamos un compromiso con nuestros compatriotas: cambiar la historia de esas localidades (Quintero y Puchuncaví), de forma tal de poner en marcha un plan para superar la situación de emergencia y proteger la salud de sus habitantes". Gran parte de ese plan está en marcha y es a todas luces insuficiente para abordar de forma definitiva el problema. Por ello es urgente que el actual Gobierno, cuya plataforma de campaña estuvo marcada por una promesa de mejorar la calidad de vida de las comunidades en "zonas de sacrificio", aclare qué nuevas medidas -planes de inversión, procesos de erradicación o de intervención- tiene previstas para Quintero y Puchuncaví. Ojalá lo aclare y aplique antes que la larga bitácora de incidentes medioambientales sume otro episodio de contaminación.