RELOJ DE ARENA De Mori a Modigliani
Carlos Pezoa Véliz escribe sobre la calle Valparaíso y habla de "su tráfico de mujeres aristócratas". Supuestamente entonces, 1902, una calle elegante, distinguida, paseo seguro, sin vendedores ambulantes. Complaciente, el poeta en esos tiempos era funcionario municipal. La historia no dice si era de planta o contratado, pero allí estaba en pago por su trabajo periodístico en apoyo a una triunfante candidatura alcaldicia de derecha, aun cuando él mismo era un hombre de izquierda quizás hasta vinculado con los anarquistas que en esos tiempos estaban de moda.
Pero el tema es la calle Valparaíso y el arte. Pasan los años, viene el terremoto de 1906 y la calle gana en prestancia y en la calidad de su comercio.
Luego, en los años 20 aparecen tiendas de moda femenina, emporios con delicatesen y licores importados, un mercado modelo y hasta una casa que vende automóviles Fiat y bicicletas Bianchi, Cattoretti y Cía..
Años después, en la esquina de Villanelo con calle Valparaíso encontramos a Flaño, tenidas exclusivas, de buen gusto y caras para damas y caballeros. Hoy, seguro, hay allí una farmacia.
Metros más allá, la Casa Mori, escogidos artículos de regalo, marcos para cuadros y una precursora galería de arte. La casa Mori nace en Valparaíso en 1915 como Mori y Maldini, vidriería, y pertenece nada menos que a la familia de Camilo Mori (1896-1963). Los hermanos del pintor manejan el negocio y luego sus sobrinos.
El artista vivió en Valparaíso, cerro Bellavista, junto a su esposa Maruja Vargas, a quien había conocido en 1916 en la Plaza Victoria. Era su musa inspiradora. 50 años de matrimonio. Ella falleció hace pocos años. El pintor, según Romera, pertenecía al grupo criollo de Montparnasse, expresión de "un signo de renovación y rebeldía". El artista, afirma, "ha llegado a un grado de perfecto dominio técnico… su musa es voluble, su espíritu revela extraordinaria versatilidad".
Días de radio
Siguiendo en la onda creativa, casi en el segundo piso de la Casa Mori están los estudios de la Radio Metro que inicia sus transmisiones en 1936. Pertenece a Raúl Renard, ingeniero, uno de los precursores de la radiotelefonía nacional, quien fabricó los equipos e instaló la planta emisora en los altos de Recreo. Sus programas son un aporte a la cultura o a la simple entretención con la participación de artistas como Nicanor Zabaleta, Nicanor Molinare, Leo Marini, Mercedes Simone, Malú Gatica, Raúl Gardy, entre otros. Acompaña sus espacios nocturnos con grabaciones selectas presentadas por el musicólogo viñamarino Ricardo Braga. La emisora tenía además un precursor espacio de comentarios deportivos que dirigía el entusiasta Luis Eduardo Gianelli, en el algún momento integrante de la selección uruguaya y en Viña del Mar entrenador de fútbol del colegio Mackay.
Pasamos a la acera de enfrente y entre Villanelo y Traslaviña está el emporio Gastronómico. En su vitrina llama la atención una maquinita que fabrica, con precisión y delicadamente, ravioles, fresquitos. En los años 30 del siglo pasado fue propiedad de Orestes Francia, padre del médico y cineasta Aldo Francia, "Valparaíso mi amor".
El negocio, importante aporte a la buena mesa viñamarina como el Montecarlo o Schiaffino, es adquirido posteriormente por un italiano nacido en la localidad genovesa de Zoagli, Dino Samoiedo T...
Si el nombre le resulta conocido, se trata del padre de Dino Samoiedo Araya, creador y director de la Galería de arte Modigliani. Y también, inevitablemente, recordamos el "Samoiedo", el café que en los años 50 del siglo pasado derrotó a la tradicional "Virreina", que se quedó anclada en el tiempo.
Pero volviendo a Dino Jr... Estudió 12 años en la Scuola Italiana de Valparaíso, viajó y conoció las obras de grandes creadores en Europa y también trabajó en el negocio familiar. Allí conoció al grabador y poeta Carlos Hermosilla, quien llegaba, trabajosamente, en compañía de su esposa Marina, a comprar fettuccini. Mientras esperaba, agradecido por la buena atención, en el reverso de pequeños boletos de buses hacia retratos que regalaba a la vendedora.
Un acercamiento al arte de Dino, quien tras el cierre de la tradicional Casa Mori en 1989, abre su propia galería, "Modigliani", el 13 de julio de 1991. En su primera versión se ubica en la Galería Fontana, donde estuvo nueve años y hasta se amplía.
La apertura cuenta con trabajos de artistas locales y de Santiago. Están Bruna Solari, Camilo Carrizo, Gustavo Alvarado, René Quevedo, Praxiteles Vásquez, Luis Vicencio, Luis Tejada, Reinaldo Villaseñor, Carmen Silva, Hardy Wistuba, Pedro Bernal. Gómez Hassán, José de Rokha y Alberto Ludwig.
Siguen las presentaciones y se traslada a un nuevo local, especialmente construido, en Cinco Norte, proyecto del arquitecto Francisco Wilson. El lugar es más tranquilo, autónomo y de fácil acceso. Junto a exposiciones de pintura, grabado y acuarela, también hay espacio para la escultura y para la presentación de obras literarias. Esas presentaciones, además, son una oportunidad de encuentro y debate sobre el arte con los mismos creadores.
La galería, con sus periódicas inauguraciones de exposiciones, no es única. Muchas han desaparecido. Tras la mencionada Casa Mori hay presentaciones en el Hotel O'Higgins, Casino Municipal y Club de Viña del Mar. También el mismo Dino recuerda la Sala de Arte Xavier, galería Rapallo de calle Valparaíso, Icaro y Trazos y, por cierto, la Sala Viña del Mar. Destaca también a Tarquinia Art, de reciente apertura.
Viaje por el arte
Los 30 años de existencia de la Galería Modigliani en 2021 fueron celebrados en medio de los temores de la pandemia y tras un largo cierre. Pero dejan un notable valor agregado, un libro "Apuntes autobiográficos de Dino Samoiedo A.". Son 560 páginas que superan ampliamente lo personal y se convierten en una verdadera bitácora que nos invita a viajar cómodamente por las rutas del arte. "No soy un académico", dice, pero afirma tener "buen ojo para el arte".
¿Modigliani? Amedeo Clemente Modigliani (1884-1920), un pintor y escultor italiano que busca le belleza pura y abstracta.
"Desde muy joven me atraían sus personajes, sus desnudos, esas miradas impenetrables de sus retratados, la estilización de sus cuerpos, todo. Como hijo de italiano, consideré que era el nombre que la galería debía tener", dice en entrevista con la periodista Rosa Zamora.
En la galería se han mostrado obras de grandes artistas, como Roberto Matta, Nemesio Antúnez, Enrique Zañartu, Carmen Silva y Mario Toral, entre otros.
En el libro encontramos las voces de muchos artistas con citas textuales o conversaciones con Samoiedo.
Sobre Antúnez dice que "fue un gran maestro capaz de dar un clase magistral, explicando la pintura con frases sencillas, con emoción y amor por el arte, sin acudir a exotismo innecesarios, tan frecuentes en algunos teóricos y en muchos aficionados que alejan cada vez más las visitas a los museos y galerías de arte".
Evoca, además, a su antiguo amigo Carlos Hermosilla con su valiosa y numerosa colección donada a la Universidad de Playa Ancha. "Lo postularon al Premio Nacional, pero suele suceder que para los artistas porteños o regionales resulta muy difícil obtener dicho galardón", escribe en su libro Dino.
Recuerda a Adolfo Couve, con sus invitaciones a Cartagena a tomar tecito con sándwich de palta. El 11 de marzo de 1998 Samoiedo recibe la noticia por teléfono: "Adolfo se suicidó". Disfruta de dos cuadros de pequeño formato que le obsequió.
Los testimonios son múltiples y las citas de los artistas, numerosas, como esta de Guayasamín: "Ser pintor no es una profesión, es un estado de ánimo".
Capítulo importante es el dedicado al proceso de la creación. Cita, entre muchos, a Juan Francisco González. Afirma que "en arte solo vale la intención, el impulso creativo, lo por hacer; siempre es mejor el boceto que el cuadro terminado; en el bosquejo está todo el ardor, la pasión, la volcadura íntima del individuo; en el cuadro concluido está la academia, la retórica, lo que está amasado. Por eso me acusan de manchista, de impresionista, de no terminar las cosas".
Muchos nombres y muchos conceptos ocupan páginas del libro, pero además de aspectos concretos como un catálogo de las exposiciones de la Galería Modigliani tenemos un instructivo capítulo dedicado al "mercado de las falsificaciones". Revela técnicas para envejecer obras que aparecen en ventas o remates. También advierte sobre la expresión "cuadro atribuido a…" o "cuadro firmado por…". Expresiones salvadores que no comprometen al vendedor de una tela dudosa. Recuerda Samoiedo que las obras nacionales más falsificadas son las de Juan Francisco González y de Roberto Matta.
En sus páginas el libro aniversario suma numerosas fotografías con conocidos personajes del jet set local en la inauguración de exposiciones y, a la vez, testimonios de reconocimiento a la Galería que pasa ya las tres décadas sin recurrir a esas caprichosas subvenciones que poner incertidumbre al mundo del arte.
En fin, Samoiedo nos entrega un entretenido libro, un personal y original recorrido que discurre entre Mori y Modigliani.