Reflexiones sobre un fin de semana fatal
Cuatro fallecidos en accidentes de tránsito alertan nuevamente sobre la incompatibilidad entre el alcohol y la conducción de vehículos. Impactan las cifras de la pandemia y quedan a un lado los casos fatales en accidentes de tránsito. Este año ya han muerto en esos casos 766 personas, cantidad mayor en relación al año anterior.
Fatal fin de semana. Dos jóvenes fallecen víctimas de un accidente en la recta Las Salinas de Viña del Mar, en tanto un matrimonio muere en la localidad de Casablanca. Familias desoladas y dos niños de 7 y 3 años, hijos del matrimonio, con lesiones graves además de quedar huérfanos a temprana edad.
En el caso de Viña del Mar, el hecho ocurrió a la una de la madrugada del domingo, cuando el automóvil que circulaba de norte a sur y en el que viajaban cuatro jóvenes, colisionó por alcance a un taxi colectivo. Por la fuerza del impacto el mismo coche salió la pista y chocó frontalmente contra una palmera. Los ocupantes quedaron atrapados en el interior del vehículo y Bomberos, con equipo especializado junto al SAMU, trabajaron rápidamente y con las precauciones del caso en el rescate. Uno de los ocupantes falleció en el lugar, mientras otro dejó de existir en el Hospital Naval. Hubo otros cuatro heridos con lesiones de consideración.
Los jóvenes regresaban de una fiesta en Ritoque. El Servicio correspondiente de Carabineros realiza las investigaciones del caso y, preliminarmente, el jefe de la Primera Comisaría de Viña del Mar, teniente coronel Mario Ulloa, afirmó que "al parecer habría indicios de alcohol en estos involucrados".
En el caso de Casablanca, ocurrido a las 20.00 horas del sábado pasado, el fiscal Germán Klug estableció que el conductor del vehículo causante del choque manejaba en estado de ebriedad.
Este tipo de hechos no son novedad. La noche, el alcohol y la velocidad son una letal combinación que deja como resultado muerte, lesiones a veces irrecuperables y un irreparable dolor familiar. Inevitables son tanto en sobrevivientes como en familiares de las víctimas las recriminaciones, conclusiones dolorosas pero reales. En consuelo que entregan las relaciones y el círculo de los fallecidos es un apoyo, pero queda la sombra y una reflexión que por repetida se vuelve rutinaria: el alcohol no es compatible con la conducción.
No es compatible, pues un vehículo con su masa y potencia se convierte en un arma sin control para quienes lo conducen y para quienes viajan en otros o para peatones que circulan por caminos, calles o aceras. En estos momentos nos impactan las cifras de la pandemia y quedan a un lado los casos fatales en accidentes de tránsito. Hasta la fecha, este año han muerto en esos casos 766 personas, cantidad mayor en relación al año anterior. Es posible que las muertes por la pandemia hayan sido inevitables, pero sin duda la mayoría de fallecimientos en los mencionados accidentes eran evitables.
Esta reflexión puede ser rutinaria y ahí está riesgo, pues solo queda una legalidad que se aplica tras la infracción, pero el peligro reside en que no se hace conciencia sobre una materia en la cual en primer lugar está en juego la vida.