LA TRIBUNA DEL LECTOR Educación emocional
POR MACARENA RUIZ BALART, DIRECTORA MUSEO ARTEQUIN DE VIÑA DEL MAR POR MACARENA RUIZ BALART, DIRECTORA MUSEO ARTEQUIN DE VIÑA DEL MAR
Asumimos las dimensiones de la violencia cuando somos quien la sufre, sintiéndola en nuestro cuerpo, mente o alma. El que alguien te grite, pegue o escupa es algo que hiere la piel, te quema y te hace sangrar, llorar, y muchas veces genera una rabia profunda que te queda. Es más, esto puede forjar, en una situación similar, que asumamos la misma actitud que antes cuestionamos.
¿Qué sientes mientras lees esto? ¿Curiosidad? ¿Desagrado? Como dice Humberto Maturana, la vida "es vivida en el fluir emocional que constituye en cada instante el escenario básico desde el cual surgen nuestras acciones. Más aún, pienso que son nuestras emociones las que determinan en cada instante lo que hacemos o no hacemos, no nuestra razón".
Desde esta base, sabemos que cuando somos niñas o niños reaccionamos de manera más instintiva y que con el paso del tiempo nuestras emociones se van educando. Por eso podemos entender que un bebé tire una mamadera por estar enojado, pero no a una persona que trata mal a una cajera de supermercado por un arrebato. Con los años logramos descifrar de mejor manera lo que percibimos y por qué. A esto se le llama conciencia emocional.
Rafael Bisquerra plantea que la emoción es "un estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada".
Por ello, la ira, el enojo, el desprecio, entre otras, nos pueden hacer reaccionar en forma violenta. Más en el mundo adultocéntrico actual, donde niños y niñas escuchan y toman como guías a las personas adultas, quienes en reiteradas ocasiones validan, con su actuar y sus palabras, los actos violentos.
Han sido meses complejos en los ambientes escolares, la vuelta al aula luego de dos años sin interactuar de manera presencial entre pares, el aislamiento y la distancia producen una fractura y de ella debe construirse un orden distinto, entendiendo nuevamente como cada uno y una se comporta en los contextos sociales y culturales.
Para el Museo Artequin Viña del Mar también llega el momento de actualizar su función ante sus públicos: ¿Regulamos?, ¿sostenemos? o ¿miramos hacia otro lado ante esta evidente realidad de la niñez? El propósito de este espacio cultural es acercar a las niñas y los niños a las artes visuales, influenciando en las personas para que sean más creativas, inclusivas y capaces de conversar. Motivar la existencia de seres con capacidad crítica y reflexiva que acepten las diferencias y que puedan expresar su punto de vista, respetando a sus amigos y amigas, y a quienes no lo son tanto, comprendiendo que el mundo se vive en comunidad, no en formato individual.
En Artequin Viña del Mar entendemos este fenómeno dentro del contexto de la educación emocional a través del arte. La neurociencia nos ha demostrado que la relación entre emoción, motivación y aprendizaje es una realidad esencial a la hora de crear.
Es en este lugar que las manifestaciones artísticas pueden generar una comprensión diferente ante una emoción: ¿Expreso la rabia y el enojo a través de un grafiti o golpeando a una compañera? ¿La pena la demuestro molestando a un compañero de colegio más pequeño o a través de la escritura? Sin duda, es una elección que todos y todas hemos tenido que hacer.
A través de las artes podemos conectarnos con nuestras emociones, entenderlas y buscar maneras de gestionarlas por medio del acto artístico, de la pulsión del arte y el desarrollo del pensamiento crítico. No es necesario dedicar la vida al arte, sí es indispensable abrirse a esta dimensión y su manera de percibir al mundo.
Como plantea Bisquerra, "el objetivo de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales: conciencia emocional, regulación emocional, autogestión, inteligencia interpersonal, habilidades de vida y bienestar", elementos posibles de trabajar desde la educación artística.
Como espacio de cultura, buscamos reconocer al ser humano y su dignidad, especialmente en los ámbitos en que niñas y niños se manifiestan, permitiendo forjar lugares donde esté permitido comprender, validar y administrar las emociones, usando el arte, lo lúdico, la escucha activa y el respeto.
Como dice Juan Casassus, "la educación emocional es un proceso educativo orientado al desarrollo de la conciencia y comprensión emocional", y como museo tomamos esta lucha como un aporte desde el arte y la educación para ayudar a motivar e incentivar el autoconocimiento y la empatía.