El arte de la desmesura en una muestra pública
Exposición en el Palacio Vergara pareciera validar acciones de violencia cuando aún nuestras ciudades presentan heridas abiertas.
Para algunos es arte; para otros, apología de la violencia. La polémica está instalada en torno a la exposición que se presenta en los salones del recién restaurado Palacio Vergara de Viña del Mar. Se exhibe allí la muestra denominada "Memoria Gráfica Chile MMXIX", antes expuesta en la galería Tarquinia Art. Una de sus piezas es una figura en hierro que representa a una persona con un escudo y lleva el título "Homenaje a la primera línea", aludiendo a los violentistas que participaron en los hechos de 2019.
Este "homenaje" causó profunda molestia, especialmente entre las víctimas de la violencia, en particular en el comercio de Valparaíso y Viña del Mar. También este "reconocimiento" fue rechazado por representantes políticos, como el diputado Andrés Celis (RN), quien calificó la presentación como "una apología de la violencia. Totalmente fuera de lugar y una burla para las víctimas del estallido social". El core Manuel Millones afirmó que la obra "es un agravio a todos los que sufrieron las consecuencias de esas acciones". Y el presidente de la Cámara de Comercio de Viña del Mar Rodrigo Rozas, precisó que "el gremio está muy molesto porque vivió la resistencia de abrir cuatro veces a la semana en horario reducido y con locales vandalizados".
Ante esos rechazos, el artista visual Arnoldo Carvajal expresó que "el arte es un reflejo de nuestra sociedad y los artistas dejan de manifiesto la época en que están viviendo". Por su parte, el conocido crítico Daniel Santelices expresó que la obra es "contingente" y que en el curso del tiempo va a darse realmente su dimensión.
Las observaciones estéticas sobre el futuro de esos trabajos y otros que allí se presentan son pertinentes, como puede ocurrir con toda creación que pretenda ganar la condición de obra de arte. Pero también hay que pensar en la oportunidad de la muestra cuando nuestras ciudades, Valparaíso y Viña, mantienen heridas abiertas tras los hechos de violencia homenajeados en la exposición. Seguir revolviendo el puñal en la herida, cuando hay víctimas del daño que siguen luchando por recuperarse, puede resultar cruel.
Se acusa a la muestra de hacer apología de la violencia, cargo que no se puede tomar con indiferencia cuando de norte a sur nuestro país, sus habitantes, sus actividades, son víctimas de hechos gravísimos que llegan a la muerte de policías, sistemáticamente satanizados en expresiones como la cuestionada, con su eximio y cobarde símbolo del "perro matapacos".
En ese contexto, resulta un contrasentido que una muestra de este tipo sea acogida en un espacio público, municipal, financiado con recursos de muchos que han sido víctimas de la violencia. Al final del día, el arte solo es arte cuando les conviene a algunos. ¿El monumento a Baquedano de Virgilio Arias no lo es? ¿Qué hay de la estatua de Merino? ¿Qué pasó con el monumento a la Solidaridad de Mario Irarrázabal de la Avenida Argentina que Ezio Passadore quería vender como chatarra y por kilo? ¿Dónde estaban ahí los adalides de la libertad de expresión y la historia porteña?
Ahora, son varios los que sin saber juntar un par de letras se llenan la boca con el arte y actúan con superioridad moral e intelectual en esta Región. ¿Cómo olvidar a aquella tan transgresora directora de un museo local que desprecia en redes sociales a este Diario y luego se desvive por una entrevistita o avisos gratuitos para su espacio cultural? ¿Cómo no ver con ternura a esa intelligentsia porteña que suele darnos clases de todo -porque en todo son entendidos- y al final del día les gana el quién vive un inexperto universitario en la puerta de la alcaldía?
Vayan a la Biblioteca Severin y aprovechen de leer, que es gratis.