LA PELOTA NO SE MANCHA El cuento de Pedrito
POR WINSTON POR WINSTON
Tatiana Quiroz cuenta que fue su hermana y no ella, la que llevó a su hijo a la academia de fútbol de Titín Drago, ubicada en el distrito de Surco, la zona suroeste de Lima. Tiempo después, el hijo de don Pedro aseguró que prefería jugar al arco porque no le gustaba que le hicieran muchos goles a su equipo y él podía evitarlos. Al poco andar, Titín se dio cuenta de que ese niño, espigado y flaquito, además de tener condiciones, poseía el carácter que se necesita para jugar en la posición más desgraciada del fútbol.
El problema es que, para Pedrito, el entusiasmo por el deporte empezó a crecer de forma inversamente proporcional al atractivo que le generaban sus clases en primaria del colegio estatal José María Eguren de Barranco. Lo suyo era el fútbol. Mientras sus compañeros recitaban poesías sobre el almirante Grau, él se imaginaba volviendo a meter a su país en un mundial, tal como lo había hecho Teófilo Cubillas en 1982. De nada servía que su maestra le dijera a Pedrito que la poesía, más allá del placer estético, sirve para ejercitar la memoria y que ésta es como cualquier músculo que, si no se utiliza, se pierde. Para el más inquieto de la familia, la memoria era la inteligencia de los tontos y lo que se necesitaba en la vida era ser avispado y no memorión.
La realidad no fue muy distinta en la secundaria del Ariosto Matellini de Chorrillos. Aunque sin aumentar mucho de peso, las manos, las piernas y el tronco habían crecido lo suficiente como para alcanzar su sueño de ser portero, dejar de ser Pedrito y comenzar a ser tratado como Pedro. La academia de Titín ya era solo un recuerdo, pues el presente eran las divisiones inferiores de la Universidad San Martín de Porres desde donde más tarde saltaría al plantel profesional y a la selección nacional sub-17.
Mientras se mataba en los entrenamientos hasta quedar con las rodillas ensangrentadas, los antiguos bancos de madera de la secundaria del Ariosto Matinelli, aunque incómodos, eran un buen lugar para descansar. De nada servía que su profesor de matemáticas, fanático del Juan Aurich, le haya insistido que, en el fútbol, las estadísticas podían ser una herramienta útil e incluso definir partidos. Pedro se reía con incredulidad. Mientras sus compañeros practicaban la regla del tres, Gallinazo, como le decían sus más cercanos, jugaba inventando firmas para cuando fuera famoso y regalaba guantes y camisetas a los maestros para aprobar sin problemas.
El tiempo pasó y la apuesta de Pedro pareció darle la razón. La selección albirroja clasificó a Rusia, después de tres décadas, y la "tarántula" o el "pulpo", como lo apodaban, se reía de aquellos que le hicieron perder tiempo con poesías inútiles o cálculos complicados.
Nada de esto habría importado si, el lunes 13 de junio, en el último partido para la clasificatoria del Mundial de Qatar, más de un australiano hubiese fallado su lanzamiento penal contra el equipo del Rimac.
A la fortuna -decía el famoso Maquiavelo-, aunque pareciera ser azarosa, cada uno la forja a través del esfuerzo y del trabajo. Alguno podrá simplificar las cosas y decir que Pedro tuvo mala suerte. Pero la fortuna es estar preparado para cuando llegue el momento. Sin embargo, si hubiese practicado los ejercicios de memoria de la profesora, no habría dependido del papel donde tenía anotado a los pateadores y sus posibles disparos. Pero como se vio por televisión, esa hoja de papel se perdió por culpa del arquero australiano que la lanzó lejos de la cancha. Asimismo, si hubiese puesto atención a sus profesores, antes de tomar la decisión de si su equipo partía recibiendo o lanzando los penales, habría sabido que las estadísticas favorecen a quienes inician pateando, pero él eligió al revés. Su compañero y compatriota Luis Advíncula, encargado de definir la serie, no lo olvidará jamás, sobre sus hombros pesó la ilusión de 30 millones de peruanos y falló contra un hombre que era mitad bufón, mitad portero.
Para felicidad de muchos chilenos, Perú quedó eliminado en la tanda final. Y nuestros vecinos vuelven a compartir con nosotros la triste realidad de disfrutar el mundial de otros equipos por televisión. ¿Cuáles son las probabilidades que tienen de clasificar al mundial de Canadá, Estados Unidos y México en el 2026? Pregúntele a Pedrito, quizás haya aprendido la lección.