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Cinco iniciativas resultaron ganadoras, entre ellas la de CCTVal, en cuya primera versión, que demoró un año, trabajaron más de 30 investigadores, ingenieros, físicos y técnicos.
"El segundo prototipo (VMI 1.1) es un equipo de transición, y llevamos más de un año en su desarrollo", desde abril de 2021 a la fecha, señalan y valoran la colaboración del equipo de Biomédica del Hospital Naval Almirante Nef, de Viña del Mar, "que ha sido fundamental para mejorar nuestros ventiladores en términos técnicos, gracias a las pruebas que hemos podido realizar en sus dependencias y la asistencia médica recibida".
También en la USM, el Laboratorio de Fabricación, FabLab, con la participación de estudiantes de diversas carreras, trabajó en la producción de escudos faciales mediante impresión 3D. El Grupo de Investigación en Materiales y Manufactura Avanzada, en colaboración con el Hospital Carlos Van Buren, se abocó al desarrollo de una cámara de aislamiento para intubación y traslados intrahospitalarios. Y el grupo de Investigación Análisis y Modelamiento Matemático de Valparaíso, en conjunto con sus similares de la Universidad de Chile y de la Universidad del Desarrollo, se enfocó en modelos destinados a estimar el comportamiento de la pandemia como insumo para la adopción de decisiones por la autoridad sanitaria.
Presencialidad de lunes a lunes
A su rol de director del Centro de Diagnóstico e Investigación de Enfermedades Infecciosas (CDIEI) de la Facultad de Medicina UV, el doctor Rodrigo Cruz sumó su trabajo en la UCI, de modo que en los días más duros de la pandemia también atendía a pacientes con covid, y él mismo se contagió "como muchos colegas infectólogos".
Al recordar esos meses en que el Laboratorio de Biología Molecular aumentó de 6 a 16 sus profesionales, que hacían trabajo presencial mientras la población estaba confinada, Cruz parece revivir el cansancio de las jornadas de 8 a 20 horas, "todos los días, de lunes a lunes, sábados y domingos incluidos".
La tarea fue capacitar en biología molecular y diagnóstico de covid a los profesionales que se iban sumando a los equipos de la red pública de salud para hacer frente a la avalancha que se venía encima, y por otra parte realizar los diagnósticos mismos. Pero además, el equipo del CDIEI elaboró guías para prevención, diagnóstico y tratamiento destinadas a la red de salud, documentos informativos para la población que entregó a través de los medios de comunicación y organizó un simposio para profesionales de distintos hospitales que estaban inmersos en la emergencia.
"Fue un periodo muy duro, nos acordamos de eso en el laboratorio y en el hospital. Trabajamos incansablemente en diagnóstico, en capacitación e información para la comunidad, y de eso estamos muy orgullosos. En lo personal, como infectólogo, yo estaba formado para eso y tenía total conciencia de que había que apoyar frente al tremendo impacto sanitario que tuvimos", resume el doctor Cruz.
Presión y estrés constantes
El director del Centro de Investigación Hub Ambiental de la UPLA, doctor Claudio Sáez, también recuerda que el equipo del Laboratorio Covid- 19 se duplicó en los meses más críticos, y todos sus integrantes debieron concurrir al centro porque la detección PCR, "ya sea manual o automatizada, requiere de trabajo presencial continuo, por lo que siempre estuvimos desempeñando labores en él" y no supieron lo que significó el confinamiento.
Fue un tiempo de mucho estrés, dice, "entre recepción de muestras a menudo por sobre las capacidades de análisis del laboratorio, escasez de insumos para detección y observancia de estrictos protocolos sanitarios que previnieran el contagio".
Además, no deja de considerar que en los momentos más duros "nuestros análisis podían determinar si una persona recibía o no un determinado tratamiento y, eventualmente, salvar una vida. Indudablemente, esto implicaba una presión y estrés constante, tomando en cuenta la necesidad de desarrollar un trabajo técnicamente impoluto y en el menor tiempo posible".
A la hora de los balances, al igual que el doctor Cruz, se siente orgulloso de la labor realizada. "Todas las medidas tomadas fueron exitosas, funcionando ininterrumpidamente desde el 1 de junio del 2020 a la fecha. En los momentos críticos, se pudo llegar a trabajar incluso doble jornada, bajo la exclusiva iniciativa y solidaridad de nuestro personal", relata.
Gran trabajo colaborativo
Tal como ocurrió con sus similares de la UV y de la UPLA, el Laboratorio de Diagnóstico Molecular de Tecnología Médica de la PUCV vio aumentar de 6 a 20 su equipo profesional dedicado al proceso de detección del virus durante la emergencia, cuyos integrantes eran trasladados en un bus especial desde y hasta el campus Curauma durante los días de confinamiento total, cuando no pocas veces se quedaban trabajando hasta 16 ó 18 horas.
"Lo complejo era cuando llegaban sobrecupos por brotes en algún establecimiento de larga estadía para adultos mayores, dado el impacto sanitario que implicaba además de la consideración de que eran personas de tercera edad", refiere la directora de Tecnología Médica, Arianne Luttecke. "Los procesábamos en menos de 24 horas por lo que nos quedábamos a veces después de las 12 de la noche para poder entregar los resultados", agrega.
Gracias a los estrictos protocolos, no hubo casos de covid en el laboratorio y la única persona que lo contrajo se contagió fuera del recinto, señala Luttecke, para quien la tarea realizada fue una gran experiencia. "Lo que más me sorprendió fue la capacidad de trabajo colaborativo entre los centros clínicos, las universidades y los ministerios de Salud y Ciencia y Tecnología. Se armó una red de colaboración en la que todos sumamos a un fin común, nos facilitábamos insumos, materiales, equipamiento y conocimiento, creo que lo más lindo fueron los vínculos que se crearon", recalca.
La premura de terminar a tiempo
Hayk Hakobyan y Rodrigo Pacheco, de la USM, indican que el desarrollo del Ventilador Mecánico Invasivo de CCTVal se ha realizado principalmente de manera presencial, tomando todos los resguardos y medidas preventivas del caso.
"Fueron meses complicados, de mucha presión por la premura de terminar el prototipo a tiempo y el miedo al contagio. Trabajamos bastante. Existía incertidumbre, también, por el desconocimiento de la enfermedad, pero igualmente con el proyecto, pues nos embarcamos en esto sin saber nada al respecto. Tuvimos que aprender todo desde cero", recuerdan.
Por otro lado, refieren, se sumaban los problemas logísticos y la dificultad de conseguir los componentes necesarios para el desarrollo del dispositivo, por el cierre de las fronteras y todo lo que significó la pandemia a nivel de comercio exterior.
Pero a la luz de los resultados, no creen que esta tarea haya implicado grandes costos personales. "Nadie perdió nada, todos ganamos. Para quienes trabajamos creando ciencia y tecnología, la motivación está en la investigación y el aprendizaje", argumentan, señalando que el equipo adquirió nuevas capacidades y conocimientos en el ámbito de la tecnología médica, "que se transfieren a la sociedad de manera directa, y nos permite avanzar hacia el camino de un país desarrollado".
Para Samir Kouro, además, "fue muy motivante ver cómo los equipos de investigación y desarrollo de la USM se pusieron al servicio de la comunidad, dedicando mucho esfuerzo y profesionalismo para llevar a cabo una tarea de gran dificultad contra el tiempo".
Para las universidades regionales, como se ve, la crisis sanitaria fue un desafío que, además de convertirse en un aporte para la comunidad, les permitió a sus distintos equipos un aprendizaje invaluable respecto de cómo operar contrarreloj y colaborativamente con otras instituciones y servicios en casos de catástrofe como la que vivimos. 2