"Me costó admitir que la novela también es un ser vivo"
Debuta en el género con "Juro decir la verdad", la historia de un sórdido delito que se devela a través del formato de la declaración judicial. Una singular jueza y su asesor son figuras clave.
"Sí, SS., juro decir la verdad. Sobre los hechos que son objeto de esta investigación declaro entender los cargos que se me imputan, así como las consecuencias que tendría para mí faltar a la verdad. No, enfáticamente niego que tanto la magistrado, María Esperanza Bulnes Rossi, como yo tengamos responsabilidad en el homicidio en que nos implica doña Eunice Vargas; puedo señalar que estoy seguro de que nuestras acciones profesionales no han tenido incidencia en ese hecho, y declaro que la muerte del Sr. Goritti no fue favorecida por nuestra conducta".
Cuando el abogado y juez de Familia Rodrigo Téllez (Antofagasta, 1972) comenzó a escribir Juro decir la verdad, su primera novela, utilizó el recurso de la declaración judicial para darle contexto, sin sospechar que el formato y los usos judiciales se iban a apoderar del relato, exigiendo acción y conflicto, hasta que le fue imposible sustraerse de ese modo narrativo, a través del cual el lector transita por los recovecos de un caso donde el abuso infantil y el homicidio confluyen en los tribunales.
Las minuciosas declaraciones del trabajador social Juan Andrés Guerra, consejero técnico de la magistrado Bulnes -tan perceptiva, sensible y trabajadora como culta, inflexible e implacable-, van develando esta historia, en que ambos figuran comprometidos en el esclarecimiento de un sórdido delito que el poder intenta ocultar, y en la que terminan instalados en la silla de los acusados.
La novela como ser vivo
"El autor convierte el acta fiscal en género literario y logra hacer de la árida voz del declarante un relato persuasivo que cautiva. Téllez retrata con humor y fina escritura una realidad institucional casi invisible. Describe celos, zancadillas, intrigas, pero pone el énfasis en esos funcionarios que se comprometen con su difícil papel de intentar la imposible justicia", dice el periodista y escritor, Rafael Otano a propósito de esta novela, una coedición entre los sellos Glück libros y Das Kapital Ediciones (daskapitalediciones@gmail.com).
Destacada en 2019 por el jurado de Novela Inédita del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, Rodrigo Téllez comenzó a escribir la historia en 2016 y la primera versión, que es sustancialmente la misma que se publicó, le llevó todo un año.
"Lo que me tomó más tiempo fue lidiar con mi falta de experiencia y el nulo interés que tenía en publicar. Ese tránsito fue largo. Me costó reconocer que la novela es también un ser vivo, una conciencia que existe independiente de quien la escribe. Yo era muy escéptico sobre eso, pensaba que eran palabras que los escritores dicen para vender sus libros o darse importancia. Cuando asumí que publicarla era parte de su proceso natural, ya todo se simplificó", refiere el autor.
Se trata, dice, de "una novela completamente de ficción. Obviamente hay mucho de ella robado a la realidad, pero lo que se cuenta no es algo que se pueda encontrar calcado en un tribunal. Las variaciones y los conflictos son principalmente inventados, están ahí porque el formato requiere del suspenso y de que los personajes estén siempre en movimiento".
Construcción de un personaje
En algún punto de la historia, las respuestas del consejero Guerra -el narrador- a los sucesivos interrogatorios a los que es sometido empiezan a develar un entrañable respeto y finalmente cariño hacia la jueza de Familia a quien asesora, aun cuando en su cometido de hacer justicia ella vulnera no pocas normas.
El autor refiere que intentó que los personajes no fueran estereotipos, sino que, "en su momento cada uno recibiera una luz y proyectara su sombra". En el caso de Guerra, agrega, "su combustible emocional es el de haber sido herido en su orgullo, lo que se conjuga con una visión inflexible de lo que es correcto, por eso para él una figura de autoridad como la que le ofrece la jueza María Esperanza, alguien que no titubea, le produce un interés irresistible. Por otro lado, él advierte el precio que ella ha pagado por actuar de esa forma, y eso lo conmueve".
¿Hay juezas tan resilientes y a la vez perceptivas, sensibles, trabajadoras y cultas, pero también inflexibles e intratables, como María Esperanza? ¿Aportan o desayudan rigurosamente? A eso, Rodrigo Téllez responde que sí existen, aunque no necesariamente con características tan marcadas como ella. "Y no solo juezas. Hace unos días una lectora me comentó que María Esperanza le recordaba a una inspectora de su colegio, otras personas me han mencionado a otras figuras femeninas de autoridad. Yo tiendo a tenerles respeto y cariño también".
Y cree que son un aporte para el sistema, "porque resulta imposible intervenir a las familias dañadas sin ejercer una cuota de autoridad, especialmente porque las familias en ese estado carecen de límites o los tienen distorsionados. Es verdad que hay también quien a pretexto de ayudar cae en la grosería y el exceso, aunque me gusta creer que no es el caso de María Esperanza. Pienso que es sarcástica, pero no abusiva".
El dolor y la salud mental
- Por el tipo de causas que tramitan, los tribunales de Familia se perciben como lugares donde transitan los peores dolores. ¿Cómo se hace para trabajar allí y no sucumbir en el intento?
- Hay que ser cuidadoso con la salud mental. Poner atención sobre las emociones que nos produce el trabajo, y revisar críticamente nuestro comportamiento, que a veces revela desajustes. Yo intento cambiar a otras materias temporalmente cuando se ofrece la oportunidad, porque estar expuesto demasiado tiempo a un estímulo insensibiliza, y ahí es cuando se pierde perspectiva. Por eso ahora estoy en un Tribunal Civil, me propusieron hacerlo para apoyar y me pareció beneficioso.
- El notable formato de la novela, ¿resiste una segunda vez pensando en una nueva obra?
- Es algo en lo que no había pensado, creo que los personajes y el mismo tribunal de Familia pueden batirse bien, tengo dudas sobre el formato, aunque sí una cosa aprendí es que la novela es la que decide por dónde quiere transitar. 2
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl