El derecho al trabajo y las nuevas inversiones
Política del alcalde Sharp con nuevos permisos convertiría la informalidad actual en formalidad y daría expectativas al clandestinaje. La clave para sacar a los informales de la calle es generar nuevas fuentes de trabajo, atrayendo inversión, tarea que no entusiasma a ciertas autoridades.
El comercio ilegal es una realidad endémica de Valparaíso y una amenaza presente en Viña del Mar y otras comunas que forman la conurbación. Para el caso de la Ciudad Puerto, el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, no descartó aplicar la estrategia desarrollada, en medio de reacciones de violencia, en el barrio Meiggs de Santiago. Hace presente el funcionario de Interior que "cada región tiene una identidad propia, cada comuna tiene una identidad propia, y cuando se implementen este tipo de acciones, tiene que ser junto a los gobiernos locales".
Eso es cierto, pues en cada lugar hay características específicas que se deben considerar. Además, es indispensable la integración de las diversas autoridades con el fin de lograr resultados exitosos. Pero no solo autoridades, también se deben sumar el comercio establecido y los vecinos a través de sus organizaciones, principales afectados por el clandestinaje.
Por su parte, el alcalde Jorge Sharp anuncia un plan de intervención en el eje del Mercado Cardonal, donde el problema del comercio ilegal es crítico y afecta al formal y también a la seguridad de quienes concurren al mercado mismo, dañando así a quienes allí trabajan. El jefe comunal insiste en medidas de apoyo económico y de espacio habilitado "con los permisos correspondientes, para que las personas que trabajan en ese lugar puedan hacerlo en mejores condiciones de las que hoy lo están haciendo". Agrega que "no le queremos negar a nadie el derecho al trabajo".
¿Significa esa afirmación que se entregarán permisos a los comerciantes ilegales? Interrogante pertinente que provoca lógicas inquietudes en el ya degradado sector.
Sofía González, delegada presidencial, también es partidaria de dar una alternativa laboral a quienes operan en el área de manera informal, reconociendo que hay personas que están en esa condición por necesidad y otras que aprovechan el lugar para cometer delitos. También el caos en el sector es espacio favorable para el tráfico de drogas, ilícito de alta rentabilidad.
Así, el problema del comercio informal tiene muchas aristas y la solución no está en convertir a los informales en formales mediante un permiso. Un permiso, por provisorio que sea, se convierte en un derecho permanente y llama a multiplicar la informalidad con las expectativas de lograr la formalidad.
Es cierto que no se puede negar el derecho al trabajo, pero ese derecho no puede significar la destrucción del derecho de otros dañando locales establecidos que son justamente fuentes de empleo que ante la presencia de una informalidad oficialmente amparada se ve amenazada por varios flancos.
La clave para sacar a los informales de la calle es generar nuevas fuentes de trabajo, atrayendo y alentando la inversión, tarea que no entusiasma a ciertas autoridades.