Correo
Robo de madera
Hay que ser muy "cara de palo" para justificar el robo de madera.
Jorge Valenzuela Araya
Amistad cívica
Aristóteles decía que la amistad es lo más necesario para la vida; sin amigos nadie querría vivir, aunque poseyera todos los demás bienes.
Según el estagirita, las sociedades para prosperar necesitan leyes e instituciones justas, gobernantes prudentes y jueces honestos, pero también un ingrediente sin el que la vida pública no funciona bien: la amistad cívica; aquella entre los ciudadanos de un Estado que, por pertenecer a él, saben que han de perseguir metas comunes y por eso existe un vínculo que los une y los lleva a intentar alcanzar esos objetivos, respetando las legítimas diferencias.
Entre esas metas para vincular a las personas en una tarea común están el orden y la seguridad pública; una educación y una atención sanitaria de calidad; una economía sana; y los diversos derechos, libertades e igualdades contemplados en la Carta Magna vigente.
Existe amistad cívica entre quienes no ven en el otro un enemigo a abatir, sino un igual con el que hay que resolver con prudencia y justicia los problemas comunes. No se construye una vida pública justa desde la enemistad.
Lamentablemente, parece que ese vínculo amistoso no existe en nuestro país. Las últimas elecciones generales y el desarrollo del proceso constituyente han generado la sensación de una ciudadanía enfrentada y polarizada, como si para cada tema hubiera dos bandos irreconciliables.
Adolfo Paúl Latorre
Verdadero diálogo
Así como los problemas actuales no los podemos resolver con el mismo pensamiento con el cual los creamos, los conflictos no pueden ser resueltos con la misma emoción que nos generan. Esto es clave, más allá del plebiscito. No hay duda que estamos con un país dividido, fracturado y con una tremenda dificultad para ponernos de acuerdo.
La frustración, la ansiedad y las emociones vinculadas al estado de supervivencia, como el miedo y la rabia, visibilizadas con mayor fuerza en el estallido social y potenciadas por la pandemia, son emociones que nos impiden el diálogo, el encuentro y la colaboración. Se trata de un punto que presenta la campaña del Rechazo, la que afirma que la nueva Constitución se escribió desde la rabia.
Necesitamos emociones elevadas y expansivas, como la empatía y la confianza, que nos impactan y conectan con la "intención positiva" del otro. Esta es la puerta de entrada a la posibilidad de encontrarnos y conversar, para así afrontar nuestras diferencias. Es un primer paso para un país reunificado, con diferencias, pero comprometido con un bien superior y, por sobre todo, que puede conversar.
Para alcanzar esta realidad es necesario partir por intentar comprender el valor y la intención positiva de aquella propuesta que no me hace sentido, recurriendo a tantas preguntas como sea necesario. Esto irá generando confianza y modificará la emoción sobre la cual hoy están abordadas las diferencias, para así generar un verdadero diálogo, indispensable para el futuro de Chile.
Pablo Fuenzalida Socio y gerente general de la consultora Dinámicas Humanas
Constitución y Defensa
La propuesta constitucional en el ámbito de la Defensa nos propone un cambio que, siendo debatible, se estima inconveniente al no integrar en un apartado o capítulo a la Defensa Nacional. Inconveniente, porque la historia nos muestra que ya en las constituciones de 1823 y 1828 se integró a las FF.AA. en un capítulo especial, como también así fue expuesto en la Constitución propuesta el año 2017 por el Gobierno de la Presidenta Bachelet. Inconveniente, porque un detallado estudio comparado nos muestra que el 80% de los países sudamericanos estudiados sí poseen en su Constitución un apartado de Defensa. Lo que pareciera que no es debatible, por haber un consenso generalizado según diversos y variados estudios, es la necesidad de contar con profesionales, civiles y militares con formación en seguridad y defensa, para que puedan conformar integradamente grupos multidisciplinarios que asesoren tanto a las comisiones del Congreso Nacional como al Ministerio de Defensa y que permitan optimizar la toma de decisiones en ámbito de la Defensa Nacional.
Carlos Fanta De la Vega
Racismo
¿Enseñamos en nuestras escuelas la historia desde la perspectiva de los pueblos latinoamericanos y afrodescendientes? ¿Difundimos saberes ancestrales en nuestras universidades? ¿Valoramos más un colegio alemán, francés o italiano a uno intercultural? ¿Asociamos a una persona clara con "extranjero" y a una de piel oscura con "migrante"? ¿Preferiríamos que nuestros hijos se casen con una mujer blanca de apellido europeo o con una que se identifique como parte de un pueblo originario?
Las respuestas a estas preguntas ponen en evidencia que Chile es un país racista: lo somos y necesitamos asumirlo para poder trabajar desde la educación y consolidar así un proyecto de sociedad más justa y democrática. El racismo es una ideología según la cual los seres humanos se clasifican en razas, donde unas son superiores a otras, tanto moral como intelectualmente. Así lo define, en simples palabras, el académico e investigador Daniel Mato, quien además señala que las universidades juegan un papel clave en el agravamiento de este problema, a través de la reproducción y naturalización del racismo, muchas veces de forma inconsciente.
La recomendación del informe de la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) es desmontar los mecanismos generadores de racismo, sexismo, xenofobia y todas las formas de intolerancia y discriminación. Tenemos que partir con plantearnos las preguntas, para ser capaces de percibir cuándo estamos actuando bajo concepciones racistas. Porque el racismo es una realidad naturalizada en nuestra sociedad, principalmente a través de actos simbólicos del sistema educativo, y es nuestra labor, desde las universidades, comenzar a desmontarlos.
Dra. Pilar Valenzuela Rettig Investigadora asociada al Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chile