El proceso de Émile Dubois rebobinado por Droguett
En "Todas esas muertes" (Zuramérica) del fallecido escritor chileno Carlos Droguett, el protagonista es el francés condenado a muerte que hoy es una de las animitas más veneradas en Chile.
El 16 de agosto de 1906 es uno de los días más trágicos en la historia de Valparaíso. Cinco minutos antes de las 20 horas, la tierra se sacudió con tal fuerza que destruyó toda la gloria porteña de aquella época, lo que fue agravado con un gran incendio posterior.
Aquellos tiempos le tocaron a Émile Dubois, un francés entonces preso por ataques perpetrados contra aristócratas extranjeros residentes en Chile. Antes de ser capturado, desató el pánico en los salones de Valparaíso. En las calles, la gente luchó por su liberación, sin conseguirlo. Finalmente, lo fusilaron sin vendas en los ojos mientras se fumaba un puro.
Apenas muerto, se convirtió en una animita a la que los porteños le pedían favores sistemáticamente. Su fama se acrecentó cuando falleció el presidente Montt, quien le había negado el indulto. Hoy es una de las principales animitas del país, ubicada en un costado del Cementerio N°3 de Playa Ancha, (Valparaíso) donde es visitado a todas horas por devotos.
Esta vida de leyenda es la que tomó el escritor Carlos Droguett (1912-1996) para narrar en la novela "Todas esas muertes" (Zuramérica). La obra originalmente recibió el Premio Alfaguara en 1971 en España, un año después de que Droguett obtuviera el Premio Nacional de Literatura.
"Todas esas muertes" es la reelaboración de "Dubois, artista del crimen", el folletín que publicó Droguett con seudónimo en el periódico Extra entre 1946 y 1947. Esta edición de Zuramérica cuenta con la presentación de Fernando Moreno Turner, un especialista en la obra del escritor chileno y quien ha participado en las últimas reediciones.
Desde Francia, comenta que "Todas esas muertes" tiene importancia "en relación con el hecho de que en esta novela desarrolla con otra visión y otra perspectiva la temática de la muerte que, como se sabe, está presente en toda la producción de Droguett".
En la introducción de su novela, Droguett deja en claro la obsesión de la que el francés es inspiración y vehículo: "Dubois no fue un asesino vulgar. Lejos de eso. Hay en sus asesinatos -los hemos recorrido pacientemente- una dignidad esencial, la misma que se encuentra en los grandes artistas, escritores, pintores, músicos", escribió.
Ese "recorrido paciente", explica Moreno, corresponde a que "el autor se documentó muchísimo sobre el personaje real, quien antes de recalar en Valparaíso estuvo en otros países del continente".
Valparaíso novelado
"Todas esas muertes" está dedicada "a la Porteña", que Moreno indica como la esposa del novelista, María Isabel Lazo, "que vivía en Valparaíso y a quien él visitaba con frecuencia".
Según el especialista en la obra de Droguett, el puerto se describe con pasión en "Todas esas muertes".
"Valparaíso de comienzos del siglo veinte se ve, a pesar de que aparece narrada en tercera persona, a través del prisma del personaje central. Es Dubois quien ve, recorre y describe las calles de Valparaíso, sus cerros y, sobre todo, describe su naturaleza sustancial, el viento y el mar, lo que da pábulo para descripciones de intenso lirismo".
Como señala Moreno, la novela es escrita como si Dubois hablara en la pluma de Droguett, logrando un efecto perturbador. El francés ha inspirado innumerables obras de teatro y libros (incluyendo uno de Patricio Manns) desde su muerte hasta ahora.
Dentro del "intenso lirismo" que menciona Moreno en las largas parrafadas de "Todas esas muertes", se cruzan páginas y páginas de delirio. Da la impresión que Dubois fuese afectado por alguna de las pestes que castigaron a la población pobre de Valparaíso entre 1860 y 1920, y que año a año tomaban miles de vidas, debido al hacinamiento en conventillos y la falta de acceso al agua potable. Droguett, parte de la tradición de la novela social chilena, no fue ciego a la contracara del puerto bullente en sus páginas.
"Todas esas muertes" es un libro necesario para los lectores interesados en Valparaíso, ciudad que es considerada por escritores como Antonio Gil la urbe más literaria de Chile. En aquel panteón se une a otras grandes novelas como "Valparaíso" de Joaquín Edwards Bello, "Mundo herido" de Armando Méndez Carrasco" e "Hijo de ladrón" de Manuel Rojas.
Pezoa Véliz
La novela remata el 16 de agosto de 1906. En esa fecha Droguett ficciona un encuentro imposible tras el terremoto. Dubois -pese a que muchos presos huyeron de la cárcel, prefirió quedarse bajo unos escombros- con Carlos Pezoa Véliz, a quien le cayó una pared en la calle Traslaviña. Pezoa Véliz fue considerado por Nicanor Parra como "el primer poeta chileno" y que entregó sus mejores páginas en prosa y verso cuando migró a Valparaíso a inicios del siglo XX.
Para Moreno, la aparición del poeta se explica porque "Carlos Droguett fue admirador de la poesía de Pezoa Véliz, e incluso tuvo el proyecto de hacer una biografía de su poesía e incluso de escribir una comedia dramática sobre su vida".
Con la aparición de "Todas esas muertes" se cierra un ciclo para leer frente a la tumba de Dubois líneas como estas:
"-¿No te da miedo? Está lloviendo en el cementerio de Playa Ancha. Cualquier día trepa el mar por las rocas y se desparrama por los jardines y los cuarteles (…) Úrsula, cuando yo me muera, diles a los que me maten que me boten ahí, ahí y no en otra parte, para incorporar el mar en mis tinieblas, y anda a verme de noche, cuando esté lloviendo…".
carlos Droguett investigó intensamente en la vida de Émile Dubois, un asesino francés ejecutado en valparaíso, antes de escribir "Todas esas muertes".
"Todas esas muertes"
Carlos Droguett
Zuramérica
324 páginas
$12.500
Por Cristóbal Gaete
"Es Dubois quien ve, recorre y describe las calles de Valparaíso, sus cerros y, sobre todo, describe su naturaleza sustancial".
archivo