Redacción / Efe
El ascenso al Olimpo del arte es arduo, pero puede que más sea mantenerse en su cima o sobrevivir al descenso. Esta es la idea de "Tár", historia de una aclamada directora de orquesta interpretada por Cate Blanchett y que recogió el aplauso tras su estreno en el Festival de Venecia.
"Se trata de una película en evolución, que cambió a medida que la íbamos haciendo. Mi personaje es alguien ajeno a sí mismo. Como seres humanos, todos experimentamos ese sentimiento", sostuvo en la presentación la actriz y también productora de la obra.
En jaque
El cineasta estadounidense Todd Field compite este año por el León de Oro con "Tár", la oscura historia de una mujer imaginaria llamada a ser la primera en dirigir una prestigiosa orquesta alemana. Su nombre es Lydia Tár: música apasionada, culta y fría, famosa en todo el mundo por sus conciertos y composiciones, pero que de un día para otro encara una bajada a los infiernos que hace tambalear, y puede que derrumbar, su carrera y su familia, ante la incredulidad de su esposa (Nina Hoss) y la hija de ambas.
La suya es una parábola con aires de pesadilla sobre la humana dificultad de perpetuar el éxito, y el poder en las élites acaparado históricamente por los hombres, hasta el punto de que en un momento de la cinta se menciona la habitación de Plácido Domingo.
En "Tár" resuenan los ecos del movimiento #MeToo y la autoridad está en manos de las mujeres. Sin embargo, aunque su protagonista se sabe heredera de un mundo patriarcal, antes caminado por Mozart o Beethoven comprende que la mera distinción de género no la santifica, que sus acciones y errores la pondrán delante del precipicio.
"No escribí la historia pensando en Cate Blanchett, sino para ella", afirmó el director con un tono de elogio a su protagonista. Field reconoció que su película puede que tenga visos de terror ya que recuerda al espectador, con su estilo cáustico, que no hay nada que pueda darse por descontado y mucho menos el prestigio, la fama o el amor, como el desdichado "in crescendo" de su protagonista.
"Ella está en el Olimpo, lo alcanzó como artista, pero como ser humano sabe que el próximo paso la hará caer. Y esa es la parte de terror de su vida", confirmó Blanchett, quien tuvo aprender a tomar la batuta y hasta a recitar partes en alemán.
Pero quien también ha tenido que aprender ha sido la joven violonchelista londinense Sophie Kauer, elegida para debutar en el cine en el papel de una concertista que pondrá en jaque la relación entre la directora y su esposa.
La artista explicó que las únicas clases de actuación que ha recibido en su vida consistieron en un video de Michael Caine en Youtube y no ocultó su entusiasmo por haber trabajado al lado de la estrella australiana.
"bardo", de iñárritu
A Alejandro González Iñárritu ya no le interesa la realidad y por eso en "Bardo", parte de la competencia oficial de la Mostra, construye un juego desafiante para el espectador, una "reinterpretación emocional" de la memoria, en su trabajo más personal.
Una película que ha deslumbrado por su brillante puesta en escena y por cómo el director se abre y cuenta mucho de su vida, aunque aseguró que es un viaje emocional y que "no tiene nada de autobiográfico". Algo difícil de creer cuando el director comenzó la conferencia de prensa destacando que ayer se cumplió un aniversario muy especial para él y su familia: "El 1 de septiembre de 2001 dejamos México y nos fuimos a vivir a Los Ángeles, con gran ilusión, fuimos para un año y ya han pasado 21".
Lo mismo que le ocurre a Silverio, el protagonista de "Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades", al que interpreta de manera magistral Daniel Giménez Cacho, que se ha situado inmediatamente como un fuerte candidato a la Copa Volpi a mejor actor.
El filme refleja los sentimientos de ausencia que sufren las personas que dejan su país, algo que ocurre en la ficción y que le pasa al director. "México es un estado mental para mí, cada país es un estado mental" que se construye con los mitos y las historias que se aprenden de niño.
"Esta película, a diferencia de las otras, no la hice con la cabeza, la hice con todo mi corazón y a partir de ahí, el parto es más sensible pero también muy liberador", reconoció Iñárritu, que aseguró que este trabajo marca un punto de inflexión en su carrera porque se ha dado cuenta de que ya no le interesa la realidad.