La temporada de cruceros 2022-23 se inicia para Valparaíso el próximo mes de octubre, con una proyección de 33 recaladas de naves de turismo. A esta programación se suma la vuelta al país de la naviera Royal Caribbean después de ocho años de ausencia. Dentro su ruta se encuentran Punta Arenas, Valparaíso, Coquimbo y Arica, con una nave que entrará en aguas nacionales a fines de enero de 2024. Ese crucero zarpa a fines de diciembre desde Miami, continúa su travesía por el Caribe y navega luego por la costa este de Sudamérica para finalmente ingresar al litoral nacional. Será "Serenade of the Seas" la nave que realizará este crucero, una de las 26 embarcaciones que posee la flota de Caribbean, con una capacidad de 2.490 pasajeros y una eslora -largo- de 293 metros. La llegada de esta nave a puertos chilenos supone un reconocimiento a la potencialidad de nuestro país como destino turístico internacional y la operación de Royal Caribbean en aguas nacionales se suma a otras navieras internacionales.

Alberto Muñoz, vicepresidente de Royal Caribbean para América Latina y el Caribe afirmó que Chile está siendo evaluado por esa empresa como un destino para futuros cruceros por nuestras costas, más allá del ya programado para la temporada 2023-24. Lo anterior significa que la ruta sudamericana programada por la empresa, que incluye Chile, puede no ser definitiva.

Trabajar en mantener nuestros puertos en los destinos de esa operadora de cruceros es un desafío para las autoridades nacionales en varios aspectos y también para el sector privado, que debe desarrollar ofertas atractivas para los visitantes, quienes en último término, con sus decisiones de compra de pasajes, son los que deciden las rutas de las grandes naves turísticas.

En cuanto a la importancia de nuestro puerto como destino, Franco Gandolfo, gerente general de la estatal Empresa Puerto Valparaíso, EPV, declaró que el terminal tiene dos características en relación al tipo de cruceros que recibe: "Somos un puerto de recambio para pasajeros y tripulantes, pero también somos un puerto de recalada de este tipo de barcos que dan la vuelta al mundo y, por lo tanto, lo tomamos como un gran honor para el puerto y la ciudad". Hay que reafirmar que no solo se trata de un honor, sino que de un desafío que implica ir perfeccionando los protocolos de atención tanto de las naves como de sus pasajeros y tripulantes.

En esa dirección Rodrigo Pommiez, presidente de la Corporación de Puertos del Cono Sur advierte que los principales desafíos están en "prepararnos de buena forma en la logística completa". Y en esa dirección hay que recoger experiencias y estar atentos a las demandas de una corriente turística, sensible y exigente, que se debe acrecentar y mantener en el tiempo.

Repasamos nuestra historia y aprendemos de ella. Recordamos que hace 212 años un grupo de patriotas decidió que, en ausencia del rey Fernando VII, Chile debía gobernarse de manera independiente. Desde entonces hemos buscado formas de organizar nuestra vida nacional y sucesivas constituciones han intentado dar rumbo a ese proyecto común que algunos vislumbraron entonces. Pero no solo de constituciones viven los países. Ese sueño de la "casa común", en la que todos podamos sentirnos parte, también puede proyectarse y construirse desde otros espacios, muy especialmente desde la educación.

No cabe duda de que en Chile hay una expectativa profunda de cambio, pero la pregunta es de qué manera podemos hacerlo. Al reflexionar sobre la Revolución Francesa, Edmund Burke apuntaba que para poder reformar es necesario saber conservar. Los países tienen una historia, tradiciones y, en último término, una cultura que les es propia. Sobre eso se construye un futuro. Eso es lo que celebramos en estas fechas. Una vez al año los chilenos nos unimos bajo nuestra bandera y variadas tradiciones que nos vinculan como nación.

Esa cultura, ese proyecto común va pasando de generación en generación, no solo a través de las instituciones políticas, sino especialmente a través de la educación. Es en ella donde las nuevas generaciones conocen nuestra historia y geografía, nuestros valores y aspiraciones, nuestra alma chilena. Valorando lo mejor de nuestra identidad podremos reformar aquello que debe ser mejorado.

Quienes han estudiado el modelo educativo de Finlandia señalan que una de las razones del prestigio de sus profesores es que durante la invasión rusa fueron los docentes quienes preservaron el alma del país: resguardaron su idioma y la identidad nacional. Esa es la importancia de los educadores en la cultura y unidad de un pueblo.

Concluido el plebiscito, las autoridades están pensando nuevas alternativas para repensar nuestro futuro. Se habla, por ejemplo, de una nueva convención. Más allá de los acuerdos que se concreten, siempre habrá otra convención, una que es silenciosa pero mucho más profunda y duradera. Es la Gran Convención, aquella que constituimos todos los chilenos, generación tras generación. Juntos vamos soñando y construyendo este lindo país. Esa Gran Convención se gesta en las aulas de todo Chile. Es ahí donde los profesores pueden enseñarnos las complejidades y conflictos de nuestra historia, pero también deben enseñar los principios que nos unen y sostener la esperanza para un cambio en armonía (Mooney, 2021). Ahí aprendemos a respetarnos y valorarnos; a trabajar juntos y resolver nuestros problemas; a elevar el espíritu y soñar juntos.

Debe ser una educación que inspire a trabajar por el bien común, respetando la individualidad, valorando nuestra historia y cultura, sin alentar conflictos ni divisiones. En la educación podemos conocernos, dialogar y encontrarnos. En momentos en que Chile anhela realizar cambios en armonía y unidad, los profesores tienen un rol fundamental. Esa Gran Convención depende de ellos.