Mil Tambores en una ciudad convaleciente
Vecinos y sus organizaciones temen las incivilidades que acompañan al Carnaval y que pueden afectar al castigado Valparaíso. Hay ineludibles responsabilidades compartidas, especialmente de parte de la autoridad cuya tarea fundamental es cautelar el bien común y la tranquilidad general.
Hay temor generalizado entre los residentes y las juntas vecinales ante la realización de una nueva versión del Carnaval de los Mil Tambores que se iniciará el viernes 30 de este mes para culminar el domingo 2 de octubre y que tiene como escenario principal el área céntrica de Valparaíso. El temor se basa en experiencias anteriores de las incivilidades que han acompañado al evento, ello acentuado ante la situación de deterioro que se advierte en el sector tras la violencia del "octubrismo", condición que aún no se logra revertir y que afecta la calidad comercial y residencial de gran parte de la ciudad.
Y al temor puntual se suma una realidad, como expone Enzo Gagliardo, presidente de la Junta de Vecinos 28 Cerro Concepción al advertir que "todos los días ocurren incivilidades en estos sectores". Comparte esa opinión Boris Kúbela, secretario del Eje del Consejo Vecinal Ecuador al expresar que la situación de inseguridad no se produce únicamente con ocasión de eventos oficiales como el Carnaval, pues durante las noches "la presencia del Estado desaparece por completo y los vecinos quedan completamente desprotegidos".
A su vez Gagliardo denuncia que no se pide la opinión de los vecinos y afirma que "los tiempos han cambiado y la gente tiene derecho a voz y a opinión, como muchas veces se dice, pero no se hace". Alerta además sobre el consumo de alcohol y drogas que acompañaría al cuestionado evento que concentra gran cantidad de personas, especialmente jóvenes.
Para el abogado Rodrigo Díaz Yubero, residente en el amagado sector céntrico, la autorización del evento debe contar con directivas exigentes que los organizadores estén en condiciones de cumplir y, a la vez que se debe tomar en consideración "la situación catastrófica en la que hoy día se encuentra Valparaíso". Es cierto lo que dice el profesional, pues Valparaíso está en una convalecencia que no ofrece signos de recuperación mientras aumenta la violencia criminal y el tráfico de drogas.
A las inquietudes sobre daños, consumo de alcohol y drogas y otras incivilidades, se debe sumar el riesgo sanitario que no se debe pasar por alto, como advierten los expertos, tras la suspensión de medidas restrictivas aplicadas por la pandemia.
¿Pueden los organizadores del Carnaval y quienes lo autorizan dar garantías de respeto a la ciudad y a sus residentes?
Hay responsabilidades compartidas que son ineludibles, especialmente de parte de la autoridad cuya tarea fundamental es cautelar el bien común, entendiéndose por tal evitar y reprimir si es necesario aquellas conductas que provocan el justificado temor de la población y hasta daño entre los mismos participantes.
La alegría en esta primavera que se inicia es bienvenida, pero no puede significar excesos con daños humanos y materiales que se lamentan, pero que, al final del día, nunca se reparan.