Desde el sótano
El exconvencional Daniel Stingo dice que el senador Lagos Weber es lo peor de lo peor. Y lo dice fuera de sí, a los gritos, y acusándolo de despreciar el dolor de su par Fabiola Campillai.
Si bien pueden entenderse la afiebrada desmesura octubrista e incluso los iracundos juicios sobre el rol desempeñado durante el Estallido Social por Carabineros de Chile (el cual si bien no estuvo libre de excesos y abusos que han sido llevados ante los tribunales de justicia, dista mucho de la oscura versión sobre una política represiva digitada desde La Moneda con el fin expreso de violar los derechos humanos, como a muchos les gustaría que así fuese), la triste caricatura de sí mismos en la cual se han convertido algunos parece hablarnos de laceraciones que tardarán mucho en cicatrizar.
Esta semana el senador Ricardo Lagos Weber fue increpado en un penoso espacio en redes sociales por el constituyente Daniel Stingo, quien se salió de madre después de que el exvocero de Gobierno de la primera administración de Michelle Bachelet osara pedirle al Gobierno respeto y respaldo a Carabineros en la antesala de un nuevo aniversario del 18 de octubre.
"Señor Lagos Weber, ¿usted no vio las violaciones a los derechos humanos de Carabineros? ¿Usted no ve en el Senado, sentada delante suyo, a una senadora a la que esos carabineros que usted quiere que les pidan disculpas le cegaron los ojos? ¿No lo ve, señor Lagos Weber? ¡Hipócrita! Realmente estoy indignado con Lagos Weber. Eres lo peor de la política chilena. ¡Se sienta adelante tuyo una senadora que perdió los ojos! Eres lo peor, lo más bajo (...)", exclamó Stingo entre gritos y visiblemente alterado.
No es el ánimo de este editorial el defender ni enaltecer la figura del senador en cuestión, pero baste recordar que fue uno de los pocos políticos dignos que por esos días, junto con condenar la violencia, denunció los atropellos e incluso votó a favor de la destitución del ministro del Interior, Andrés Chadwick, para luego contribuir de manera firme y decidida -tal como lo hizo el entonces diputado Gabriel Boric- al vapuleado acuerdo de paz del 15 de noviembre, que permitió una señera válvula de escape.
La vida los guio a ambos por distintos derroteros. Stingo se convirtió en constituyente con una mayoría abrumadora, la que lamentablemente nunca supo administrar en la Convención para objetivos tales como, por ejemplo, haber conseguido un buen proyecto constituyente y no uno que fuera descartado por el 62% de la población. Lagos Weber, en tanto, apoyó el triunfo de Boric en diciembre de 2021, pero supo separar las aguas y levantar la voz (tal como en tiempos de Piñera y Bachelet 2) cuando el Gobierno parecía desfondarse. No se hizo el ofendido cuando basurearon a su padre, el ex Presidente Lagos Escobar, ni tampoco rasgó vestiduras ante la superioridad moral de Giorgio Jackson, el desprecio por los treinta años o los burdos intentos de cancelación constitucional de la Cámara Alta. Sí tuvo la valentía de enfrentar respetuosamente las diferencias y estar del lado que, más allá de las conveniencias y de aquello que los siúticos llaman el win-win, estimó que era el correcto.
Siguiendo con los derroteros mencionados, Stingo hoy vocifera en un espacio que animó, avivó y transmitió en vivo las ordinarieces de Las Indetectables en la Plaza Victoria, mientras Lagos Weber pide respaldar a Carabineros para que no los sigan matando a fierrazos, como hicieron hace dos semanas en San Antonio.
Finalmente, y tras esta amable relación de hechos, solo cabe consignar que si Lagos Weber es lo más bajo de la política chilena, bien debiesen comenzar los sondajes para determinar en qué oscuro subsuelo negativo de dos dígitos quedarían otros como su interpelador, los superministros tuiteros, los alcaldes de la zona y todos aquellos para los cuales el 18 de octubre de 2019 es la Toma de la Bastilla y el 5 de octubre de 1988 una fecha intrascendente.