Reducción de jornada laboral y el Turismo
Hay inquietudes en el sector que sufre, más que otros, las consecuencias de la violencia de 2019, la pandemia y la incertidumbre actual. Es necesario escuchar las observaciones de las organizaciones gremiales del turismo que llaman a mirar con realismo las condiciones del sector y lograr la aplicación flexible de una eventual reforma al Código del Trabajo.
El sector turismo ha manifestado su inquietud ante las disposiciones que limitan la jornada laboral semanal a 40 horas. Posición atendible teniendo a la vista la condición del trabajo en ese rubro de características propias. Tanto los empresarios como parlamentarios de diversos sectores están de acuerdo en la necesidad de una gradualidad y flexibilidad en la aplicación de la norma, que forma parte del catálogo programático del Presidente Gabriel Boric.
Independientemente de las características propias del turismo, actividad 24/7, se deben tener en cuenta las condiciones actuales tras la violencia de 2019, la pandemia y las zozobras institucionales y económicas vigentes.
Estas condiciones afectan especialmente a ese sector, vital en la economía de la Región de Valparaíso.
Afirma el diputado RN Andrés Celis que "si estuviéramos abordando esta iniciativa en un contexto de estabilidad económica, su aplicación sería mucho más fácil; sin embargo, en este escenario tan complejo corresponde absolutamente apoyar y exigir una gradualidad en la aplicación". Plantea el parlamentario la incorporación al proyecto de "elementos de adaptabilidad que permitan contener el turismo pequeño, con especial apoyo a estos últimos por parte del Estado".
Tomás de Rementería, diputado socialista, es partidario también de conciliar la iniciativa oficial con el sector turismo "que ha sufrido mucho y tiene características propias". En tanto, el diputado comunista Luis Cuello sostiene que "existirá una gradualidad de cinco años para que entre en régimen la reducción de jornada, tiempo suficiente para que el turismo se adapte".
La materia tiene muchas aristas, tanto para el turismo como para otros sectores. La jornada laboral de 40 horas aparece de fácil aplicación en condiciones normales, pero en la situación actual y con proyecciones de un crecimiento económico negativo su implementación es compleja.
La aspiración de reducir la jornada es atendible, pues se debe considerar no solo el descanso y la vida familiar, sino que también el tiempo que el trabajador destina al transporte, lapso generalmente prolongado debido a la mala calidad de la movilización y congestión de las vías.
Con todo, es necesario que en el debate parlamentario del proyecto se escuchen las observaciones de las organizaciones gremiales del turismo que llaman a mirar con realismo las condiciones del sector y lograr su aplicación flexible.
Y realismo significa considerar que la reducción de jornada podría significar hasta la desaparición de algunas empresas y, consecuentemente, la perdida de fuentes de trabajo. Así, flexibilidad y gradualidad son fundamentales para dar tiempo a la adaptación del sector, sin dejar de lado también la posibilidad de algún apoyo estatal para asumir los mayores costos que pudieren significar la norma de una semana laboral de 40 horas.