EL RINCONCITO DE LA CONSENTIDA Viña es un
POR GABRIELA ASUNCIÓN CHOMER
Música junto al mar... lararararará... Vamos al Festival, con Televisión Nacional lararararará...
Ay, cómo se extrañan esos veranos festivaleros, con la animación de Antonio Vodanovic y Pamela Hodar, realización de Eduardo Ravani, producción de Ximena Ravani, y el equipo de dirección de Alejandro Ravani. ¡Ay, si ya parecía Municipio de los Cuidados en plena década de los ochenta! Los arreglos y la orquesta estaban, cómo no, en manos del maestro Horacio Saavedra, y brillaban los auspicio de Trial para el vestuario de Anthony, de Carmen Gana para la Pame de Lourdes, y de Pollini, alta dimensión en cuero, para el vulgo. Solo comparable, como bien apuntó en la semana mi nuevo mejor amigo radical y masón (ser bombero parece que le dio lata) Rodolfo Andrés Baier, con la Academia de Modelos Gilmar de Placilla para el Show de Goles.
La cuestión, mis niños, es que mi jefe me dijo esta semana que el Rinconcito de la consentida la estaba rompiendo (no nos referimos a la úlcera de Pato Flojo, perdón, Pato Rojo, no sean mal pensados) y que, por lo mismo, debía yo trabajar este fin de semana XL y ponerme con una columnita dominical. Por supuesto, no le creí nada. Lo más seguro es que todas las jefaturas se tomaron los cuatro días y dejaron, cómo no, a la pobre y triste Gabrielita Asunción a cargo del boliche. Total, y como ya no tengo ni perro que me ladre después del despido unilateral que le hice al soquete de mi ex por versero, punga y sinvergüenza, tan ocupada no puedo estar.
En fin. El asunto es que una buena amiga viñamarina me contó que su excompañera de colegio y compinche estaba muy contenta, pero a la vez algo vacilante, ya que había recibido una invitación de un grupo de amigos que no veía hace mucho tiempo para compartir un tentempié en un reconocido restaurante de la zona ("unas machitas en el Portofino", como lo bautizó alguna vez el bueno de Alejandro Chaparro). Me estoy refiriendo a la mismísima Virginia María del Carmen Reginato Bozzo. ¡Sí!, la mítica exalcaldesa de Viña del Mar, quien ha decidido tener una vida bastante silente, alejada de toda bulla, cámaras y actividad social. Es decir, la tía Coty se dio un exilio voluntario a modo de ofrenda frente a los difíciles momentos que le tocó vivir después de que -para variar- nadie la defendiera a la hora de los quiubos y tras bolsearle entradas para el Festival durante una década. En rigor, para ella no fue doloroso haber dejado la alcaldía, ni que la haya reemplazado la novel Macarena Ripamonti. Para ella lo doloroso fue su destitución, castigada por el Tricel a no ejercer ningún cargo público por 5 años, dejándole su asiento de concejala a Jorgito Martínez Arroyo.
Ahora, y para quienes piensen que Reginato fue candidata a concejala con el único fin de poder asegurar la elección de varios ediles en la Ciudad Jardín, no solo se equivocan, pues la Coty ya sentía que estaba más que pagada con su partido, la Unión Demócrata Independiente (UDI). Más bien lo hizo para medir el reconocimiento que los viñamarinos tenían de su gestión. Dicho de otra manera, lo que ella quería era plebiscitar su legado en sus 17 años como máxima autoridad de la comuna. Lo hizo y obtuvo la primera mayoría, pero muy lejos de las expectativas, ya que sólo obtuvo 7.095 votos, lo que equivale al 5,72%, lejísimos de la marca que su hermana Mafalda registró con 13.000.
Siguiendo con el relato, la Coty puso una sola condición a la invitación de los dos actuales directores y una exdirectora de la Corporación Regional de Turismo: que fuera muy reservado. Así, todo súper piola, concurrieron a la reserva los tres organizadores (¿se habrá enterado Francisco "ojos de piscina" Godoy o seguirá con tuto?) y la agasajada Reginato, en una suerte de acto de desagravio medio chanta que incluyó dos botellas de espumante Brut y una tierna conversación sobre la incursión de Valentina Stagno -nieta de la Coty- en la Secretaría Regional de la Mujer, cargo similar al que ocupara Reginato en los tiempos de Pinochet.
En la cita y la conversación de la cual nadie se enteró (porque, repetimos, fueron súper cuidadosos en que fuera híper reservada), la exalcaldesa reconoció que han sido tiempos difíciles y que extraña mucho a varios rostros que ella siempre calificó de "incondicionales", pero que hoy no le mandan ni un mísero whatsapp para el 16 de julio, cuando celebra su cumpleaños y el día de Santa Carmen, fecha en la cual su departamento antes se llenaba, pero donde desde el año pasado ya no se les vi ni el pelo a los Pato Gatica y compañía. Para qué vamos a hablar del inigualable Wladimir Espinoza, hasta hoy director de Comunicaciones de la Municipalidad con sueldo de campeón y haciendo menos de lo que hacía antes (si es que algo hacía en ese entonces, cuestión también súper discutible).
En el mismo almuerzo top secret, Reginato aprovechó de mencionar que no le gustaría que la candidatura del senador Francisco Chahuán terminara imponiéndose para la alcaldía de Viña y que tampoco le agrada el nombre de Manuel Millones, quien ha ido ganando adeptos en el último tiempo como carta del gremialismo en la Ciudad Jardín.
En la otra acera, en tanto, ya empezó a trabajar el equipo de Ripamonti en buscar un camino diferente a la reelección. La doña se lo confesó al gobernador y a éste se le cayó el MP3 en el Core. Parece haberse dado cuenta de que la pega no era lo suyo y que era más fácil ir en dupla con Jorge Brito y apuntar al Parlamento como candidatos a diputada y senador, respectivamente, tirándole la cadena a Juan Ignacio Latorre, caído en desgracia después de darse ínfulas de estadista en una entrevista y de torear a la exConcertación, generándole al Gobierno un impasse gratuito.
Pero el equipo municipal (eufemismo para referirnos al boy scout, la parentela y las pololas de) no está convencido, pues consideran que Ripamonti tiene muchas opciones de reelegirse como alcaldesa, y de no ir a la reelección podría poner en riesgo el municipio y todas las contrataciones que tienen ahí. Tampoco están los tiempos para andar arriesgando el empleo ni el sueldito. Ya lo dijeron el ministro Marcel y la Mariana Mazzucato.
Pero, como guinda de la torta, el nombre que ha sonado para el reemplazo de la jefa edilicia es nada más ni nada menos que el de la hermanísima, Camila Brito Hasbún, promisoria e hiperventilada neoprofesional, quien por estos días está de triple aniversario: su pololo (el cuñadísimo) cumple dos meses contratado por el Municipio (tremendo logro para el niño en cuestión), ya va un año del basureo antisemita que le dedicó al Festival Puerto de Ideas, y son 9 meses de cobarde silencio sobre el episodio de transfobia en contra de la Ale Toledo por parte de Janna Sakalha y la Casa Consistorial (todavía estamos esperando la investigación que prometió RD).
Entonces, en una mezcla de siutiquería de Sanhattan con el huaserío del borrachín de mi abuelo, concluyo que el resumen ejecutivo de esta historia (almuerzo de desagravio de Primera B a la Coty + expectativas parlamentarias y alcaldicias de mis dos tías) es que en Viña el que menos puja deja caer un portaaviones. Si me preguntan a mí, más fe le tengo a la comisaría china de Von Schroeders que a las dos ladies.
Chile, fértil provincia, decía el poeta fallecido en Ocaña. Van a tener que googlear quién era, eso sí. Si tampoco les puedo dar la papa en la boca todas las semanas. Esto no es nada la Muni de Viña.
Qué se han creído.