El Transantiago de Boric
El fenómeno del aumento delictual no es privativo de este gobierno. Se arrastra desde hace ya buenos años, prácticamente todos los candidatos de la última década han mencionado frases rimbombantes, pero es un problema que va in crescendo y que ahora, en buen chileno, está haciendo agua".
Corría febrero de 2007 y la entonces presidenta Michelle Bachelet echó a andar el nuevo sistema de transporte en la Región Metropolitana, el Transantiago, que se convirtió en un yunque para la aprobación de la mandataria.
De un día para otro, a la gente le cambiaron los recorridos, las frecuencias, no sabían ni cómo llegar a sus trabajos ni cómo volver a sus casas, había enormes filas en cada paradero, de manera transversal y con una dosis de incertidumbre que terminó colmando los ánimos hasta el punto de generar protestas espontáneas en gran parte de la capital. Aquello se convirtió en el mayor conflicto de la exmandataria, pero además en un suicidio político, por cuanto afectó precisamente a aquella parte de la ciudadanía que Bachelet había prometido proteger.
Algo similar puede sucederle ahora, quince años después, al Presidente Gabriel Boric a partir de la crisis en seguridad. Esta semana, de hecho, el tema se tomó las páginas de los medios, tanto en Santiago como en nuestra región, a propósito del índice dado a conocer por la Fundación Paz Ciudadana, que demostró que los chilenos están aterrados por la delincuencia. Tanto, que un 71% dijo que ha dejado de salir a la calle a ciertas horas y un 75%, que ha evitado ir a algunos lugares por miedo. La libertad ha pasado a ser un bien secundario versus el miedo.
Ante aquello, Boric fue enfático en que una "mayor seguridad es una de las principales prioridades de nuestro Gobierno" y la ministra del Interior, Carolina Tohá, defendió el derecho de Carabineros a utilizar la fuerza ante criminales, afirmando que aquello no es una violación a los DD.HH. El subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, reiteró la necesidad de reformar la policía uniformada, de manera de dotarla de nuevas herramientas ante el aumento de la violencia. Todos, discursos muy distintos a los que emitía hace algunos años el entonces diputado, hoy presidente.
En paralelo, acá en la región, la semana partió con una muestra gráfica de cómo están las cosas. Mientras hinchas de Colo Colo celebraban el 33° triunfo del Cacique en el Parque Italia, un enfrentamiento con barristas de otro equipo terminó con varios acuchillados y dos albos muertos. Eso se suma a una seguidilla de hechos dignos de la serie "El patrón del mal": homicidios varios, balaceras -que incluso afectaron a funcionarios de la PDI en Valparaíso-, encerronas, asaltos armados a locales comerciales y un largo etc.
En este escenario, los alcaldes de la región se reunieron con la delegada presidencial, Sofía González, para trabajar en conjunto. Mientras, el edil de Puchuncaví, Marcos Morales, generó tanto apoyos como detractores por haber cerrado el ingreso a la comuna como una forma de presionar al Ejecutivo para que se aumente la dotación policial en la zona, tras una serie de delitos que han atemorizado a los vecinos. La semana terminó con el subsecretario de Vergara lanzando un nuevo proyecto de seguridad en barrios comerciales, desde la tradicional feria El Belloto, lo que se asemeja más a Sebastián Piñera rompiendo -literalmente, con un mazo de utilería- el muro de la delincuencia, que a una medida que vaya a ser productiva en el corto plazo. Pero habrá que ver.
El fenómeno del aumento delictual no es privativo de este gobierno. Se arrastra desde hace ya buenos años, prácticamente todos los candidatos de la última década han mencionado frases rimbombantes como "se les acabó la fiesta, delincuentes", el fin de "la puerta giratoria" y otras, pero es un problema que va in crescendo y que ahora, en buen chileno, está haciendo agua.
Boric no se quedó atrás en la utilización de oraciones para el bronce, incluso asegurando que serán "unos perros en la persecución de la delincuencia". Pero aquello no para esta ola que se está volviendo incontrolable, tanto para las policías como para el propio Ejecutivo. La cantidad histórica de armas circulando, las nuevas formas de organizarse de las bandas criminales, la importación de delitos, la utilización masiva de menores de edad para ilícitos violentos, entre otros temas, han sobrepasado la capacidad de reacción de los encargados de la seguridad y del gobierno.
Esta crisis amenaza con convertirse en el Transantiago del Presidente. Porque, al igual como le sucedió a Bachelet, se trata de un problema que afecta transversalmente a la ciudadanía, que está cambiando su forma de vivir y la está manteniendo en un constante estrés, al punto de hacerla encerrarse cada vez más. El costo político para Boric, si no logra controlarlo, puede ser muy alto, convirtiendo a la delincuencia en una lápida definitiva para su popularidad y en la mecha que encienda una nueva crisis social. 2
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