Camino a Yomurí, en busca de un pasado escurridizo
Avecindada en Argentina hace más de una década, la autora chilena cuenta la delirante aventura de un grupo de peregrinos rumbo a Yomurí, un espejismo inalcanzable o un salto al vacío.
Confluyen en la trama de la novela "Yomurí", de la escritora Cynthia rimsky, una mujer y su anciano padre, una estudiante de filosofía insegura de sus antepasados y una especie de célula revolucionaria que reivindica tierras ancestrales. Llena de humor y peripecias descabelladas, Rimsky detona un relato que va siempre un paso adelante del sentido común, directo a lo alucinado y dislocado.
"Soy muy inconsciente cuando escribo y me ido poniendo, con el tiempo, cada vez más inconsciente" reconoció en la presentación que hizo en Valparaíso Cynthia Rimsky. "En Argentina descubrí lo que era la palabra salto, una palabra muy aireana, porque además empecé a leer mucho a César Aira. La idea del salto a lo real, que lo real no es algo en lo que alguien transcurre, sino que es una cosa a la que uno salta. Generalmente, cuando uno salta no cae muy bien, o en esa suspensión pasan muchos desequilibrios y vueltas", explica y agrega que trabajó sobre la duda.
"Lo único claro que tenía era que no quería tener ninguna certeza, por eso creo que los personajes son tan queribles, ninguno sabe dónde va, no hay relación entre lo que desean y lo que pueden hacer, todo está planteado a partir de contradicciones y eso es parte de mi lucha contra la épica", aclara.
- Dices que a Raúl Ruiz siempre lo tienes presente para eludir el sentido común.
- Mientras escribo siento que a cada paso corro el riesgo de salirme de lo literario y quedarme con soluciones fáciles, referenciales, caminos ya conocidos. Tener a Ruiz adelante, sus películas, sus libros, hasta su persona, su voz, me recuerda que se trata de crear, inventar, imaginar. En sus Diarios ves que él siempre está creando, que la creación es su forma de estar, de ver y cambiar el mundo. Tenerlo adelante renueva mis ganas de escribir, de ir más allá buscando nuevos caminos para los viejos problemas.
- ¿Cómo vas desmantelando en tus ficciones los propósitos?
- El otro día leí una entrevista a Annie Ernaux. Ella dice que no le interesa lo real o la autoficción. Lo que la desvela es la forma. Que ahí está la clave de la escritura, y no en el contenido. Forma en tanto búsqueda, construcción de una mirada. Y cita a Karl Marx: "La búsqueda de los medios, de la forma, es en sí misma parte de la búsqueda de la verdad". Cuando escribo, lo que hago es inventar formas de contar y es de esas formas que nace la mirada. Mis libros son lugares desde donde se puede mirar lo mismo, distinto. Desde donde se puede dudar, de todo.
Lecturas
Durante los doce años que se dedicó a escribir "Yomurí", cuenta Rimsky, fueron variadas las lecturas y autores que la acompañaron. Por ejemplo, literatura mapuche de la mano de los "Diarios" de Pascual Coña y los de Aburto Panguilef, otro místico mapuche que reflexionó sobre sus sueños alucinógenos.
- ¿De qué manera estos autores tiñeron el texto?
- Cuando estás escribiendo un libro determinado aparecen muchas lecturas, en mi caso, azarosas, que van ampliando mi horizonte. "Diarios" de Aburto Panguilef tiene un tono increíble, mezcla de sueños, imaginación desbordante, locura, cuentas, informes, peleas. Tomé la idea de que en un libro puede caber todo. Del libro de Pascual Coña me interesó la organización interna, los saltos, esa voluntad de abarcar la historia completa de un pueblo, al estilo de los libros sagrados, sin ningún afán moralizante o moraleja y totalmente discontinuo.
Por otro lado, dice Rimsky, también hay mucha poesía en "Yomurí", sobre todo poesía que tiene que ver con el paisaje, como por ejemplo el libro "Fuego frío" de Verónica Zondek.
Añade: "Trabajo la poesía como una especie de incrustaciones, desgrano como si fueran choclos estos poemas y voy haciendo incrustaciones a lo largo de toda la novela. Es increíble cómo eso, cuando vas leyendo te remite, hay algo como un salto hacia un lugar indefinible también, queda como una resolana y da un tono al texto… También Cristián Sánchez con su película 'El cautiverio feliz' está presente, y por otro lado y de manera muy distinta están los libros de Jorge Guzmán, 'Deus machi'. Entre todas esas mezcolanzas también las novelas que hago son lecturas muy libres donde converso con estos autores".
- Cuéntame sobre la inclusión de ese personaje que es sobrina de Mariano Latorre, que habla de su tío escritor. ¿Por qué Latorre?
- Latorre es el apellido de la familia que se cree propietaria de los terrenos que los yomurí reclaman como suyos. Es un chiste al criollismo que se arrogó ser la voz de los pobres y desposeídos. Está corriente que puso a la literatura -equivocadamente, en mi opinión- como un instrumento para crear conciencia, y a los pobres exclusivamente como víctimas, no como personas.
Un punto sobresaliente lo da el indulgente y divertido Haroldo Kovacs, el anciano padre de Eliza, un ex diplomático acostumbrado a tomar champagne y comer ostras de borde negro. Devorador de galletitas, anda muy preocupado de su colonia Flaño cuando emprende el viaje. "Cuando estaba escribiendo las cosas que Kovacs lleva al viaje se me apareció esa palabra. Busqué la imagen ¡y me acordé del frasco! Antes no salías a la calle sin colonia. Kovacs es un viejo machista, chicha fresca, centro de mesa, don Juan, patriarcal, y me di el gusto de no censurarlo. Estoy harta de que estamos obligados y obligadas a ser desde ya ideales y perfectas. El humor, la ironía me permitieron cuestionar esas facetas suyas sin dejar de quererlo. Él hace lo que puede, no lo que debiera programáticamente, en una actitud de apertura, de escucha y acción. Eso lo hace vivir sin plan, improvisando", dice la autora.
Cynthia rimsky ha escrito "El futuro es un lugar extraño", "la novela de otro" y "la revolución a dedo".
Por Amelia Carvallo
"Estoy harta de que estamos obligados y obligadas a ser desde ya ideales y perfectas. El humor y la ironía me permitieron cuestionar".
lore palavecino/penguin random house