Mexicana relata cómo salió con vida de la estampida de Seúl: "No podía expandir mis pulmones"
HALLOWEEN. Estuvo media hora aplastada por otros cuerpos en el callejón donde murieron al menos 154 personas y ahora sufre las consecuencias de la hipoxia.
Agencias
Por varios minutos la mexicana Juliana Velandia Santaella pensó que no saldría con vida del callejón donde el sábado murieron al menos 154 personas durante las celebraciones de Halloween en Seúl, y en el que ella estuvo al menos media hora completamente atrapada y "sin poder respirar".
"Estaba totalmente paralizada. No podía mover ni siquiera los dedos de los pies", recuerda a la agencia de noticias Efe con una sorprendente entereza esta joven de 23 años originaria de Mexicali.
Juliana logró finalmente salir del callejón, pero sufre ahora de rabdomiólisis, que se produce cuando el oxígeno no llega a los músculos (en caso de aplastamiento, por ejemplo) y la descomposición del tejido pasa al torrente sanguíneo, pudiendo dañar después los riñones, además de otras posibles secuelas.
Sabe muy bien de lo que habla: es estudiante de medicina de intercambio y estudia en la Universidad Católica de Bucheon, donde llegó en agosto.
"Empezaron a empujar"
El sábado, Velandia se sacó una foto con su compañera de habitación en la calle de los bares del barrio Itaewon ro, a las 22.08 horas, "caminamos unos metros, doblamos a la izquierda y en el callejón ocurrió todo".
"Yo estaba en la parte de arriba de la pendiente. Y todos empezamos a caer hacia abajo. Nos empezaron a empujar, a empujar, a empujar y no paraban", rememora sobre el momento en que trataron de llegar a la avenida principal del barrio a través de la callejuela, de apenas 3,2 metros de ancho.
"En un punto nos empezaron a empujar tanto que la perdí (a mi compañera) de vista. Ya no sabía dónde estaba. Me empezaron a aplastar todo mi tórax y no podía expandir mis pulmones y no podía respirar", añade.
Lo que sigue es un relato aterrador sobre la tragedia que costó la vida a más de 150 personas, 98 de ellas mujeres, la mayoría veinteañeras, y que dejó 33 heridos graves. Además, 26 fallecidos son de 14 nacionalidades extranjeras.
"En un punto mis pies ya no estaban tocando el piso, ya había cuerpos debajo de mí. Había un muchacho que estaba inconsciente y me estaba aplastando y mis piernas estaban resultando tan aplastadas que dejé de sentirlas. Yo juré en un momento dado que iba a perder las piernas, que me las iban a romper, que nunca más las iba a poder mover", explica.
Durante varios minutos lo único que pudo mover Juliana fue el cuello y comprobó "que ya no podía respirar por la nariz, porque no podía expandir los pulmones".
"Me di cuenta de que la única manera de poder seguir respirando era por la boca. Estuve haciendo respiraciones muy cortas y rápidas por la boca", rememora Velandia.
El joven inconsciente
Una vez que levantaron al joven inconsciente que estaba encima de ella, pudo respirar mejor y un muchacho coreano, que no era de los equipos de rescate, empezó a tirar de ella.
"El problema es que mis piernas seguían atoradas entre todos los cuerpos. No podían levantarme. Este muchacho me ayudó a sacar mis piernas de entre los cuerpos. Cuando me liberaron miré el celular y eran las 22.58 de la noche. Quiero suponer que estuve ahí atrapada entre 30 y 40 minutos", afirma.
Velandia tardó varios minutos en poder volver a caminar, porque las piernas seguían dormidas por falta de circulación.
"No encontraba a mi amiga, me quedé una hora esperando a ver si encontraba... su cuerpo", relata con gran pesar.
Afortunadamente la encontró gracias a que su compañera, que perdió el celular en el tumulto, pudo marcar su número desde el teléfono de otra persona cuando ella también logró salir con vida de ese callejón.
Ambas pasaron el resto de la noche en casa de un amigo en Itaewon y acudieron al hospital al día siguiente.
Juliana sufre ahora un terrible dolor muscular y padeció fiebre a causa de la rabdomiólisis.
"Me duele respirar, me duele caminar. Básicamente no me puedo mover", explica la mexicana, a la que le espera una dolorosa recuperación.
Corea, mientras tanto, llora a sus víctimas, tras decretarse una semana de duelo, y la policía se apresura en investigar qué provocó la estampida.