LA TRIBUNA DEL LECTOR
POR MARCOS TRICALLOTIS, PHD, CONSEJERO REGIONAL Y VICEPRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE MEDIO AMBIENTE, PATRIMONIO CULTURAL Y CAMBIO CLIMÁTICO.
Bananerismo ambiental
Así pasaron casi dos años. El tema volvió a revivir, pero esta vez de la mano de algunas de nuestras autoridades regionales de rojo color. En una presión sin precedentes al mismísimo Presidente Gabriel Boric, la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, y el gobernador, Rodrigo Mundaca, instaron enérgicamente -y de manera muy airada- a que hiciese cumplir el Acuerdo de Escazú, referente al pronunciamiento del destino del paño Las Salinas. El dichoso acuerdo establece el derecho tanto a la información ambiental y participación ciudadana en proyectos de inversión (ya apropiadamente contempladas por nuestra legislación, por cierto). Todo esto cuestionando la biorremediación mediante bacterias, una técnica que ya se aplica rutinariamente para descontaminar sitios con hidrocarburos (es decir, con petróleo y sus derivados) en varios países. A esta acción se sumaron las desafortunadas declaraciones del diputado Jorge Brito (RD) y de un activista "ambiental" dictando cátedra de lo que se debía y no debía hacer, cual renombrado premio Nobel. La percepción que deja esta inexplicable oposición es que las autoridades querían evitar a toda costa que el paño en cuestión tuviese un uso posterior en beneficio de la propia comunidad de Viña del Mar. Y por supuesto, presionando a la institucionalidad ambiental.
La biorremediación mediante microorganismos no es una técnica nueva. Consiste en la incorporación de bacterias, que prácticamente se "comen" el combustible (existen más de 30 géneros diferentes), en un sitio contaminado con hidrocarburos, de manera de acelerar el proceso de degradación (descontaminación). Un proceso que tomaría mucho tiempo si se dejase ocurrir de manera natural: tomaría más de 100 años en el caso de Las Salinas. Esta técnica es ocupada en países como Australia, Canadá, Estados Unidos, España, Alemania, Italia y Francia. Por ejemplo, en Italia se han recuperado terrenos contaminados con combustibles sobre los cuales se han construido parques e incluso conjuntos habitacionales, rescatando valiosos espacios para la comunidad. En Australia, país en el cual viví, me era grato constatar cada semana la magnífica oferta de trabajos dirigida a científicos ambientales para emplearse en empresas que se dedicaban a descontaminar sitios mediante biorremediación. Leyó bien, trabajos para científicos en empresas, no en universidades. Y bien remunerados.
En Chile, si bien hasta la fecha no se ha empleado de manera masiva la biorremediación, nuestras universidades regionales ya llevan trabajando más de 20 años en el tema. Sin ir más lejos, el proyecto de saneamiento del paño Las Salinas ha estado asesorado por un comité de científicos provenientes de las universidades Federico Santa María, Playa Ancha y de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Es lo que se conoce como el "Comité de Expertos en Saneamiento" (CES), el cual ha recomendado utilizar las técnicas de bioestimulación (agregar nutrientes -algo así como darles vitaminas- a las bacterias) y bioaumentación (traer nuevas y más bacterias al festín) para acelerar la biorremediación. La aplicación de esta técnica marcaría un tremendo hito no solo para la Región de Valparaíso, sino que para el país: sería la primera vez que se aplicaría en Chile de manera masiva una biorremediación con resultados exitosos tal y cual ocurre en países desarrollados.
Sería muy ingenuo creer que el grupo Angelini iba a invertir $ 55 millones de dólares en biorremediar un sitio exponiéndose a perder dinero y su reputación por daños ambientales. Esto plantea una serie de preguntas: ¿Y si una vez concluida la biorremediación, los resultados de los análisis ambientales en terreno determinan que las concentraciones de hidrocarburos y metales pesados ya no representan riesgos para el ecosistema ni la salud humana?, ¿cuál sería el problema, entonces, que cualquier empresa desarrollase un proyecto inmobiliario en un terreno privado libre de contaminación si paga impuestos, da trabajo, y hace las cosas bien? ¿Acaso el municipio de Viña del Mar tendrá los recursos para pagar por dichos terrenos y construir un parque? Yo lo dudo. Es más, me cuesta creer que existan autoridades que se opongan a un proyecto de descontaminación porque no pueden soportar la idea que ese terreno tenga un futuro uso comercial útil al "perverso capitalismo depredador", aquel que le ha dado un progreso enorme a la humanidad, pero que tanto odian. ¿No sería mejor que autoridades fuesen más propositivas y dialogantes, formando una mesa de trabajo con la empresa para planificar en conjunto como esta última podría aportar con una parte de su terreno para un parque que fuese abierto para la comunidad? Dejo la inquietud.
Esta suerte de nuevo "bananerismo ambiental" que aún no termino de comprender bien, es como una plaga para toda nuestra Latinoamérica que aún no puede sacudirse de caudillos, populistas desatados, y sobre todo discursos facilistas que suenan bien pero que a la hora de resultados concretos nos sigue hundiendo en la mediocridad. Esa mediocridad con que la ultraizquierda disfrazada de socialdemocracia nos tiene marcando el paso desde la nefasta noche del 18 de octubre de 2019. Esa misma izquierda que manosea el concepto de "justicia ambiental", pero que lo usa solamente para redistribuir igualitariamente la pobreza ambiental en toda la población, para hacernos a todos igualitariamente pobres. Es hora de acciones concretas, no retórica.
Es importante comprender, como dijo el exgobernador de California, Arnold Schwarzenegger, que lo que es bueno para el medioambiente es bueno para los negocios.
Cuesta encontrar ejemplo de polémicas ambientales tan innecesarias como aquella recientemente provocada por el destino de las 16 hectáreas del paño Las Salinas en Viña del Mar. Absurda. Cuando por fin en septiembre de 2020, luego de más de 20 años de discusiones, se aprobó una Resolución de Calificación Ambiental (RCA) para autorizar su saneamiento con la técnica de biorremediación, el proyecto se entrampó nuevamente en una serie de reclamaciones "ambientalistas".