LA TRIBUNA DEL LECTOR Ecosistema de emprendimiento e innovación y su potencia transformadora en nuestra Región
POR MARÍA JOSÉ ESCOBAR, DIRECTORA GENERAL DE VINCULACIÓN CON EL MEDIO UNIVERSIDAD TÉCNICA FEDERICO SANTA MARÍA.
Cuando hablamos de ecosistemas, rápidamente se nos viene a la mente la ecología y sus sistemas, donde se integran los distintos organismos vivos, sus interacciones y el medio donde están inmersos. Pero este concepto también puede simbolizar otro tipo de sistemas formados por individuos, comunidades y organizaciones. En estos ecosistemas los actores e interacciones son parte de complejas redes de nodos entrelazados, cuyas relaciones emulan en gran parte a un sistema vivo y dinámico.
Por ejemplo, el ecosistema de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI), señalado en la recientemente lanzada Estrategia Nacional del mismo nombre, se define como un espacio donde diversas instituciones realizan y fomentan las actividades relacionadas con la CTCI.
Las instituciones insertas pueden ser locales o nacionales, gubernamentales y no gubernamentales, empresas de diversos tamaños, universidades, centros educacionales, entre otros. Cada uno de estos actores forma un nodo de la red, donde buscamos robustecer la interacción y así potenciar la creación, intercambio y transferencia del conocimiento.
Como parte de ello, destacan también los Ecosistemas de Emprendimiento e Innovación. Podemos entender este tipo de ecosistemas como el conjunto de actores y factores que forman una red de interacciones que puede, o no, crear condiciones que favorezcan el emprendimiento y la innovación. Entre los actores podemos contar con organismo públicos, privados o de la sociedad civil, cuyas interacciones se ven afectadas por la cultura, la regulación, etc. Que un país cuente con uno (¡y ojalá más de uno!) de estos ecosistemas nos permite atraer inversión, generar más y mejores empleos, dinamizar la economía, aportando así con innovación a la meta del desarrollo.
Los ecosistemas de este estilo evolucionan a partir de sus propias historias, necesitando para su desarrollo y despliegue la existencia de condiciones locales que Valparaíso tiene de sobra.
Una de las condiciones facilitantes es la existencia de talento humano, donde Valparaíso destaca por ser un polo atractivo para la generación de conocimiento. Como región universitaria, cuenta con algo más de 130.000 estudiantes de educación superior, de las más diversas áreas del conocimiento.
Otra condición se relaciona con la institucionalidad pública. La región cuenta hoy con representatividad regional del Ministerio de Economía, Ministerio de Ciencia y Corfo y es una de las pocas que ya cuenta con su Comité de CTCI, donde una de las tareas es levantar la Estrategia Regional de CTCI para el desarrollo regional. Sumado a ello, la ley de fortalecimiento regional nos entrega también la figura del gobernador y una renovada estructura para los gobiernos regionales. Por el lado de los privados, los gremios regionales de mayor tamaño (CRCP, Asiva, CChC) tienen un marcado compromiso local y han comenzado a trabajar de forma conjunta para impulsar la innovación y el desarrollo del ecosistema regional.
Más aún, la gobernanza del ecosistema de emprendimiento e innovación de Valparaíso (EIVA), que cuenta con 38 directores del sector público, privado y universidades, ha logrado impulsar y articular una serie de iniciativas apuntando a fortalecer las dinámicas e interacciones entre los nodos del ecosistema, ganando posicionamiento y visibilidad a nivel nacional e internacional. Como resultado de este trabajo, la región se ha convertido en un atractivo lugar de llegada de varios fondos de inversión, con foco en emprendimientos en innovación, tecnologías digitales y sostenibilidad ambiental.
Pese a la suma de estas condiciones favorables, tenemos aún muchos desafíos para que este ecosistema de innovación y emprendimiento madure y genere el impacto deseado en el desarrollo regional.
La conexión con las realidades territoriales, entregada por el trabajo con los municipios y comunidades locales, es por ejemplo un tema que debe ser urgentemente abordado. Contamos, lamentablemente, con zonas fuertemente golpeadas por conflictos socioambientales, donde una política pública propositiva puede gatillar soluciones y desarrollo basado en ciencia, tecnología e innovación.
Diferentes son las instancias que buscan el mismo fin, un desarrollo económico inclusivo, sostenible y armonioso con el medioambiente y los territorios. El llamado es a trabajar colaborativamente en pro de esta meta, articulando sinérgicamente las capacidades propias de los diferentes actores, con el fin de robustecer nuestro ecosistema regional de emprendimiento e innovación.